Capítulo 11

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LA TRISTESSE DU DIABLE

"VOULOIR"

Manuel:
Rebusco en los cajones cuidadosamente cuando escucho la puerta de la habitación abrirse.

—Ey —sus pasos dejan de escucharse a unos metros de donde estoy y sé cual es su expresión, lo conozco bastante— ¿Qué... ¿Por qué tanta urgencia en verme?
—Nos vamos.
—¿Qué?
—Que nos vamos.
—No estoy entendiendo —pone una mano sobre mi hombro, esa actitud me molesta— ¿Qué sucede?
—Nada, solo quiero irme.

Que quisiese e intentase explicarle lo que está sucediendo, no haría diferencia. Por eso prefiero ahorrarme toda esa palabrería.

—No puedes, tienes un contrato, ya sabes eso.
—Pues no me interesa.
—Manuel ¿Puedes frenar y hablar conmigo?
—No hay nada de qué hablar.
—Eso no es verdad.
—Quiero irme Gerald ¿Eso no es lo suficientemente claro para ti?
—¿Y a dónde?

No lo he pensado con demasiada claridad, y ningún lugar aparece en mi cabeza. Es que tampoco tengo un sitio a donde ir.

—A donde sea.

—No te entiendo, de verdad... ¿Qué pretendes? Últimamente, todo tu comportamiento y....primero la entrevista, después las llegadas tarde y ahora quieres irte e incumplir el contrato ¿Quieres arruinar tu carrera?

Quisiera, sí.

—Me da igual, ya estoy cansado de todo esto.
—Si, yo también —admite.

Me duele por un segundo, pero no como una traición, más bien porque lo entiendo.
No es sencillo para mi lidiar conmigo mismo, mucho menos debe serlo para él.

A veces me cuesta comprender porque hace todo esto si ni siquiera lo valgo.

—Entonces deberías irte.
—Debería hacerlo, al final conseguirías lo que siempre has querido ¿No?

Ya no puedo seguir haciendo lo que estaba haciendo, y tampoco puedo ignorar su tono de voz.
Lo sé, para él no es fácil irse de una vez.

Ha pasado esto muchas veces y siempre "lo hemos arreglado", aunque eso en realidad significa que él ha decidido pretender que no he sido un cabrán con él, demasiadas veces.
Creo que ninguno de los dos ha querido admitir nunca que dejamos de ser esos amigos que éramos hace años, y sé que la mayor parte de la culpa es mía, pero, no he sabido como arreglar todo lo que iba haciendo mal.

Me lo reprocho constantemente porque me encantaría que siguiésemos siendo los mismos chicos que éramos cuándo éramos jóvenes, los mismos que se conocieron en clases de baile y soñaban con esto que tenemos ahora. Pero no lo somos, ni los que éramos ni los que soñábamos ser.
Nos perdimos a nosotros también.

—Perfecto entonces —se me entrecorta la voz y me maldigo por no poder controlarlo, la situación ya es demasiado complicada como para ponernos más sentimentales.
—Perfecto —oigo un suspiro— que lo he intentado Manuel...
—Si, siento haberte hecho perder tu tiempo.
—No.
—Si.
—Voy a quedarme en la ciudad unos días, si necesitas algo...
—Tú también, pero ya hiciste suficiente.
—Okey. J'espère qu'on se reverra...
—Au revoir, Gerald.

Lo sigo con la mirada hasta que abandona la habitación y de pronto todas mis palabras me pesan con fuerza en el pecho.
No sé qué estoy haciendo, en general, pero todo lo que creí que estaba bien, se está desmoronando.

Quisiera que me duela más.
Quisiera que me duela lo suficiente como para tener fuerza para intentar sostenerlo yo mismo.

Quisiera que, en realidad, todo, hubiese sido diferente.

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La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora