Capítulo 2

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LA TRISTESSE DU DIABLE

"RECONNAISSANCE"

Beatriz recoge la cartera del suelo y la abre para poder averiguar quién es el propietario. Apenas lo hace, se topa con una foto de su profesor y una morena besando su mejilla.

Él se ve mucho más joven y ella es la chica del concurso de baile, la recuerda bien porque vio su programa hace unos días gracias a Chiara.
Parecen más que simples compañeros de danza ¿Puede ser que tuviesen alguna relación de otro tipo?

Bueno, ahora se siente como su amiga rubia, ella ama el chisme.

Por más de ser una persona que por muchos años estuvo considerando seriamente volcar sus estudios hacia el periodismo del entretenimiento, a veces, le cuesta realmente sentirse intrigada a cosas de interés popular. Sabe que tuvo suerte de conseguir el puesto que tiene, pero también sabe, que no es lo que quiere.

Quizá por eso no encuentra su interés, porque realmente, está corriendo todo el tiempo detrás de algo que ni siquiera es lo que quiere alcanzar.
Ella quiere otra cosa, algo más, algo mejor, algo de lo que ella se merece.

Aunque a veces lo dude.

***

Manuel
La cabeza me exige una almohada hace un buen rato, yo solo intento regalarles una buena cara a las últimas personas que salen de la sala, aunque sus pisadas en el suelo de madera me aturdan de una forma estúpida.

Cuando por fin la última chica abandona el edificio, me dispongo a corroborar que nadie más queda en la sala de ensayo una última vez, y entonces podré ir a mi hostal.

Desajusto mis zapatos y me asomo a la puerta encontrándome a la chica del vestido floreado revisando alguna cosa al otro lado de la sala, no me nota, está demasiado concentrada en lo suyo.

Es guapa, no lo puedo negar, de hecho, es bastante, muy, linda, pero, aunque no lo fuese, hay algo en ella que me es difícil ignorar. Hoy ni siquiera me di cuenta cuando empecé a mirarla, pero no pude evitarme el placer de compartir una pieza cerca suyo, fue casi, sin querer.

Todavía siento su aroma si me concentro un poco.

—Ey —voltea— ¿Qué haces aún aquí?
—Es que, olvidé mi botella y encontré esto, creo que es suyo.

Camina a paso lento hasta la puerta y me alcanza mi billetera, que no sé cuándo perdí.
¿Esto es lo que revisaba?

—Oh si, gracias, hubiese sido terrible perder todos mis documentos aquí.
—No es nada.
—Permíteme decirte otra vez que eres muy buena en el baile.

No digo eso por compromiso, ni siquiera la conozco, y si realmente quisiera algo más con ella no usaría trucos tan ridículos. Yo no soy mucho de rodeos para ese tipo de cosas.

—Gracias.
—¿Solo tomaste clases o hiciste algún grado?
—Clases espontaneas y uno que otro tutorial en YouTube —sonríe, parece dulce.
—Pues entonces se nota que esto te gusta. Hay algunos fallos en algunas técnicas, pero realmente pensaría que estudias esto hace tiempo.
—Eso es muy lindo, gracias.
—De que.

Enrula un mechón de su pelo lentamente y casi veo color en sus mejillas.
No puedo evitarlo, eso me produce una sensación de calidez extraña en el pecho y cruzamos miradas en un silencio para nada incómodo, hasta que mi teléfono lo interrumpe.

—¿Puedo molestarte?
—Dígame.
—¿Cuántos años crees que tengo? —se ríe, creo que comprende bien lo que quiero decir.
—No, no es por eso —niega— es que, como usted es mi profesor.
—No hace falta tanta formalidad, además ahora somos compañeros de baile.
—Oh claro, decime —se corrige.
—¿Puedes ayudarme a encontrar una dirección?
—Si, no tengo problema.
—Muchas gracias, sé que suena muy estúpido, pero más de una vez han dicho donde me hospedo para sacar fotos.

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora