Capítulo 6

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LA TRISTESSE DU DIABLE

"INTERDIT" 

Manuel:
No he podido dormir. 
Lo he intentado, pero no he podido. 

La clase ha sido un auténtico desastre y Gerald no ha dejado de escribirme mensajes hasta que he apagado mi teléfono. 
Sé que no han encontrado el anillo, y si no me habla por eso, entonces no quiero saber nada. 

Él sabe bien que estoy agradecido por todo lo que hace, pero no lo entiende, y nunca es muy bueno con sus palabras sacadas de algún libro de autoayuda entonces sé cuándo no debo escucharlo. 
Solo discutiríamos si lo intentase. 

Me siento con la espalda apoyada frente al espejo y espero que la música termine sola. 
Es extraño. 

Hace mucho no sentía esto, realmente, hace mucho que creía que lo llevaba mejor. 
Pero no, creo que me he mentido hasta mí mismo. 

Alzo la cabeza y me encuentro a Beatriz en la puerta, no sé cuánto tiempo lleva allí, pero no la he oído entrar. 

—Disculpa yo... —se acomoda el pelo nervioso— olvidé mí cartera. 
—No, no pasa nada. 
—Hoy no he sido yo la de los malos pasos —cruza el salón y recoge sus cosas. 

Lo sé, ya lo he dicho, no he podido concentrarme. 
 
—Yo, la verdad que no he tenido un buen día. 
—¿Puedo ayudarte? 
—No lo creo —ni siquiera sé porque se lo he admitido a ella. 
—Hoy ha sido casi como si no estuvieras. 
—Porque no estoy, yo ya nunca estoy. 
—¿Y eso por qué? 

Me pongo de pie y ella se acerca con lentitud, no sé si está bien que haya iniciado está conversación, ni mucho menos que haya iniciado este tipo de relación extraña que manejamos. 

—Porque la vida es así. 
—No parece que tu vida sea algo malo. 
—No todo es lo que parece Beatrice, a veces, las cosas son más que simples rumores. 

Asiente, como si lo entendiese. 
No creo que lo haga. 

—Obviamente, pero ¿Puedo decirte lo que creo? 
—Mhm. 
—Creo que esos rumores te ayudan. 
—¿A qué me ayudarían? 
—A disfrazar tu tristeza, quiero decir, ¿Quién pensaría en tu tristeza con esa reputación? 

Lo dije, esto, no está bien. 
Creo que sin darme cuenta la he dejado ver más cosas de las que debería. 
 
—Eres una chica profunda, y....me recuerdas a alguien. 

Tenía que admitírselo alguna vez. 
 
—¿Es algo bueno? 
—Si, realmente sí. 

Decirlo me produce una sensación extraña en el pecho, porque jamás nadie había conseguido esto desde que pasó lo que pasó, siento casi como si fuese un traidor. 
Instintivamente me paso el pulgar por el dedo anular y el vacío me refuerza la sensación. 

—Pero no te hace feliz. 
—A veces tienes que pagar un precio muy alto por la felicidad, así que, estoy bien así. 
—Siento eso. 

Me abraza. 
Me toma por sorpresa totalmente. 

—No sientas nada, estoy bien. 
—Okey, dejaré que sigas con tu máscara si querés. 

Se aparta y nuestros rostros quedan a centímetros otra vez, su perfume es tan dulce desde esta cercanía que no hago nada, quizá porque no quiero arruinarlo aún más. 
No estoy seguro, pero ella sí, porque me besa sin rodeos. 

Mi cabeza grita sin cesar "está mal" "todo esto está mal", y lo sé, pero no puedo alejarla. 
Es como si me prohibiese tanto sentir algo que ahora, siento demasiado, ella es, como una sobredosis en tiempos de abstinencia, como cuando conseguí el primer buen paso después de mucho tiempo de ensayo. 
No quiero apartarla, pero sé que está mal, porque ella es esa felicidad que pagué tan caro alguna vez.  
 

08 

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora