Capítulo 12

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LA TRISTESSE DU DIABLE

"POUR TOUTE LE VIE"

Manuel:
Cuando consigo que la mayoría de las miradas estén sobre mí, intento encontrar el discurso que me he estado repitiendo toda la noche en alguna parte de mi cabeza. No aparece del todo, solo palabras sueltas que denotan formalidad, supongo que hasta mi inconsciente sabe que tengo que engañar a toda esta gente y hacerles creer que he planeado abandonar el grupo a poco de terminar solo porque no sé qué es lo que me pasa. Increíble.

—Bueno, primero quiero hacer un énfasis especial en el progreso que he notado a lo largo de estas semanas en ustedes, creo que es necesario que les diga que se nota que muchos realmente trabajan en mejorar y me alegra.

Aplauden con verdadero entusiasmo.
A veces me parece que no recuerdo la última vez que yo sentí esa pasión verdadera por la danza, y la amaba, pero ya no sé si lo que siento es eso.

Es más bien como un sentimiento amargo que se me cuela en la garganta cada vez que tengo que memorizar una coreografía yo solo.
Supongo que es porque me ahogan las imágenes del pasado, constantemente.

—Ahora sí, lo que tenía que comunicarles es que esta es nuestra última semana juntos.

Pocos, o los pocos en los que me concentro, pierden esa sonrisa de satisfacción que tenían por el piropo anterior, y ahora parecen consternados.

—Perdón profesor —alguien alza la mano— ¿Adelantaron la presentación final?
—No, no puedo quedarme a la presentación final, pero no sé preocupen que su certificado y las clases van a estar, yo no.
—Pero eso no tiene gracia —sé a lo que se refiere, pero no quiero cambiar de opinión.
—¿No vienen a tomar clases?
—Si, pero pagamos por clases con usted.
—Siento mucho tener que abandonarlos antes, pero, aunque quisiera, no puedo quedarme.
—¿Y qué si no queremos otro profesor?
—El curso tiene una duración y si no hacen todas las clases se supone que no deberían tener el certificado de finalización, y si se trata del dinero, las clases restantes se van a dictar así que no van a perder nada.

Asienten en silencio, uno que se extiende por uno segundos incómodos para todos.

—Entonces...excelente clase —tengo que aclararme la garganta para tratar de que el ambiente tenso desaparezca— Nos vemos la próxima.
—Hasta la próxima.

Los observo mientras salen de la sala charlando entre ellos haciendo que el bullicio reaparezca.
Ha sido, en general, una clase extraña. A penas he podido dormir anoche después de que ese sueño me despertó, y sí que quería, pero no podía dejar de pensar en eso.

Supongo que voy a tomarme el día para reponerme.

Sé que tengo que hablar con Gerald antes de que se marche, no estoy seguro de cuál es la razón, pero sé que debo. No quiero que después de tantos años trabajando juntos esto haga que todo termine mal. Sé que tengo que pedirle perdón por lo que ha tenido que aguantar.

—¿Así que te vas?

—Ay Beatriz, casi me matas.
—Ya veo, te pusiste blanco como un papel.

Supongo que es verdad, no he tenido los mejores hábitos el último mes.

—Pero ¿Estás bien?
—Si, estoy bien, no he dormido demasiado hoy.
—Eso es muy malo para el rendimiento —imita un acento, y creo, que es el mío. Me causa gracia.
—¿Así me escucho?
—Mhm pero con un acento más raro.
—¿Raro?
—Si.
—Okey...
—¿No quieres que te acompañe?

Creo que lo que es raro aquí es ella.

—No te molestes, te dije que es solo no dormir.
—Entiendo...
—Si eso te deja más en paz.
—Podría ser.

Sé que debería mantenerme lejos, es por eso que me marcho, sé que esto no está bien.
Cuando tenía alguna interacción con una chica antes, no había forma de que fuese más allá de algo casual, y con ella es diferente. Eso lo hace peor.

No volvimos a hablar del beso, solo, de nosotros, como si nos interesara conocernos más. Y no debería interesarme, porque no debería importarme.
Pero lo hace, y no debería.

—Bueno, entonces.
—Entonces si te vas...
—Si —recojo mi bolso de la recepción y ella me espera a un par de pasos— ¿Y tú? ¿Qué pensaste sobre irte a Brasil?
—Bueno, hablé con mí familia de allá y no iré.
—¿Y eso?
—Dicen que los problemas de pareja se solucionan juntos y no huyendo —se ríe un poco— como si quisiera solucionar algo.
—¿No quieres?
—Ya no voy a volver con él, ni lo intento, no voy a dejar que ellos me convenzan. Pensaba en aplicar a un trabajo aquí, algo como editora.
—Interesante...espero que consigas algo que te guste.
—¿Y vos? ¿Ya averiguaste que te gusta?
—No.
—¿Y por qué te vas?
—Tampoco lo sé.

Me gustaría no saberlo.

—Espero que encuentres una respuesta entonces.
—Gracias.

—Señor Manuel, bienvenido otra vez.
—¿Qué tal, Karina? ¿Me servirías un café, y uno para la señorita?
—No hace falta...
—Me has acompañado hasta aquí, déjame que al menos haga algo.
—Bien.
—Perfecto.

Me sigue por las escaleras, no sé porque no le he dicho que se quede abajo, así que simplemente trato de actuar como si no me importase.

—Dejaré las cosas en la habitación y salimos a la terraza.
—Okey...

Entro al cuarto y dejo la puerta entre abierta, la cerraría, pero sería demasiado descortés cerrarla en su cara. Busco un poco con la mirada antes de pasar al vestidor, por si hay alguna cosa que no quiero que vea, no encuentro nada, entonces la dejo atrás.

Me cambio la camisa con prisa y cuándo vuelvo, la veo sosteniendo una de mis fotos; merde.

«pour toute la vie ♥️ mon ange» «C&M»

La leyenda me desconcentra un par de segundos, y entonces, me aclaro la garganta para que me note.
No sé qué hace...

—Oh yo...perdón no...es que...es la chica del concurso ¿no?
—Mi esposa —se me escapa, no sé exactamente porque, no puedo evitarlo.

Parece perdida de repente, y su mirada vaga por mis manos. No había notado mi anillo antes, eso es, no sé, eso me deja un poco más tranquilo.
Ya me había hecho ideas.

—¿Y dónde está?
—No está, y mejor salgamos de la habitación.
—Si, perdona.

Camina con paso rápido dejándome un poco atrás, no tiene que decir nada porque su rostro la delata, esta avergonzada.
Quizá fui un poco brusco, pero nunca se lo había dicho a nadie.

—No te preocupes —voltea a mirarme, está roja— No pasa nada.
—Disculpa, no debí hacer eso solo...no me di cuenta.
—Ya, en serio, no pasa nada.
—No sabía que ustedes dos, ya sabes, tenían algo.
—Teníamos algo más que algo, lo teníamos todo.


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La tristesse du Diable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora