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Abrió sus ojos lentamente, sentía como si le hubiesen dado la paliza de su vida, no tenía ni la más mínima idea de donde estaba o cuanto tiempo había pasado, solo recordaba haber enfrentado a una luna superior y luego nada más.
Miró a su alrededor intentando reconocer el lugar sin éxito alguno, estaba demasiado desorientado. Intentó moverse, acción que lamentó inmediatamente cuando cada una de sus extremidades dolió por haber estado rígidas más de un mes y medio, su garganta estaba seca y sus ojos ardían luego de haber dormido tanto tiempo. Dejó escapar un fuerte quejido e intentó nuevamente, el dolor le traía malos recuerdos y le era inevitable sentir que debía huir de ahí tan rápido como sus heridas se lo permitieran,

—¡Akemi!— Aoi, tan delicada como siempre y con sus ojos llenos de lágrimas, se acercó para evitar que su mayor siguiera intentando moverse o se haría daño, la joven suponía que el castaño estaba asustado, pues no era la primera vez que despertaba de esa forma y que trataba de escaparse, por lo que tuvo que tranquilizarlo primero antes de relatarle lo ocurrido.  — Soy yo, tranquilo, estás en la finca... A salvo — recalcó lo último.

—¿C-Cuán-...? — Comenzó a toser con fuerza en un vago intento por aliviar la picazón en su garganta, no fue hasta que la chica le entregó un poco de agua que pudo calmarse por completo, aún estaba un poco asustado, pero al menos ya sabía donde estaba. 

—un mes y medio, casi dos — Respondió moviendo suavemente su almohada para que pudiese estar más cómodo. — de verdad creímos que morirías, los primeros días Shinobu-san tuvo que dormir aquí por miedo a que empeoraras de un momento a otro y Zenitsu no ha parado de preguntar porqué no despiertas, viene a verte casi todos los días, excepto cuando tiene misiones.

—¿T-Tan mal estaba?... — preguntó sorprendido intentando recordar lo ocurrido en el distrito, pero lo único que conseguía era que le doliera la cabeza.

—Tenías varios huesos rotos, perdiste muchísima sangre, el corte en tu costado no alcanzó ningún órgano de milagro pero aún así era profundo y tenías una contusión bastante delicada en la cabeza. — Enumeró con el ceño fruncido. — en resumen, casi te mueres, todos estaban muy preocupados por ti.

—Lo siento.... Causé muchos...problemas — Insistió en disculparse aún estando medio aturdido por el cansancio
—¿Y l-los demás?...

—Ellos están bien, han vuelto a cumplir sus misiones, por lo menos Inosuke y Zenitsu.— La chica estaba tranquila a pesar de que en su momento lloraba por miedo a que no despertaran.
—Tanjirō es el único que aún no despierta...

—Ya veo.... — hizo una pequeña mueca al mismo tiempo que la preocupación y la culpa lo invadían, quería levantarse para ir a ver a su amigo, pero en su condición iba a ser bastante difícil. Un pequeño suspiro escapó de sus labios antes de comenzar a quedarse dormido sin poder evitarlo, lo primero que haría al despertar sería ir a ver a Tanjirō.
Estaba por conciliar el sueño cuando una brusca interrupción lo hizo sobresaltarse y abrir sus ojos de golpe.
—Ugh...

—¡AKEMI! ¡TONTO TONTO TONTO! — la voz de Zenitsu era tan ruidosa y chillona que logró que los oídos del más bajo dolieran.
—¿¡Cómo se te ocurre hacer algo así!? — Corrió hacia la cama en donde estaba el ojimiel y comenzó a regañarlo arrodillándose a su lado mientras tomaba una de sus manos.
—¿¡Acaso no-...?! — su voz se vio interrumpida por un fuerte golpe en la cabeza por parte de la fémina, quien además le dedicó una mirada severa.

—¡Callate! ¡Que necesita descansar y tu solo haces más ruido! — reclamó Aoi dándole un golpe más fuerte para posteriormente suspirar hastiada. — Iré a buscar a los demás, querían verte también y tú por favor no lo alteres más. — Finalizó antes de salir del cuarto dejándolos solos.

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora