Escena Extra | Lado B

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ESCENA EXTRA

LADO B

Lyon, Francia.2027

Beatriz:
Me sudan las manos y no recuerdo cuando fue la última vez que estuve así de nerviosa, bueno, de hecho sí que lo recuerdo, y demasiado bien.
Me imaginé esto cientos de veces, más de las que debería haber sido, pero, ninguna se le parecía a lo que realmente estoy sintiendo ahora.
Yo antes era fiel creyente de que el pasó del tiempo ayuda con algunas cosas, pero esto, no creo que exista plazo de tiempo que pueda hacer que sea menos difícil, para él y para mí.

Reviso otra vez el sobre encima de la mesa, como si las fotos dentro de él fuesen a desvanecerse o algo por el estilo y otra vez corroboro la hora para ver si no es que me ha dejado plantada. Sé que no, él no lo haría.
No entiendo porque ha accedido a verme, supongo que, él es mejor persona que yo en muchos sentidos.

—Beatriz —oír mi nombre aquí no es algo que haya sido común en mi estadía, así que escucharlo de una voz distinta a la suya me sorprende.

Puede que muchas cosas hayan cambiado pero sé que no podría olvidar como se oye, no podría olvidarlo ni aunque quisiera. Nunca.

—Gerald.
—Buenas tardes.
—Si, buenas tardes.

Me siento todavía más incomoda de lo que ya lo hacía porque ahora no sé qué hacer, toda la escena que había montado meticulosamente en mi cabeza se desmorona y no sé cómo armar una nueva con tanta prisa.

—Todavía soy yo el que lee ese correo así que pensé que lo mejor era que viniera antes.
—Me imagino.
—No, no te imaginas.

Él debe odiarme, no lo conozco, pero por como Manuel me hablo de él estoy segura de que lo hace y de que me considera de lo peor.

—Bueno.
—N-no sé si hay alguna forma correcta de decir lo que voy a decir.
—Entonces dilo. No tengo mucho tiempo.

Bien.
Por esto estoy aquí.
Ya lo hecho, hecho está.

—Bueno, creo que no hace falta que describa de ninguna forma mi relación con Manuel.
—No. Lo usaste a tu beneficio sin pensar ni un momento en él, eso lo tengo claro.
—Y-yo, si, hice las cosas mal...
—Por favor, no me digas que todo esto es para ofrecerle una disculpa vacía y sentirte mejor contigo misma porque ...
—Es que tuve un bebé.

Bueno, adiós meticulosa planificación.
Se ríe, no con gracia, más bien como si esperara que me riera yo también, pero no puedo.

—¿Qué has dicho?
—No quería decirlo así, pero, es que...tuve un bebé.
—¿Estás insinuando...
—No es una insinuación, Manuel y yo estábamos juntos, yo no estaba con nadie más.
Mon dieu...es que estoy alucinando.
—Gerald yo... sé que no tengo credibilidad pero, de verdad, a estas alturas ¿De que me beneficiaria aparecerme para mentirle otra vez? Si es que alguna vez me beneficio...
—Por favor, no trates de darme lastima porque no te veías tan afligida después de las entrevistas.

No me entrevistaron como la chica que engaño a Manuel, más bien, como la chica que el había elegido para bailar en su última aparición pública.
Si tan solo me hubiese detenido a pensar realmente en lo que querría quizá me habría dado cuenta de que, el simple hecho de que él me hubiera hecho su compañera de danza aquella primavera era suficiente para que obtuviera el reconocimiento que esperaba, sin lastimarlo como lo lastime.
Pero estaba ciega.
Nunca fui capaz de ver qué tan cruel era lo que hacía, hasta que fue demasiado tarde.

—Estas, son sus fotos —deslizo el sobre encima de la mesa y él lo mira con recelo—. Por favor, yo ni siquiera espero nada a cambio solo...supongo que creo que él se merece saberlo y Claire también.
—¿Le has llamado Claire?
—Si.
—No estás bien de la cabeza Beatriz —se pone de pie y por un momento creo que se irá en serio, pero cuando voltea, se congela a medio movimiento.

Claire sube las escaleras de un pequeño tobogán en el patio de juegos del parque y sé que la reconoce cuando se cruza en su campo visual.
Bueno. Siempre pensé que eran muy parecidos.

—Cumplirá siete años dentro de un mes y yo...yo creía que no lo necesitaba ¿sabes? Estaba segura de que ella jamás iba a necesitarlo, pero, una mañana me preguntó por él, y por sus abuelos, y entonces me di cuenta de lo que les había hecho, a los dos. Les he quitado la oportunidad de compartir siete años juntos y nada puede devolvérselos...pero, podía venir aquí y admitir mi error. Yo no me merezco el perdón de nadie por esto, de eso soy consciente. Pero Claire no se merece pagar por mis decisiones...no se merece perder a su padre porque yo he sido una tonta. Solo quiero darle la oportunidad.
—¿Desde cuándo lo has sabido?
—Ya nadie sabía nada de Manuel cuando me enteré, aunque todavía me llamaban para dar mi versión de la situación.
—Pero nunca antes trataste de comunicarte con él.
—No. Ya te lo he dicho, no pensaba decírselo...
—¿Y cómo puedo creer que no me estás engañando ahora? No me importa que le digas que no te da beneficios mentirle otra vez, después de todo, eres una mentirosa patológica.
—Aquí tengo algunos estudios sobre el embarazo y las fechas y...
—Un ADN...
—Si es lo que consideras más seguro.
—No pienso decírselo hasta que vea ese positivo Beatriz, quiero que lo tengas claro.
—Lo entiendo.
—Bueno yo —sé que intenta ordenar sus ideas, no hay forma de tomar esto con calma—. Voy a ocuparme de conseguir la forma de hacer ese ADN sin que él se enteré y me voy a contactar contigo. Lo mejor es que no trates de verlo ni nada de eso, te lo pido por favor.
—No lo haré, puedes confiar en mi.
—No puedo, pero voy a hacer el esfuerzo.

Saca una tarjeta de su billetera y la deja sobre la mesa.

—Es mejor que hablemos por privado, siempre existe la posibilidad de que él entre a ese correo por error así que no vuelvas a escribirle por allí ¿Si?
—Tranquilo, voy a esperar tu mensaje.
—¿Te quedas mucho tiempo?
—Al menos hasta resolver esto.
—Bien, nos vemos cuando resuelva esto. Por favor Beatriz, no hagas una estupidez otra vez.
—Tranquilo, no pienso volver a cometer el mismo dos veces.

***

—¿Quien era ese señor del parque?
—Un viejo conocido.
—¿Conoces gente francesa? Yo pensé que no sabias hablarlo mamá.
—No, tu madre no es buena para el francés, ellos son buenos para el español.
—¿Ellos?
—Digo, la gente que conozco.
—Ah, como yo.
—Claro cariño como tu.
—¡Ay no! Se acabaron las pilas.

Corre lejos de mi sin darme tiempo a detenerla y se me pierde de vista en menos de un segundo.
Sabia que no era buena idea dejarla traer ese carro a un sitio desconocido, nunca me hace caso cuando lo pierde.

—¡Claire!

Recojo el resto de nuestras cosas sin cuidado y corro tras ella para encontrarla justo en la otra esquina.
Camino a paso apresurado y la escucho hablar con alguien.

—Merci.

La cartera se me desliza por el hombro y cuando vuelvo a prestar atención a la persona junto a ella se me para el corazón.
Manuel.

—Mamá, él me entendió.

Parece que no se cree lo que esta viendo, y tengo que ser sincera, yo tampoco.

—Manuel...

Se me escapa sin querer, porque necesito de alguna manera comprobar que no es fruto de mi imaginación, que de verdad esta parado a metros de mi mirándome a los ojos.

—Beatriz.

Un escalofrió me recorre todo el cuerpo. Volver a oír mi nombre salir de sus labios me trae tantos recuerdos vividos que no sé como soy capaz de no echarme a llorar justo aquí.
Por un momento me creo que él puede leer mis pensamientos y enterarse de lo que hago aquí. Y solo puedo asentir, como si eso fuera suficiente para confesarle la verdad que he venido a confesarle.

Sé que no lo es.

—Sabe tu nombre mamá.

Claire me tira el vestido para que le preste atención y es entonces cuando puedo recuperar el control de mis acciones y salir de ese microambiente que existía solo entré el y yo.
Todo al rededor vuelve a aparecer, la gente pasando junto a nosotros, las bocinas de los autos en la avenida, y la realidad. La realidad que por un segundo olvide en sus ojos.

—Si.
—¿Lo conoces?
—Claire...

Quizá si no lo conociera no sería capaz de leerle así la mirada, pero si que lo conozco, y puedo leer lo que acaba de sentir.

—Vamos a llegar tarde.
—¿Tarde a qué?

Ni siquiera yo lo sé, solamente quiero marcharme y pretender que no lo he visto.
Aún le duele.
Todo lo nuestro.
Todo lo que pasó.

Todavía sigo siendo la chica que le hizo daño.

—Vamos.
—¿Pero quién es?
—Sh —la alzo del suelo y me doy media vuelta con toda la fuera que consigo juntar.

No puedo seguir mirándolo a los ojos porque entonces voy a hablar demás. Y le prometí a Gerald que no le diría nada hasta que él pueda estar seguro, porque yo lo estoy.

Claire es su hija, nuestra hija. De eso jamás podría tener dudas.

Pero tal vez si podría dudar de su perdón, quizá es demasiado tarde, y sinceramente, hoy no tengo la suficiente entereza para enterarme de eso.
Prefiero volver al departamento y pretender que esto no pasó.

Siento su mirada sobre mi y entonces se me escapa una lagrima.
De repente el peso de lo que podríamos haber sido me cae sobre los hombros. Por eso no quise si quiera pensar en él todos estos años, por eso me convencí de que Claire no iba a querer saber de él jamás aunque era una idea estúpida. Porque aún para mi sigue siendo una tortura recordar que todo esto es mi culpa.
Él me quiso, de verdad me quería. Me entrego todo lo que necesitaba para sentirme segura y yo lo traicione.
Es que, en el fondo no importa si él me perdona.
Porque yo jamás me voy a perdonar el haberlo perdido.

Y me lo merezco.



La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora