ocho

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Me encontraba ensimismada mirando a la nada mientras me terminaba de fumar un segundo cigarrillo. Cuando me encontraba mal durante mi jornada laboral siempre me iba a la azotea de aquel pequeño edificio a fumar y a intentar respirar un poco de aire fresco para distraerme e intentar poner la mente en blanco, aunque a esas alturas tenía más que asumido que era imposible parar todo lo que en mi cabeza acontecía. Los pensamientos me iban a mil por hora, me mareaba si me intentaba concentrar en alguna de las ideas que se me venían a la cabeza, y en ese entonces el nivel de dificultad podía multiplicarse por diez debido a las cosas que me estaban pasando. 

El cielo no estaba azul, sino que era gris, pero tampoco había nubes. De hecho parecía humo, como si algo se encontrara ardiendo. Me sentía atrapada en una cápsula y en mis pensamientos, en esas ideas permanentes que no me dejaban vivir y en aquellos gritos internos intrusivos que de vez en cuando me hacían querer dormir y no despertarme hasta que dejaran de caer truenos en mi cabeza, aquellos mismos que me hacían padecer dolores de cabeza y cansancio físico y mental. 

Todo estaba siendo una mierda. Pensaba que las cosas podrían mejorar una vez consiguiera mi sueño y sin embargo me estaba dando cuenta de que a medida que me encontraba más cerca de conseguir lo que llevaba años y años anhelando, peor estaba mi salud mental y, por ende, yo.

Yoongi me miraba desde lo lejos, apoyado en el muro que nos separaba de una caída mortal. Notaba su mirada, no la había apartado en ningún momento, sabía que seguiría ahí quieto hasta que el grifo de mis lágrimas se cerrara, y es extraño que supiera con tanta certeza que se iba a quedar conmigo después de haberse ausentado cinco años sin más, pero tenía una extraña corazonada, sentía que se iba a quedar de verdad.

En cuanto terminé el cigarro dejé la colilla en el cenicero que me había subido e hice un amago de volver a coger otro pero en ese momento Yoongi se acercó y me agarró del brazo para evitar que lo hiciera. Podría haber hecho fuerza y no permitir que se saliera con la suya no dejándome fumar, lo habría hecho si tuviera fuerzas para ello. Me rendí. 

Una vez Yoongi se dio cuenta de que no tenía ninguna intención de fumarme otro cigarro—a pesar de que la ansiedad me estaba matando, podía notarla agarrándome del cuello con fuerza y explotando en mi pecho sin piedad—, cogió mi paquete de tabaco y sacó un cigarro para llevárselo a los labios. Me quedé muy quieta viendo cómo lo encendía y, una vez lo consiguió, cómo expulsaba con delicadeza el humo, sin prestarle mucha atención, mirando el cielo que crecía sobre él. Tras un par de caladas más se giró hacia mí y me señaló con la barbilla, como animándome a decir algo. 

—¿Qué?—logré decir sin cambiar el gesto en mi cara.

Él tan solo se encogió de hombros y volvió a echar humo por la boca con una mueca que no supe descifrar.

—Que si esta es la Hyori en la que te has convertido...

Pude haberme ofendido, haberle doblado la cara de un bofetón por ser tan idiota estando yo como estaba, pero no lo hice porque la decepción que noté en su tono de voz era la misma decepción que yo sentía hacia mi persona.

—Supongo que te refieres a la Hyori que canaliza sus problemas llorando como si tuviera tres años. Ah, y a la que se fuma un paquete entero.

Yoongi asintió y giró su cuerpo para estar enfrentándome completamente.

—Pues mira, no sé qué quieres que te diga, ¿te esperabas una princesa o una marioneta con sonrisa falsa, con más tetas?

Yoongi se rio brevemente, fue efímero y sin embargo hizo que los latidos de mi corazón se aceleraran de nuevo.

—Lo de las tetas habría estado bien no te voy a mentir...

Con toda la fuerza que me quedaba levanté mi brazo y le pegué una colleja provocando que se le cayera el cigarro al sueño. Soltó una maldición y pisó la colilla con poco interés de recogerla.

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora