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Volvió a la mañana siguiente, nadie notó su ausencia pues no hizo ruido al salir y tampoco al volver, tenía sus ojos rojos de tanto llorar y ojeras, bastantes ojeras.

Entró a su cuarto, dejando su katana a un costado de la cama y sentándose lentamente, para luego cubrir su rostro y suspirar de forma pesada, lo que había ocurrido hace apenas unas horas seguía rondando en su mente una y otra vez, sentía que era la peor persona que había pisado la tierra.

—ugh.... — Frotó su rostro un tanto fuerte antes de levantarse para poder darse un baño, quizás así podría distraerse un poco de sus abrumadores pensamientos.

Apenas terminó, se puso la típica ropa cómoda que usaban los pacientes en la finca y lavó su uniforme, dejándolo tendido para que se secara y pidiéndole a una de las pequeñas si podía ayudarlo realizando  algunas costuras en su haori, pues este se había roto en su "misión improvisada."

Pudo ver que Tanjirō fue el primero en levantarse, de seguro para revisar que su hermanita estuviera durmiendo ya, pues el sol no tardaba en salir.
Suspiró por enésima vez en lo que llevaba  de día y caminó al jardín dispuesto a sentarse en algún lugar con sombra para poder descansar un poco.

—Akemi — La voz de Tanjirō lo hizo dar un salto en su lugar, no lo había escuchado acercarse.

—No hagas eso.... Casi te lanzo una patada... — murmuró volviendo a cerrar sus ojos, sintiendo como Kamado tomaba asiento a su lado.

—Se que quizás no quieres hablar pero de verdad hueles a tristeza. — Tanjirō habló llendo directo al grano,  provocando que el más bajo se pusiera nervioso enseguida y que comenzara a balbucear.

—Tanjirō.... — Llamó luego de unos largos e incómodos minutos.

—¿Mhh?— Lo miró unos segundos, sonriéndole de forma suave mientras se acomodaba,  indicando que le prestaba total atención.

—Si yo.... Te dijera que m...me g-gustan los chicos.... — Su voz tembló y todo el valor que pudo reunir se le escapó entre los dedos. — y-yo....olvídalo Es algo estúpido...

—¿Eh? ¿Por qué sería estúpido? Si te hace sentir así dudo que sea algo sin importancia y... Uhm, si te gustan los chicos,  eso está bien — Le dedicó una enorme sonrisa mientras tomaba sus manos para llamar su atención. — Puedes amar a quien quieras, cuando quieras y como quieras, no importa si es un hombre o una mujer, mientras seas feliz no debe importarte lo que diga el resto.

—¿d...de verdad no....crees que soy raro?... — En el fondo Akemi temía que Tanjirō fuera el segundo en confirmar que no era para nada normal su gusto por los chicos y que incluso era asqueroso.

—¿Por qué lo serías? ¿Por amar a alguien sinceramente?, no soy nadie para juzgarte de ninguna forma, solo puedo decir que me siento feliz porque me has contado, prometo no decirle a nadie si aún te incómoda que los demás sepan — Akemi sintió ganas de llorar, su amigo era un sol, de verdad se preguntaba por qué la vida fue tan injusta con Tanjirō, no merecía nada de lo que le ocurrió, no obstante, si las cosas hubieran ocurrido de otra forma, ellos no se conocerían.

—D-De verdad gracias... — Comenzó a sollozar nuevamente, siendo envuelto por los cálidos brazos de su compañero, quien comenzó a darle pequeñas caricias en su cabello.

—Eso es, buen chico, ya no debes cargar con ese peso solo, llora todo lo que necesites y luego iremos a buscar algunos dulces para ti ¿Si? — Susurró sin dejar de mimarlo, aún percibiendo el aroma a tristeza que desprendía el pecoso.

—De verdad... Eres demasiado bueno para este mundo... — Susurró luego de varios minutos, abrazándose más al ojirubi y suspirando.

—No es cierto, no soy tan bueno. — Rio un poco nervioso.
— Mejor vamos a buscar algo para desayunar, necesitas distraerte un poco y yo muero de hambre — Finalizó dedicándole una sonrisa, para luego acariciar su cabeza.
Akemi sonrió tímido asintiendo varias veces antes de levantarse, siguiendo a su mayor hacia la cocina, ya no quería pensar en lo ocurrido el día anterior, aunque le doliera, no podía dejar que lo afectara.

...

—¡YAHH! ¡PELEA CONMIGO! — Inosuke apuntaba al castaño mientras fruncía notablemente su ceño. —Lo prometiste, dijiste que cuando te recuperaras ibas a pelear conmigo — esta vez se apuntó a si mismo, cosa que hizo sonreír al castaño.

—Lo sé lo sé, no te preocupes, vamos a entrenar juntos y voy a ganarte~ — Akemi estuvo casi toda la mañana intentando aparentar que su cabeza no estaba hecha un lio, no quería que por su culpa la relación tan linda que tenían los cuatro se volviera tensa.

—¡¿HA?! ¡no me subestimes! — Inosuke se ofendió bastante al oírlo y no se molestó en disimularlo. —¡Ya verás! 

Tanjirō observaba todo sentado bajo uno de los frondosos arboles, mirando de reojo a Kanao, quien también se vio atraída por tal espectáculo que sus compañeros estaban formando.

Akemi se posicionó esperando el primer ataque de Inosuke, quien rio antes de acercarse rápidamente, comenzando así una pelea bastante reñida, entre patadas y puñetazos, los cuales fueron esquivados en su mayoría.

—¡Esto es divertido! ¡Eres un oponente digno! — Inosuke reía emocionado mientras lanzaba golpes a nivel del estómago  de Akemi, quien sonreía por la contagiosa emoción de su compañero.

—Terminemos con esto— Murmuró antes de acercarse rápidamente, dispuesto a derribar al ojiverde, no obstante el ver a Zenitsu acercarse de reojo lo distrajo y lo puso más que nervioso, provocando que sus movimientos se volvieran torpes y descuidados, cosa que  Inosuke aprovechó para acertar uno de sus golpes justo en el estómago del más bajo y posteriormente derribarlo.

—¡Te dije que ganaría! ¡Soy increíble! — Rio victorioso mientras lo apuntaba, sin embargo se quedó en silencio al ver que Akemi se mantenía mirando el suelo.
—Oye oye, no es para que te deprimas pequitas, ya tendremos oportunidad de una revancha.

El ojimiel salió de su ensoñación sintiendo su corazón doler, si bien se había dicho a si mismo que todo eso no iba a afectarle y que debía olvidarse de sus tontos sentimientos, el ver a Zenitsu hizo que todas esas molestas mariposas volvieran a su estómago y a la vez que su pecho se apretara ante el bombardeo de inseguridades que atacaron su cabeza.

Suspiró pesadamente levantándose lento, contando hasta cinco pausadamente antes de levantar la cabeza para sonreírle a Inosuke, acercándose a él y palmeando su hombro.
—Eres increíble Inosuke~ de verdad me sorprendiste.

—¿Lo ves? Nadie puede contra el gran Inosuke-sama — habló apuntándose mientras reía.

Akemi asintió dándole la razón mientras veía de reojo como Tanjirō y Zenitsu hablaban de quien sabe qué, sintió náuseas de pronto, sus pensamientos estaban matándolo lentamente, si bien un rechazo no era el fin del mundo, Akemi era un persona que se dejaba llevar por lo que los demás dijeran, su infancia no fue una de las mejores, nunca tuvo a nadie que le enseñara a valorarse a si mismo y Sobre todo alguien que le enseñara que no todo lo que ocurriera a su alrededor era su culpa.

Se giró dispuesto a ir a cualquier parte lejos de Zenitsu, tenía la horrible sensación de que su simple presencia arruinaría el cálido ambiente que mantenía el trío de cazadores y eso era lo que menos quería, prefería aguantar en silencio su dolor a que la amistad de esos tres saliera perjudicada.

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora