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—¡MUEVETE MÁS RÁPIDO O TE GOLPEARÉ CON TANTA FUERZA QUE LO RECORDARÁS HASTA EL DÍA EN QUE TE MUERAS! — Los gritos de Shinazugawa resonaban en el lugar mientras repartía golpes a diestra y siniestra sin importar a donde o a quien llegaran.

—¿De verdad vamos a entrenar con ese monstruo? — Zenitsu tembló en su lugar y su rostro se contrajo en una mueca de horror cuando el ojimiel asintió.
—Ah...ah... Yo... Ehm creo que olvidé algo. — se giro en 180 grados dispuesto a salir de ahí, siendo tomando por su menor desde el borde superior del haori impidiendo su huida.

—No es tan malo, No te asustes. — Sonrió intentando calmarlo, ganándose una mirada de cachorro abandonado de parte del rubio. 
—No me mires así Agatsuma. 

—¿Por qué no? Estoy haciendo uso de mis encantos d-

—No, sigo molesto así que no va a funcionar..— Se cruzó de brazos dejándolo libre, oportunidad que no fue desaprovechada. Zenitsu dio un paso dispuesto a ponerse a correr con una sonrisa victoriosa en el rostro.
— Y no te atrevas a huir porque me enojaré aún más.

Quieto, igual que una piedra, así tuvo que mantenerse mientras el castaño se dedicaba a hablar con Sanemi, quien pese a estar concentrado en lo que el joven hablaba, seguía mirando de forma severa a los cazadores que se detenían aprovechando el "descuido" de su entrenador.

—No es necesario que te quedes mucho tiempo, ya pasaste por mi entrenamiento y no tienes más que aprender de mi, con hoy y mañana basta para que puedas avanzar a la siguiente estación. — Finalizó luego de unos minutos dejándolo para ir a terminar la ronda de golpes.

Akemi volvió junto a su mayor, quien apenas lo tuvo en frente se lanzó de rodillas al piso llorando a moco tendido mientras suplicaba que no lo dejara solo.

—¿Qu-...? ¡Zenitsu! — Llamó intentando hacer que se levantara, fallando en el intento. 

Iba a ser una larga jornada y lamentablemente la carga le quedaría a Inosuke cuando el tuviera que avanzar a la siguiente estación. 

. . .

—Muerto... No siento ni la cara... — Murmuró exageradamente el rubio mientras su cabello era cepillado suavemente por su novio, quien sonreía divertido. Estaban junto a Inosuke en una de las habitaciones de la finca de Sanemi, quien se las cedió luego de bastante insistencia por parte del castaño.

—Llorón. — el ojiverde se acomodó mejor colocando sus brazos detrás de su cabeza y cerrando sus ojos.

—El entrenamiento de Sanemi-san es duro, pero es bastante efectivo para mejorar rápido. — Akemi se acomodó mirándolos a ambos. — Espero que Tanjirō pueda avanzar rápido y que su pierna se recupere bien. 

—Kamanboko es fuerte.

—El jabalí tiene razón, Tanjirō es más fuerte que nosotros tres juntos.— Zenitsu intercambió papeles acomodándose detrás de su menor para poder desenredarle el cabello con cuidado de no hacerle daño. 

—Ustedes también han hecho un buen trabajo, incluso han mejorado más que yo.

—¿Estás ciego o qué? — Inosuke se sentó rápidamente.— Pequitas es muy veloz y fuerte.

—No le digas pequitas a mi novio.— Amenazó apuntándolo con el cepillo. 

—Ni que fuera a quitártelo, Llorón.

—Akemiiii —Chilló  soltando el cepillo y abrazándolo por la cintura, sacándole disimuladamente la lengua a Inosuke. 

—Ya ya... — se dejó abrazar con una sonrisa suave en su rostro, tenía la inquietante sensación de que ese momento era como la calma antes de la tormenta, no obstante intentaba ignorarlo para no preocupar a sus cercanos. 

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora