Capítulo 33

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LA TRISTESSE DU DIABLE

"AMOUREUX"

Beatriz:

—Bea —mueve una mano frente a mi cara— ¿Dónde estás?
—¿Eh?
—En la luna creo.
—Yo creo que del lado contrario —sonríe.

Entiendo tarde el chiste, pero igual no me río porque está en lo cierto.
No puedo dejar de pensar en Manuel.

—¿Estás triste porque lucifer se va?
—No lo llames así.
—Ay bueno —se ríe otra vez—. Yo sabía que ustedes dos tenían química, lo supe desde el principio.
—¿Eso es verdad? —Celeste está incrédula.
—No estoy pensando en eso, nada que ver.
—¿Y entonces?
—Creo que necesito un consejo.
—Si es sobre Julián, la respuesta siempre es que te alejes de él.
—No es sobre Julián.

Aún no les he dicho que lo hemos dejado, porque eso alimentaría sus chistes sobre Manuel.
No estoy preparada, para sus chistes, ni mucho menos para asumir que lo de Manuel pasa.

—Ah okey, proseguí.
—Si le mentís a alguien que no conocés, pero después cuando lo conocés, te arrepentís de haberle mentido ¿Qué hacés?
—Que específico —analiza la pregunta— Bueno, depende de la relación que tengas ahora con esa persona. Quizá la conoces, pero no vas a volver a verla así que ¿A quién le importa si alguna vez le dijiste una mentira?

Se suponía que así debía ser, él tenía que desaparecer, no quedarse dándome citas dulces e información que me ablandara el corazón.

No deberíamos habernos involucrado hasta este punto.

—Yo creo que las mentiras siempre afectan a las personas —acota Less—. Son mentiras, y las mentiras hieren.
—¿Y si fue una mentira que te ayudaría con algo?
—¿Ganar algo a costa de mentirle a otro, y, además, hacerle daño?
—¿No te parece que es muy exagerado, Celeste? Tampoco vas a arruinar la vida de alguien por una mentirita.

Ellas no tienen idea de nada.
Ni yo.

Quizá si es exagerado, quizá, no arruinaría su vida ¿No?

—Las mentiras tienen efecto dominó, solo digo.
—Bueno, ya entendí.

Quiero que se callen y dejen de alimentar la culpa que me crece por dentro.
¿Por qué ese artículo ya no suena tan tentador cómo antes?
¿Por qué la fama empieza a parecer oscura a comparación de esto?

¿Qué carajos pasa conmigo?

—Yo ya me tengo que ir, tengo algo que hacer.
—Ay amiga, que aburrida —Chiara casi hace un puchero—. Quédate un ratito más.
—Les prometo que la próxima vez nos juntamos un rato más largo.
—Que conste Beatriz, que conste.

—Nos vemos después chicas.
—Nos vemos después.

Cuando cierro la puerta tras de mí, las lágrimas se me acumulan en los ojos con una rapidez impresionante. Está confusión me tiene harta.

He vuelto a la edición hace días, y me he ganado un buen discurso de decepción de la boca de Paula. Dijo que debería haber previsto que no valía la pena confiar en mí.

Pensé en refregarle esas fotos en la cara, en mostrarle esas imágenes que nadie más vio y demostrarle lo que he conseguido, pero no pude.
Todavía no sé por qué.

En realidad, sí, pero me niego.
No es posible que en tan poco tiempo él me haga sentir así.

No puedo estar enamorada de él.
Solo son algunos meses.
No puedo.

Debería haberme quedado dentro hasta que el Uber este aquí, al menos con todo ese ruido pensaría menos.
Saco el teléfono para corroborar la ruta y siento un tirón en mi hombro derecho que hace que me estampe con fuerza en el suelo.

Apenas puedo ver todo lo que pasa mientras sucede. Un chico en una motocicleta tira tan fuerte de mi mochila hasta que consigue arrancar la correa, después de arrástrarme unos cuantos pasos sobre mis rodillas.

No puede ser.

—¡Bea! —Chiara sale primero de la casa y a los segundos Less la sigue con el teléfono pegado a la oreja.

Tienen que haber oído el escándalo.

—Dios mío Bea ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Intento explicar, más solo se me escapa un pequeño sonido.
No entiendo que debería explicar.

—¿Estás bien? —repite— ¿Te duele algo? —se agacha a mi lado y me ayuda a incorporarme— Dime algo, por favor.
—M-mi mochila, se llevaron mi mochila.
—Tranquila, lo bueno es que no pasó a mayores.

La computadora estaba en mi mochila.
Mi USB estaba en mi mochila.

El artículo y las fotos, estaban en mi mochila.

—Que estúpidas, deberíamos haber venido a acompañarte.
—Igual le habrían robado Less, por Dios.
—Bueno, nos calmemos todos ¿Okey?
—¿Llamaste a la policía?
—Si, ahora vienen.
—Veni, entremos —me ofrece uno de sus brazos y lo acepto. Me tiemblan las rodillas.
—¿Viste quien fue?
—No, no vi nada.
—No pasa nada, toma un poco de agua —me alcanza un vaso— Lo importante es que estas bien.

La nota.
Las fotos.
La versión final.

Son los únicos pensamientos que tengo claros, no es preocupación lo que los mantiene así, es...es alegría.
Estoy feliz de haber perdido el corregido de esa nota.

Justo antes de que pasara ya estaba pensando en cómo hacer para alejarme. Y ha desaparecido.

Paula no va a poder enojarse por eso. Eso me alegra tanto.

Que mal.
Ojalá me sintiera desesperada por recuperarlo.

Ojalá no me hiciera feliz no tener que tomar esa decisión yo misma.

Mierda Manuel ¿Qué es lo que estás haciendo conmigo? 

La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora