Capítulo 16

86 18 7
                                    

LA TRISTESSE DU DIABLE 

"FLEURS"

Manuel:

—Espera, espera, tienes chocolate en la nariz —acerco una mano a su rostro y lo quito con delicadeza lo que hace que ella se ría.

No hemos bebido suficiente como para estar ebrios, pero, si lo suficiente para ser más desenvueltos.

Decidimos cenar en la habitación porque cuando volvimos a la terraza ya estaba llena de gente, no era la idea, realmente, eso hizo que perdiera su encanto.

—¿Y qué pasa si pongo chocolate en tu camisa?
—Nunca se saldría después —claramente.
—¿Qué?
—No sé.
—Dime —estira la "e" mientras hace un pequeño puchero, eso es realmente dulce.
—Que no lo sé —paso una de las frutas por su rostro, dejándolo otra vez, manchado de chocolate.

Achina los ojos y me pongo de pie para alejarme un poco.

—Ey —casi corre hasta donde estoy y termino chocando de espaldas contra la pared— límpialo, ahora.
—¿Cómo? Mis manos también tienen chocolate.
—Averígualo.

Me acerco con suficiente cuidado a ella y le beso la comisura de los labios para saborear el dulce sobre mi boca.

—¿Así? —pienso que va a reírse de eso otra vez, yo me reiría, pero no.

Apenas tengo tiempo de seguir pensando cuándo siento sus labios tan cerca de mi boca que no puedo reaccionar, por suerte ella lo hace, y me besa sin más rodeos.
Siento sus dedos rozarme la piel del pecho cuándo trata de desabotonar mi camisa y casi se me escapa un suspiro, que ahora sí, la hace sonreír.

Tengo mis manos en su rostro sin darme cuenta de cuándo lo he tomado.
Quisiera, realmente, que no significara tanto, y que no me hiciera sentir como lo hace.

Ojalá fuese como las otras chicas, esas con las que solo pasaba un rato de osadía cuándo ya tenía varias botellas de alcohol encima, pero sé que no lo es. Con ella no lo necesito, y creo, que ni siquiera lo quiero. Quizá, si quiero acordarme mañana de esta noche.

Quita mi camisa completamente y me alejo de sus labios para bajar hasta su cuello de una vez.
Su olor es cautivador, como a alguna flor, no sé exactamente cuál, solo sé que es una flor.

Ella toma una de mis manos para alejarla de su cintura y llevarla tras su espalda haciendo que mis dedos rocen el cierre de su vestido.

Bajo el cierre con lentitud mientras me concentro totalmente en el sabor de su brillo labial: a frutilla. Dulce, como ella.
Sigue sosteniendo una de mis manos mientras con la otra deslizo uno de los breteles de su vestido para terminar con la prenda totalmente, sin embargo, ella me suelta y se sienta sobre la cama sonriendo otra vez.

Lo quita ella misma sin dejar de mirarme a los ojos. Los suyos son oscuros, y atrapantes.
Aunque quisiera tampoco podría dejar de mirarlos.

—Ven hasta mí —se cruza de piernas y se relame los labios con lentitud.
—Voy hasta donde tú quieras.
—¿Hasta dónde quiera?
—Hasta dónde quieras.

18 

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora