La tristesse du Diable [✓]

Capítulo 3

LA TRISTESSE DU DIABLE

"Á ÉTE"

Manuel
Apago la música y me paso las manos por la cara tratando de borrar un poco mi gesto de cansancio, han sido un par de noches complicadas. 

Después de la primera charla con Beatriz me ha costado un poco parar de pensar, en todo, no solo en ella, en todo. 
Las clases van bien, como siempre, pero no sé, me cuesta demasiado centrarme en eso, y usualmente soy bueno desconectándome del trabajo cuando estoy a solas.  

—¡Ha sido una clase excelente! Los felicito a todos —camino nuevamente a un punto medio frente al espejo—. Muy buen avance ustedes dos —señalo a una pareja de personas que creo son mayores que yo, creo que son un matrimonio, y se nota que hacen esto con dedicación— ¿Nos vemos? 

Me quedo tildado en eso unos segundos, más largos de lo que querría, y entonces veo de reojo los colores de su vestido y volteo para hablarle: 

—Muy bien Beatriz —me acerco a paso lento y sonríe. 
—Gracias, pero sé que hoy no ha sido mi mejor día. 

Quizá, pero sigue teniendo un buen nivel, nada borra eso. 
 
—Todos tenemos malos días. 
—Todavía no entiendo porque me ha elegido a mí. 
—¿Volvimos al usted? 
—Eh si, ha sido sin querer. 
—No pasa nada. 
—¿Y entonces? ¿Usted ha visto a Verónica? Ella sí parece buena en esto... 
—No sé, simplemente supe que tenía que elegirte a ti. 

Y ya lo dije, usualmente soy bueno desconectándome de esa parte de mí que me obliga a hacer este tipo de cosas, pero con ella, parece que no ha sido tan mala idea hacerle caso. 

"—Manuel...—me arrebata el vaso de la mano, aunque intento evitarlo— ¿Podes escucharme? 
—¿Podes dejarme en paz? Estoy harto de tus sermones. 
—Tenes compromisos y....—no quiero que siga diciendo tales estupideces. 
—Teníamos compromisos, teníamos —la idea me quema por dentro— los dos, no yo, a la gente no le importo solo yo. 
—Si que importas Manu, te quieren. 
—No quiero hablar de eso, no quiero nada de esta mierda. 
—No podés hacerte esto...además... 
—Además una mierda Gerald, no voy a ir y si eso te molesta pues vete, me importa un carajo. 
—Sé que estas pasando por un momento difícil pero no podés hacer esto. 
—¿No entiendes lo que acabo de decir? Quiero que te vayas y que me dejes en paz. En palabras simples: estás despedido. 
—Pues no puedes despedir a tus amigos —deja el vaso sobre la mesa— no quiero que le hagas esto a tu vida. 
—Yo ya no tengo una vida. 
—No digas eso. 
—Entonces no me escuches, no me veas, vete. 
—No me voy a ir. 
—Entonces solo cállate, por favor, solo cállate"
 
Se ríe de algo e intento pretender que sé de qué, pero me he perdido una parte de la conversación, creo. 

—Que mala intuición. 
—No ha sido intuición. 
—¿Y entonces? 
—Una corazonada. 

«Me recuerdas a alguien» 

Hasta en mi cabeza suena a una estupidez. 
Tampoco sé si sería capaz de admitirlo. 

—No te tires tan para abajo, lo único que no ha sido bueno ha sido el paso ocho, pero no es uno sencillo. 
—O yo no soy buena. 
—Eso sí que no lo acepto —le ofrezco mi mano y vuelve a soltar una de esas risitas tímidas, en serio, ni yo sé que estoy haciendo— veras que con unas simples pulidas saldrá de maravilla. 
—Lo dice porque lleva años bailando. 
—Créeme que en algún momento de mi vida estuve en tu posición. 

"—Pero con suavidad —sonríe y eso solo me pone aún más nervioso— Eres un tonto. 
—Es que si vas conmigo vas a perder. 
—La idea es hacerlo juntos. 
—No quiero arruinar tu presentación. 
—Juntos o nada. 
—Para toda la vida. 
—Pour toute la vie mon amour"

—No sé, me cuesta creer que eso haya sido real —corre al estéreo y le da pley antes de volver y tomar mi mano. 
—Si, a veces a mí también. 

Pero lo fue. 
Aunque quisiera que no. 

Lo fue.