Advertencias.
Contenido fuerte, lea bajo su propia responsabilidad.
Mención de Suicidio.
Mención de abuso.
Maltrato infantil.—¿De qué quieres hablar peque? — se
acomodó mirándolo atento.Akemi suspiró armándose de valor y lo miró a los ojos, si quería avanzar debía enfrentarse directamente a sus miedos o no podría vivir tranquilo.
—Yo....necesito contarte algo... Y....es verdaderamente importante...— A medida que pronunciaba esas palabras el volumen de su voz iba disminuyendo y sus manos comenzaban a temblar, el miedo lo invadió sin piedad y la ansiedad lo hizo comenzar a frotar sus manos con más fuerza de la necesaria.
—Y-Yo....Yo...El rubio al notar los nervios ajenos y sobre todo, al oír el corazón ajeno latir tan rápido, tomó sus manos con la mayor delicadeza posible y las acarició intentando demostrarle que lo escuchaba atentamente y que no debía temer.
Akemi suspiró tembloroso mordiendo su labio y finalmente inhaló profundamente antes de hablar.
—Yo....a-antes... Mucho antes de llegar a la finca... V-Vivía....en el distrito r-rojo. — Su voz sonaba como si alguien estuviese apretando su cuello, tan temblorosa y amortiguada que dolía.
Nació en una familia feliz completamente feliz, su madre era una mujer preciosa y tierna, tan carismática y amable que no había nadie que la odiara o le deseara algún mal, su padre era un hombre cariñoso, trabajador y protector con su pequeña pero preciada familia.
Pero lamentablemente la felicidad es como el cristal, ante la más mínima perturbación es capaz de romperse.
Su madre murió cuando apenas tenía seis años, murió protegiéndolo de la persona que se suponía era el hombre ejemplar, un hombre ejemplar adicto al alcohol y al dinero que solo aparentaba frente a otros.
Akemi lloró la muerte de su progenitora por mucho tiempo, su padre lo culpaba, le gritaba que era un mocoso inútil y malagradecido, que toda su desgracia era por su culpa.
Tantas veces fue repetida esa frase que él terminó creyéndolo, se disculpaba cada vez que le llegaba una paliza que no merecía, aguantaba el hambre sin importar que tan mareado se sintiera, sin importar si su estómago rogaba por aunque fuera un trozo de pan, él tenía miedo de aumentar la desgracia de su pequeña y perfecta familia.A sus ocho años, su padre llegó una noche completamente sobrio, algo realmente extraño pues el hombre bebía como si no hubiese un mañana. Otra persona venía con él, traía un saquito negro en las manos que tintineaba cada vez que lo movía.
El castaño comprendió muy tarde que contenía la bolsa que traía ese horrible hombre entre sus manos.—¿Ese es? — Preguntó acercándose al infante para tomar con fuerza su mentón mirándolo detenidamente.
—Es de utilidad, te digo que nadie nunca lo ha usado y que de seguro te van a pagar bien.
—No me convence, ¿Seguro que no me estás estafando? No quiero un mocoso piojoso y escuálido en mi casa.
—Claro, ¿Acaso no recuerdas a su madre? El mocoso se parece a ella.
—Bien, lo compraré, voy a darle una utilidad mejor.
Akemi los miraba aterrado mientras temblaba, no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, su pequeña mente infantil apenas podía procesar que estaba frente a un desconocido que había pagado una suma realmente grande por él y que ahora se iría a otro lugar.
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No me mires (Agatsuma Zenitsu)
FanfictionA sus 15 años, Akemi es un chico bastante tímido y reservado con un pasado doloroso, Le cuesta relacionarse con personas nuevas, pero todo cambia el día en que cierto rubio chillón llega a la finca de las mariposas para recuperarse de sus recientes...