Capítulo 38

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"UN PEU PLUS"

Beatriz:
No soy consciente de cuánto tardé, pero cuándo recupero la noción del espacio, estoy frente a la puerta de su habitación.
¿Qué le voy a decir?

"Mañana va a salir una nota que escribí donde todo el mundo va a poder leer lo difícil que fue para vos perder a tu mujer"

No.

Pensarlo hace que tiemble aún más.

Abre la puerta con el torso desnudo, y se ríe cuándo me ve.

—Précieux ¿Qué haces aquí? Pensé que nos veíamos en tu departamento.

No lo voy a volver a ver.
No me va a volver a sonreír así después de mañana.

Nunca más va a recibirme con ese brillo en su mirada.

Mierda.

—Eu.

Y lo beso, sin pensarlo más.
Si voy a perderlo mañana, quiero disfrutarlo por hoy.

—Bueno —se ríe— Pensé que tenías trabajo.
—No importa.
—Okey.

Cierra la puerta tras de mí y vuelve a mi boca con dulzura.
Esa dulzura que nunca más va a ser para mí.

Me arden los ojos, y me pesa el pecho.
No quiero perderlo.

Me aferro aún más a él, como si eso fuera posible, y me abraza también. Como si supiera que algo sucede, pero no quiere preguntar.
Porque él es así.

¿Por qué tiene que serlo?
¿Por qué?

Me quito la camisa yo misma y cuándo su piel entra en contacto con mi piel, el nudo en mi garganta se agiganta.
Como quisiera haber hecho algo más.

—Te amo —le suelto y se detiene.
—¿Qué?
—Te amo Manuel ¿Sabes? Realmente, te amo. Pensaba que no se podía amar a alguien en tan poco tiempo, pero ahora sé que si, porque te amo.
—Bea...
—Sh, no quiero que me respondas. Quiero que me beses.
—Lo que quieras, précieux.

Me abalanzo sobre él y me sostiene con fuerza por la cintura, y me besa.
No de forma pasional y desenfrenada, más bien, cómo si entendiera que es una despedida.

Como si lo supiera sin que se lo diga.

—Siento no... —lo detengo.

No necesito que me diga te amo, porque sé que no puede.
Y me destruiría.

—Está bien.
—Vale.

***

Disfruto de esto más que la primera vez, sin juegos, sin rodeos, sin conveniencias.
Disfruto e intento recordar los pequeños detalles: cómo se siente su sonrisa contra mi cuello, como huele su pelo recién lavado, como acaricia mi cintura con sus dedos mientras me besa la boca. Me grabo cada detalle en lo más profundo del pecho, para que duela menos cuándo este totalmente sola. Cuando lo haya perdido.

Pone una película en francés, porque le dije que quería aprender y decirle apodos bonitos también, y me quedo recostada en su pecho.
No ve su teléfono ni una vez.

Pienso en cómo la primera vez que entré en este cuarto, cuándo lo hice sin su permiso, estaba lleno de fotos de ella por todos lados, y ahora, ya no hay más que un cuadro de ambos de espaldas en su mesa de noche.
¿Lo habrá hecho por mí? Porque no recuerdo que tan progresivo fue.

Me gustaba escucharlo contarme como Clara se enojaba por días porque él odiaba aprenderse muchas coreografías, y entonces le decía que cambiara de compañero, y ella se enojaba más.
Ay por Dios.
¿Por qué le hice esto?

Recuerdo cuándo me dijo que su madre le regaló a ella unos zapatos de baile muy lindos, para su cumpleaños, y dijo que eran por parte de los dos porque en realidad él tenía vergüenza de confesarle que había sido su idea. Y entonces ella lo besó cuándo sus padres entraron a la casa.

Me imaginé la escena tantas veces, que se coló en mis sueños, y veía a un Manuel pequeño que me había inventado, siendo besado por una niña con zapatos de baile.

—Perdóname, Manuel.

No puedo controlar mis lágrimas, aunque me esfuerzo mucho, no puedo.
Él me mira y cuándo nuestras miradas se encuentran veo preocupación genuina en sus ojos.

Lo sé, él siempre ha sido sincero conmigo.

—Beatriz —trata de incorporarse y lo detengo.

Me abrazo a él con fuerza y solo tarda segundos en relajarse y hacer lo mismo.
Sé que es la última vez que vamos a estar así de cerca.

Sé que mañana, cuándo lea eso por todos lados, va a odiarme como jamás ha odiado a nadie.
Y saberlo, me destruye.

La he cagado.

—Ey.
—S-solo...no me sueltes, por favor.
—Shh, tranquila, aquí estoy.

Quisiera poder volver el tiempo y hacer algo bien.
Quisiera no escribir ese artículo, o, cambiar la llave de mi departamento para que Josh no lo encontrara.

O quisiera haberlo borrado yo misma.

Maldita mierda.

Manuel es lo mejor que me ha pasado en años, todo eso que esperaba de los demás, toda esa aprobación que no sabía que buscaba, la encontré en él.
Él me quiso, aunque yo no fuese excepcional, me quiso.

Todavía me acuerdo vívidamente cuándo lo dijo por primera vez, como entendí que le era difícil decirlo porque nunca más lo había hecho después de ella.
El recuerdo me aprieta el corazón con tal fuerza que me duele por todos lados.

¿Y si le digo la verdad ahora?
No quiero.

No quiero perderlo todavía.

Quiero que sea mío un rato más.

—Bea.
—Estoy bien.
—¿Por qué estás llorando?
—Esa película me puso triste.
—Beatriz...

Sabe que miento.
¿Por qué ahora sabe que miento?
¿Por qué no se dio cuenta cuándo le sacaba información sobre su novia?

Claro, como si fuera culpa suya.

—Perdón, no quería arruinarlo así.
—Pero ¿Qué te pasa?
—No pasa nada.

Me aprieta contra él y seca mis lagrimas con delicadeza.

Mierda.
No puedo creer que lo he perdido. 

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora