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Se estiró con lentitud mientras su mirada ámbar se dirigía hacia la entrada de la finca, había pasado una semana desde que Tanjirō había despertado  y ya estaba completamente bien, Inosuke se había ido esa mañana y Kamado estaba por irse también, según lo que habían hablado, el ojirubi debía ir personalmente a la aldea de los herreros por lo ocurrido con su nichirin.

—¿Y yo por qué aún no puedo trabajar? — murmuró como si fuese un niño chiquito mientras gimoteaba débilmente, aunque nadie estuviese ahí para oírlo necesitaba quejarse.
—Me siento inútil... — se cruzó de brazos sin abandonar su pequeño berrinche, según Shinobu, era preferible esperar un poco más debido al golpe que recibió en la cabeza, querían asegurarse completamente de que no tenía secuelas.

Tanjirō alzó su mano hacia el ojimiel despidiéndose animado, gesto que fue correspondido casi de inmediato, Akemi le había pedido encarecidamente que se cuidara y que no fuera imprudente pues no quería verlo otra vez en cama lleno de vendas.

—espero que de verdad me haga caso. — se levantó para ir a ver en que podía ayudarle a las pequeñas, necesitaba sentirse útil en algo. Las niñas fueron muy amables con él y aunque insistieron en que no debía sobre esforzarse terminaron pidiéndole si podía ayudarlas a tender las sábanas que  habían lavado hace poco.

...

—¡Akemiiiii! — La pequeña Naho llegó corriendo a su lado mientras sonreía, el pecoso la miró atentamente pensado que iba a pedirle otra cosa o para avisarle que su novio había llegado, sin embargo cuando la niña tomó su mano y tiró de esta para guiarlo a otra parte se desconcertó.

—¿Ocurre algo? ¿a dónde vamos? — interrogó confundido sin dejar de caminar. La pequeña no le respondió y sólo siguió guiándolo por los pasillos.
—¿es algo malo? ¿por qu-...? — su voz se cortó cuando sintió que alguien cubría sus ojos sin previo aviso con una venda y lo tomaba por los hombros, iba a dar un golpe con su codo hacia atrás para liberarse cuando escuchó la voz de Aoi.

—Tranquilo, no es nada malo — lo interrumpió y lo confundió aún más, ¿Por qué hacían eso? ¿Acaso iban a jugarle una broma?

—Me caeré — Murmuró sin moverse de su sitio.

—No te caerás.

—Sí... Me caeré y me va a doler — intentó soltarse para quitar la venda, cosa que fue completamente imposible pues Aoi tomó su otra mano y comenzó a tirar también, obligándolo a caminar.

—Muévete, no tenemos mucho tiempo.

Akemi la siguió ya sin saber que hacer, pudo identificar que estaban en el patio trasero de la finca, pues el aroma de las flores era inconfundible, Sintió que lo soltaban y lo dejaban completamente solo, su ceño se frunció y sus labios se curvaron hacia abajo en un puchero. Su confusión solo podía crecer, no entendía porque lo "secuestraron" y ahora lo dejaban solito y desamparado en medio del patio.

¿Y ahora qué? ¿Me quito la venda o...?

Dio un saltito del susto cuando sintió que lo abrazaban delicadamente por la cintura, no le agradaba ese tipo de contacto tan repentino, mucho menos cuando no tenía ni la menor idea de quien era. Llevó sus manos a las contrarias completamente tembloroso, sin embargo su miedo desapareció cuando escuchó una suave risa. Lo reconoció instantáneamente, Zenitsu había llegado quien sabe cuando, casi lo mata de un susto y las niñas habían sido cómplices de eso.

—Zenitsu... Me asustaste — se giró para abrazarlo ignorando las pequeñas risas ajenas, lo había extrañado demasiado.

—Lo siento peque, esa parte no estaba contemplada en el plan —  susurró en respuesta dejando besos en su mejilla derecha. 

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora