Capítulo 40

90 9 6
                                    

LTDD

"SOUVENIRS"

Manuel:
Había pensado en quedarme en el hotel el resto del viaje, lo admito.

En parte porque en realidad no quería cruzarme con ningún periodista (porque podría suceder) y, por otro lado, porque en realidad, está ciudad está llena de recuerdos de un Manuel que ya no soy, y de todas las cosas que él tenía que hoy yo, ya no tengo.

Había algunas cosas que pensaba hacer antes de ganar ese concurso y de todo lo que pasó después de eso.
Me gustaba la música y creo que podría haber hecho algo con eso, además de bailar, claro.
La cocina también era algo que parecía interesante y recuerdo bien que la familia de Clara creía que al final abandonaría el baile para dedicarme a eso, aunque a ella no le gustaba la idea de que dejara de bailar porque era algo nuestro.

Y entonces entiendo que ese también es un problema, aquí hay tantas cosas que eran nuestras que es imposible ignorarlas.
Supongo que por eso hui tan rápido, era más fácil, eso pensaba entonces.

Ahora definitivamente ya no sé qué quiero, ni que tengo, pero sí sé lo que no, y es a ella.

Me arrepiento de haberle dicho te quiero a otra mujer.
Me arrepiento de haber sentido eso por otra mujer.

Me siento un traidor.

***

Abro la puerta del departamento y el olor a encierro me golpea el rostro con fuerza.
Ni siquiera puedo creer que hayan pasado años desde la última vez que estuve aquí.

Casi me puedo ver parado frente al espejo intentando acomodar mí corbata para el día del funeral.
Yo no sé hacer eso porque nunca aprendí, y ella me ayudaba con esas cosas. Creía que nunca tendría que aprender.

¿Cómo podría haberme imaginado que la perdería primero?

Abro una de las cortinas y me trago un poco de polvo, pero no me quejo, sino lo hago no podré ver nada, y quiero hacerlo.
Necesito dejar que la sensación de hogar me abrace.
Quizá eso me ayude con todo esto que me duele por dentro.

Quizá si veo mejor encuentre uno de mis pedazos perdidos o algo, que me ayude a mantenerme en pie solo un poco más.
Aunque no sé para qué.

Está tal como en mis recuerdos (bueno, lleno de polvo)
Eso refuerza el pensamiento del hubiera y de pronto empiezan a arderme los ojos otra vez.

No puedo entender porque todo ha terminado así.

Entro a la habitación y veo de frente una de las fotografías de nuestra boda.
Ella odiaba que la dejara colgada allí porque decía que no combinaba con la decoración, y obviamente mí trabajo era fastidiarla.

Cuando se la llevaba la traía de vuelta y solía rendirse algunos días por eso.

Cuánto extraño verla enojada.
Mon dieu, cuánto la extraño a ella.

Todas las cosas que tenía aquí, aquí siguen. Pensé en dárselas a sus padres, pero nunca tuve el valor de moverlas de lugar porque ella lo odiaba, y era tan estúpido, pero en mí cabeza iba a molestarle.
No podía molestarle porque ya no estaba.

No entendía eso entonces.

Bueno, ahora tampoco lo entiendo, solo sé que es así.

Me la imagino cruzando la puerta, tras de mí, quejándose por alguna cosa que seguro olvidé comprar y ella recordó recién cuándo llegamos. El anhelo me quema la garganta.

Como desearía que estuviera aquí.
Soportaría sus reproches toda la tarde sin reírme ni una vez solo para tenerla aquí.

Y volvería por lo que olvidé.
Solo para tenerla aquí otra vez.

—Bonjour mon Ange.
—Bonjouuur—se incorpora un poco y me sonríe—¿Qué haces despierto tan temprano?
—Fui por tu desayuno, bueno, y el mío también.
—¿Qué diría tu madre si te viera despertarte temprano para ir por mí desayuno?
—Te aplaudiría porque eres la única mujer que ha conseguido que estos ojos se abran antes del mediodía.
—Lo voy a agregar a mí lista de logros por si acaso.
—Me encanta —le alcanzó su café y alza la caja con una mirada de confusión.
—¿Qué hiciste?
—Averígualo.

La abre y vuelve a mirarme.

—Así que tu tenías mí anillo eh.
—Era una sorpresa, pensé que no ibas a darte cuenta.
—Eres un tonto, pensé que lo había perdido.
—Ya deja de maltratarme y fíjate.

Deja el café a un lado y saca su alianza para revisarla con detenimiento.

—¡J'adore! —me abraza con cuidado de no tirar mí bebida— pero no me robes mí anillo otra vez porque me asustas —sonríe—. No voy a quitármelo nunca más.
—Yo tampoco —se lo pido y lo deja sobre la palma de mí mano para que pueda volver a colocarlo en su dedo anular— Clara, veux tu devenir ma femme?

—Pour toute la vie, mon amour.."

"Pour toute le vie"

Y sin embargo aquí estoy, en la que era nuestra casa: solo.

Saco la caja de los anillos de un cajón y me quito la alianza para poder dejarla junto a la suya.
No recuerdo porque me la dieron, pero ahora ni siquiera me importa.

Supongo que recién ahora entiendo que, aunque no tenga mí anillo, tengo todo lo que vivimos juntos y lo que sentíamos.
Y eso es nuestro, ni un anillo perdido, ni un montón de noticias ridículas puede quitármelo.

—Siento que no hayas podido estar aquí para disfrutar todo lo que puede disfrutarse, mon ange...esto era en realidad lo que querías tú y espero que al menos haya podido hacer un poco de lo que tu habrías hecho. Ya no voy a hacerlo más, creo que bailé suficiente por ahora...

Mas de lo que habría querido.

—Creo que prometimos demasiados para siempre, mon ange.

Y lo siento.
Quiero decirlo, quiero pedirle perdón, pero no puedo.

Me quedo con la espalda contra la pared, llorando sobre mis rodillas, hasta que se hace de noche, y la casa queda a oscuras, otra vez.

36

.

.

.

.

.

.

only love can hurt like this

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora