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—¡He llegado! ¡No deben temer! — Los gritos ya conocidos de Inosuke rompieron la burbuja en la que ambos se sumergieron debido a la impresión y a la vez la sensación de alivio apaciguó la preocupación que ambos sentían desde que  decidieron irse cada uno por su lado.
El pelinegro de puntas azules venía corriendo en dirección opuesta junto con Zenitsu, ambos llenos de tierra pero sin ninguna herida grave, hecho que tranquilizó bastante al castaño.

—¡Inosuke! ¡Zenitsu! — Kamado fue el primero en reaccionar entre feliz y aliviado. Por lo menos ahora sabía que sus amigos estaban bien.
—¡Por favor ayuden a Uzui-san! ¡Iré en poco tiempo lo prometo!

—¡No te preocupes! ¡El gran Inosuke-sama hará todo de manera extravagante! — El ojiverde parecía tener una energía inagotable y envidiable al mismo tiempo, era simplemente increíble.

—¡Solo procuren no hacerse daño! — Akemi los interrumpió al verse ignorado mientras batallaba para mantenerse en pie, estar detenido era más doloroso que estar en movimiento,  pues al menos cuando luchaba se entretenía en otra cosa que no fuera el dolor.

—Te ves del asco. — Inosuke tan sincero como siempre lo apuntó, a lo que el castaño le sacó la lengua.

—Calla. — Murmuró antes de quejarse débilmente. — Mejor ve a demostrarle a ese demonio que se metió con las personas equivocadas.

—No lo dudes — respondió antes de seguir corriendo hacia el centro de la pelea, arrastrando a Zenitsu consigo.

Tanjirō, luego de encontrar la caja sobre uno de los techos y subir hasta donde ésta se encontraba, dejó a su hermana pequeña dentro cerrando la puerta con cuidado y suspirando antes de volver a cargarla en su espalda.

—¿Seguro que estás bien? — Interrogó al ver como Akemi apretaba las vendas que tenía en sus heridas y hacía esfuerzos por no quejarse.

—Sí, estoy perfectamente. Casi como una lechuga, soy más fuerte de lo que creen.

—Una lechuga que lleva varios días después de ser cortada.

—Pesado.  — acusó mientras comenzaba a correr de vuelta a la casa en donde estaban sus compañeros, siendo seguido por Tanjirō.

—Ajá, solo soy sincero.

—No, eres cruel.

—¿Cruel? ¿Cuándo he sido cruel?

—Hace menos de dos minutos.

—No es cierto.

—Prácticamente me comparaste con un vegetal falto de agua y yo que me he esforzado tanto en vendar tu herida— Dramatizó exaltándose cuando Kamado lo miró molesto.

—Definitivamente no estás bien, estás demasiado pálido. — murmuró con el ceño fruncido. —Lamento que Nezuko te atacara.

—Eso es lo de menos, me lo merezco por imprudente....y  tu te mereces unos buenos coscorrones por bobo. ¿Cómo se te ocurre atacar de forma tan precipitada a esa mujer fea? ¿Y si te hacías más daño?

—¿vamos a comenzar con los regaños de mamá?

—Ya verás de después, espera a que le demos una paliza a ese demonio  porque te va a tocar a ti por imprudente. — lo miró con los ojos entrecerrados, recibiendo una pequeña risa a cambio.

Narra Akemi

Al llegar a la casa, cabe destacar que ya casi no quedaba nada de ella, Tanjirō ingresó por el techo con una rapidez asombrosa mientras yo entraba por el enorme agujero en la pared que Nezuko hizo cuando pateó a la luna superior hacia el interior del edificio.

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora