Capítulo 5

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LA TRISTESSE DU DIABLE

"ANNEAU"

Manuel se arregla la corbata con concentración y Gerald entra al camerino con un vaso de café en cada mano. 
 
—Gracias. 
—De que —deja el suyo sobre la mesa— ya he entregado las condiciones, ya las firmaron. 
—Genial —mira una última vez su imagen y toma la bebida caliente para darle un buen trago— ¿Y qué tal la ciudad? 
—Bien, a Sole le gusta mucho. 
—Me alegro. 
—¿Tu? ¿Conociste algún otro lado? 
—No, las clases me dejan frito. 
—Me imagino ¿y los alumnos? 
—Muy bien, se nota que les gusta lo que hacen. 
—Me alegro porque la última vez fue un desastre. 
—Si, por eso preferí lo de los hoteles más discretos, no quiero que la reputación vuelva a afectar a las clases. 
—¿Y eso? 
—¿Qué? 
—Digo ¿no conociste a nadie? 
—Yo no tengo tiempo para esas cosas, y no me preguntes, lo voy a poner en tus condiciones también —medio sonríe para darle la espalda y quitarse un anillo con concentración— ya sabes bien como son las cosas. 
—Si, pero... 
—No hay peros ¿okey? 
—Si —suspira con un poco de frustración y para su suerte alguien golpea la puerta interrumpiendo la escena. 
 

—Permiso Manuel —una de las productoras—. Ya vamos a empezar a grabar. 
—Ah, sí, vamos. 
 

Ve al español seguirla y cuando se acerca a dejar su vaso de café en la mesa ve el anillo en el suelo. 
Si Manuel se enterara lo mataría, pero, al menos tiene que intentarlo. 

Lo levanta y lo guarda en uno de sus bolsillos con cuidado. 
Solo intenta ayudar, y con Manuel, nunca es por las buenas. 

Manuel: 
La reportera sonríe como si en realidad hubiese dicho algo muy gracioso y relee su lista de preguntas antes de cambiar su tono de voz completamente, sé que viene ahora, siempre hablan así cuando quieren que el ambiente sea triste. 

—Entonces, sabemos que contaste muchas veces esta historia, pero ¿Cómo empezaste con la danza? 
—Bueno —tal como dijo, he contado muchas veces está historia— mi madre era muy fanática del hip-hop, ella era muy de esa vibra y empecé a bailar por eso, le encantaba verme y tengo que admitir que creo que era porque reía mucho. 
—¿Y ella qué dice de todo esto? 
—Ella murió cuando tenía 15 así que no pudo verlo, bueno, al menos aquí, pero sé que desde algún sitio debe haberlo hecho. 
—Seguro que si...—sonríe— ¿Y cómo pasaste del hip-hop al tango? 
—Bueno, la danza es muy amplia, una cosa a veces te lleva a la otra, bailé varios géneros más antes de este —varios es exagerar, pero supongo que así no va a pedirme que sea más específico— probar siempre fue lo mío y el tango me llamó. 
—¿Y no tuvo nada que ver la aparición de cierta chica? 

Mi cerebro tarda medio segundo en procesar lo que acaba de decir y cuando caigo en cuenta que no ha sido producto de mi imaginación busco a Gerald entre la gente detrás de cámaras, está igual que yo. 
¿Cómo es que ella...? 

—¿Era tu esposa? 
—Silencio —apenas he conseguido decir eso con firmeza— no voy a responder eso. 
—Pero... 
—Me marchó. 

—Manuel —un productor se acerca e intenta frenarme. 
—¡Hemos hecho un acuerdo! 
—Manuel, no va a volver a pasar... 

Ya ha pasado. 
 
—Tengo que irme ahora. 
—Disculpen —Gerald interviene— hablamos de esto antes de la entrevista —también parece enojado— Manuel ahora necesita tiempo, ¿Charlamos de esto para arreglarlo luego? 
—Está bien. 

Me importa una mierda lo que tengan que arreglar, no voy a volver, ha sido mucho. 
Nos encargamos de que firmen las condiciones antes y no puedo creer que estos imbéciles se hayan atrevido a intentar burlarse de estas. 

Escucho a Ger tras de mí y apresuro el paso, no quiero un discurso sentimental ahora. 

—Manuel... 
—Necesito irme. 
—Por favor, Manuel. 
—Quiero irme Gerald, necesito irme. 

Entro al camerino y recojo mi chaqueta antes de acercarme al escritorio para tomar mi anillo. 
Y no está. 

El anillo no está. 

—Mi anillo. 
—¿Qué? 
—Mi anillo no está. 

Reviso el suelo con la mirada para ver si lo veo por ahí, pero nada. 
No está, de verdad, el anillo no está. 
 
—¿Estás seguro? 
—Por Dios Gerald, te estoy diciendo que no está. Maldita sea. 
—Bueno no p... 
—¡No te atrevas a decir que no pasa nada! 
—No es para tanto. 
—Me han robado. 

—Ger... —el productor aparece en la puerta, nos ha seguido— ¿Qué sucede? 
—Me han robado —volteo a mirarlo directamente— mi alianza, me la han robado. 
—¿Qué? ¿Estás seguro? 
—Por supuesto, estaba aquí. 
—No puede ser... 
—Pues es, porque mí anillo estaba aquí y ya no está. 
—Nadie debería haber entrado... 
—Pues no está, y si no lo encuentran voy a llamar a la policía. 
—Amigo —mi representante me pone una mano en el hombro y lo aparto. 
—Déjame. 
—Deberíamos calmarnos. 
—No quiero calmarme —quiero gritarle, joder, lo único que me faltaba—. Quiero mí alianza. 
—La vamos a buscar Manuel. 
—Les conviene, por ladrones. 

Tomo el teléfono y salgo del camerino para irme de una vez por todas del estudio. 
No quiero seguir aquí. 

—Manuel... 
—Necesito un trago... 
—Manuel, hablemos. 
—No, quiero estar solo. 
—Por favor, no apagues el teléfono. 
—Está bien —si acepto sé que me dejará en paz— hablamos después. 
—Bueno. 

Freno un taxi y me subo sin volver a decir nada. 
No puedo creerlo todavía, nunca nadie se había atrevido si quiera a mencionarla y esto no voy a permitirlo. 

Me prometí que jamás dejaría que convirtieron lo nuestro en un título sensacionalista, y no voy a permitirlo, no me importa lo que tenga que hacer. 
No van a hablar de ella así. 
Nunca.  

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora