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—¡Concéntrate en lo que tienes al frente en vez de estar llorando jodido Monitsu! — Gritó el joven portador de la máscara de Jabalí mientras volvía a la pelea, mirando mal al rubio, quien seguía llorando por culpa del demonio que tenían en frente, el cual no era precisamente fuerte, sin embargo era jodidamente rápido  y estaba aprovechándose de eso atacando a Tanjirō y Akemi.

Este último tenía un pequeño corte en su ceja derecha, no muy profundo, sin embargo sangraba bastante.
—Mierda... — Murmuró el pecoso al ver que el demonio iba directo hacia Agatsuma, aprovechándose de que este se había desmayado,

Inhaló profundamente intentando concentrarse apresurándose lo más posible para que esa criatura no tocara a Zenitsu, sin embargo, un destello amarillo se dejó ver y en menos de diez segundos el demonio estaba en el suelo sin cabeza.

Se detuvo abruptamente casi cayendo de rodillas a causa de la repentina reducción de velocidad, mirando sorprendido al chico que hasta hace poco lloraba desesperadamente y ahora estaba ¿despertando?...

—¡Increíble! ¡Akemi eres increíble!  — chilló el rubio acercándose corriendo para abrazar al castaño, siendo esquivado por éste y yendo a parar directo al suelo, prefería eso a darle otro golpe.

—Es mejor que volvamos... No es seguro seguir rondado a la intemperie durante la noche y necesito curar sus heridas — Habló el ojimiel aún algo confundido  mientras veía como Zenitsu se levantaba del suelo algo deprimido y una parte muy dentro de él se sintió mal al verlo de esa forma.

Intentó ignorar ese sentimiento, sacudiendo un poco su ropa y comenzando a caminar por el mismo sendero por donde  habían llegado, manteniéndose en silencio, mientras escuchaba a los tres chicos hablar de cosas triviales, dejando escapar un suave suspiro al oír al rubio hablar de Nezuko nuevamente y pedirle que saliera de la caja.

—Llegamos — Anunció luego de otros quince minutos de recorrido con voz algo  cansada y más grave de lo normal, viendo a la amable ancianita dueña de la casa abrirles la puerta y permitiéndoles el ingreso para que pudieran descansar y curar sus heridas.

La verdadera odisea llegó cuando tuvieron que escoger las camas, fue casi una hora de discusión, en la cual Inosuke se cambió casi cinco veces de cama intentando competir con Zenitsu, este último le  siguió el juego al ojiverde entre risas y algunos golpes mientras que el ojimiel veía entrar a un doctor, el cual se acercaba amablemente para revisarlos, sin inmutarse a los gritos de los dos cazadores que seguían discutiendo y gritándose entre si, sumado a las disculpas que daba Tanjirō ante el alboroto.

—Bien, solo son raspones superficiales, no necesitan mayor cuidado, con lo que hice ahora bastará — Habló el hombre de forma amable levantándose y reuniendo sus cosas, Para luego despedirse y retirarse, dejando a los cuatro jóvenes solos, cada uno recostado en su cama. 

—Deben dejar de ser tan ruidosos — Murmuró Akemi mientras miraba el techo, disfrutando del breve silencio que se había formado.
—Y deberíamos dormir, mañana debemos volver a la Finca de Shinobu-san

—No le digas al Gran Inosuke que hacer. — Habló el Ojiverde levantándose nuevamente con una enorme sonrisa dispuesto a seguir haciendo alboroto, sin embargo la caja en donde Tanjirō llevaba a su hermana comenzó a moverse, indicando que Nezuko había despertado e iba a salir para dar su vuelta nocturna.

—¡Nezuko-chan! — Zenitsu se levantó instantáneamente yendo hacia la pequeña demonio para abrazarla, sin embargo fue esquivado nuevamente, dándose por segunda vez contra el suelo en lo llevaban de viaje.

—¡Zenitsu, te dije que no hicieras eso! — Tanjirō recibió el abrazo de su hermana menor mientras miraba con reproche al rubio, quien estaba levantándose del suelo con varios corazones rondando a su alrededor, llendo directo hacia la chica, siendo detenido por Akemi, este último lo tomó desde la parte superior de su ropa y lo llevó a rastras a su cama.
—Quédate ahí — habló cruzándose de brazos, mirándolo de forma "amenazante", no obstante, solo estaba aprovechándose de la fama que le dieron las pequeñas de la finca, pues si Shinobu estuviese con ellos se reiría en su cara,  parecía más un gato bebé enojado.
Desvió sus pensamientos para mirar al rubio, quien seguía intentando llegar con Nezuko, sin embargo se detuvo al recibir una  nueva mirada de reproche de parte del castaño y se quedó quieto murmurando cosas inaudibles para los demás.

Luego de comer todos juntos, siendo asaltados de vez en cuando por Inosuke, por fin pudieron ir a dormir, se notaba bastante que estaban cansados, Sobre todo el pecoso, quien apenas tocó la superficie blanda se quedó dormido.

Sorprendentemente, era la primera vez que no se llenaba de malos pensamientos e inseguridades antes de dormir con otras personas, por lo general siempre dormía solo, encerrado con llave y con su Nichirin a un lado, sin embargo ahora la había dejado junto a las otras en la esquina más alejada del cuarto y había caído rendido. 

...

—Ven aquí, Te toca ganar un par de monedas hoy — Una voz, rasposa y ronca resonó a su lado, seguido de desagradables toques en su espalda y cadera, su respiración se agitó, como pudo comenzó a removerse, sintiendo un fuerte puñetazo en su estómago.

—¡Quietita Jodida Zorra! — su cuerpo se tensó con fuerza, acatando a causa del inevitable pánico que apresaba cada célula de su ser, comenzando a derramar gruesas lágrimas de dolor y miedo.
Un fuerte grito escapó de su garganta al sentir su ropa ser arrancada bruscamente junto con toques descuidados y brutos, los cuales dejaban marcas violáceas en su delicada piel.

—Ya cállate, te va a gustar,  ya lo has hecho muchas veces.  — el tipo, a quien no lograba verle el rostro tomó sus muslos de forma completamente brusca y lo obligó a abrir las piernas.
—Sucia Zorra.

...

Abrió sus ojos abruptamente comenzando a repirar de forma agitada en un vano intento de retener el grito que había en el fondo de su garganta, se levantó Intentando no  hacer más ruido del necesario y salió del cuarto, sintiendo una horrible presión en su pecho y las lágrimas desbordando sus ojos.
Negó varias veces, sintiendo arcadas al recordar lo ocurrido e intentando mantener su respiración calmada, convenciéndose lentamente de que era una pesadilla..

Un pequeño sollozo escapó de sus labios y sus hombros comenzaron a temblar con fuerza, se reprochó a si mismo el hecho de ser así, se suponía que ya había superado eso, ya no era el mismo de hace años y ya no estaba en ese horrible lugar.

Dio un fuerte salto en su lugar al sentir una mano posarse en su hombro.
—Akemi... ¿Estás bien? — pudo reconocer la voz de Zenitsu, no iba a dejar que lo viera así, mucho menos sabiendo que había una pequeña posibilidad de que la relación que tenía con ese trio de chicos cambiara al enterarse de su pasado.

—Estoy bien.... No es nada — Secó sus lágrimas obligándose a permanecer tranquilo y se giró para mirar al rubio, quien asintió no muy convencido.
—Vuelve a dormir....iré en un rato, solo necesitaba algo de aire fresco.... — Murmuró, sin decir la verdad del todo.

—Uh....entonces me quedaré aquí contigo un rato, quizás Nezuko-chan va a salir a dar un paseo así que la esperaré — Habló Agatsuma sonriéndole suavemente, sentándose a su lado, sintiendo muy internamente la necesidad de no dejarlo solo, pues su oído no lo engañaba y sabia que el chico mentía, sin embargo prefirió no presionarlo.

No me mires  (Agatsuma Zenitsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora