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Tuvieron que pasar al menos ocho días antes de que pudieran estar juntos otra vez, según se había enterado, Tanjirō había llegado al entrenamiento del pilar del viento y había resultado un desastre para él y para el hermano de su superior, pues a ambos se les prohibió volver a acercarse a Sanemi luego de prácticamente haber peleado a golpes.

Inosuke había llegado al entrenamiento hace un día y estaba luchando por pasar la primera etapa.

Pararse bajo una cascada recibiendo el peso del agua sobre la espalda.

El castaño había ido a verlo unas horas antes, dándole ánimo, pues no era para nada fácil y solo era el inicio. 
La segunda etapa era más complicada pues necesitaban más fuerza para sostener tres troncos sobre su espalda.

Akemi por su lado se había quedado estancado en la tercera etapa del entrenamiento, donde debía mover una roca enorme por todo el pueblo para así finalizar en esa estación.

La primera parte no fue tan complicada para él, tenía la sensación de que los entrenamientos de Sanemi habían sido mucho peores comparados con eso. El sostener los troncos le tomó más tiempo del que pensaba pudiendo superarlo pasados al menos cuatro días.

y finalmente estaba la roca...

No había logrado moverla ni un milímetro.

—¡GYAAAAAAAAA ESTÁ FRÍO! — La voz de cierto rubio chillón lo hizo detenerse para mirar en dirección al río, no iba a mentir, muy en el fondo extrañaba escuchar las exageraciones de Agatsuma.
—¡SÉ QUE EL RÍO SE PONE PEOR A MEDIADOS DE INVIERNO PERO AHORA SIENTO QUE ME MUERO! ¡¿QUE PASA CON EL AGUA DE ESTA MONTAÑA?! ¡SE ME CONGELAN LOS INTESTINOS!

—¡Zenitsu! — el ojirubi intentó detenerlo sin mucho éxito, pues el rubio seguía gritando como si su vida dependiera de ello y solo se detuvo cuando uno de los chicos que estaban abrazados como lagartijas a las rocas, específicamente Murata-san, le recomendó que hiciera lo mismo.

Negó con suavidad ante la actitud de su novio y siguió con su entrenamiento, escuchando a sus amigos gritar de vez en cuando, en especial cuando tuvieron que revivir al pobre Inosuke luego de mucho tiempo bajo la cascada.

. . .

—Ese viejo es asombroso— El ojiverde hablaba mientras devoraba el pescado que tenía entre sus manos.
—El viejo de las "bolas"

Estaban sentados en circulo alrededor de una fogata lo suficientemente grande como para cocinar, Akemi estaba sentado con las piernas cruzadas teniendo más pegado de lo común a Zenitsu, quien se notaba lo mucho que había extraño el estar con su menor.

—Te refieres a Himejima-san, el pilar de la roca — Tanjirō, quien estaba a su lado suspiró. —No le pongas sobrenombres raros.

—Me da escalofríos desde que lo vi, sin lugar a dudas. — respondió masticando un poco más fuerte.

—Inosuke... ¿Te comes los huesos? — El chico a su lado, otro cazador que también estaba Realizando el entrenamiento, lo miró entre incrédulo y asustado.

—No hagas eso— Akemi le quitó lo que quedaba del esqueleto entregándole otro pescado intacto. — Te harás daño.

—Es el cazador más fuerte, de eso no hay dudas. — Siguió comiendo como si nada, bajo la atenta mirada del castaño para evitar que se le ocurriera repetir lo mismo de antes.

—Ah, si lo noté, el huele diferente. — Tanjirō terminó de masticar algo pensativo—¿habrán salido a la  luz sus marcas?

—No me sorprendería si así fuera. — El esqueleto de pescado fue arrebatado de sus manos mientras hablaba, siendo reemplazo por otro.

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora