dos

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Cuando al día siguiente me desperté las cervicales me dolían mucho más que el día anterior y la cabeza me daba vueltas, como si hubiera bebido de más. Estiré mis extremidades y rápido noté la ausencia de Taehyung en su lado de la cama. Sabía que tenía que irse pronto para trabajar, aún así no pude evitar enfadarme un poco por no poder tenerle a mi lado para que me diera un poco de calor y algún que otro cariño de buenos días.
Tal vez estuve diez minutos completamente despejada mirando fijamente al techo de mi habitación como si fuera de lo más interesante. No tenía ganas de lo que aquel día me deparaba, básicamente porque iba a emplear uno de los pocos días libres que podía permitirme en cuidar a un chaval apenas cuatro años menor que yo y a un bebé, todo por hacerle un favor a mi padre. Y es que yo no supe cómo decirle que no a la señora Jeon, una antigua compañera de mi padre de cuando trabajaba en el bufete de abogados aquí en Seúl, cuando me pidió que cuidara de sus dos hijos. Bueno, más que no saber cómo decirle que no, a Taehyung le maravilló la idea de estar un día completo conmigo cuidado de un bebé—olvidando, claramente, el hecho de que también debíamos de cargar con un chaval casi de la misma edad que él—, y a él sí que no podía negárselo.

Y en el último momento me deja plantada.

Cuando hube asimilado el día que me esperaba, me moví sintiendo cómo mi cuerpo pesaba hasta abrir las cortinas para dejar entrar el sol que llamaba a la ventana. La luz del mismo me hizo tanto daño a la vista que solté casi sin pensarlo un taco que, si Taehyung me hubiese oído soltarlo, me habría obligado a pedir perdón al sol por soltar aquello ante su presencia.

Iba a entrar en el baño para ducharme cuando el timbre resonó por toda la casa. Con ansiedad busqué mi móvil para revisar la hora. Al ver que tan solo eran las diez y media de la mañana y que la señora Jeon me dijo que llegaría sobre medio día, anduve con tranquilidad hasta la puerta de entrada siendo seguida por Holly para luego abrirla con indignación. Al otro lado de la puerta estaba Jung Hoseok con una sonrisa radiante y el pelo húmedo, como si acabara de salir de la ducha. Aquel chico portaba tanta luz, tanta alegría, tanta vitalidad... Que de compararlo tanto con el sol casi me salió la misma maldición que minutos antes había soltado por su efecto sobre mis retinas.

—¡Buenos días, noona!

Sonreí aún con los ojos a medio abrir, me hice a un lado para que pasara y cerré la puerta justo a sus espaldas. En cuando puso un pie en el apartamento, Holly se subió como loco a sus piernas para jugar con él. Era tan habitual que cualquiera de los miembros del grupo se presentara de esa manera tan inesperada, que puse sobre la mesa la opción de comprar un papel de "no molestar" para cuando quisiera privacidad. Taehyung se negó rotundamente fundamentándose en el hecho de que yo debía convivir con los miembros de mi grupo, y tenía razón. Así que simplemente por eso dejaba que se pasaran por mi apartamento y me contaran sus inquietudes o cualquier tontería de las suyas, porque las cosas del trabajo las hablábamos en la empresa.

—¿Qué se te ofrece esta preciosa mañana de sábado?—pregunté a mi inesperado invitado y después bostecé—. A mí una ducha y un día con dos desconocidos menores que yo. Y uno de ellos ya está criado.

Hoseok no me contestó inmediatamente, lo cual me hizo enfadar un poco, pero más porque estaba recién despierta que por otra cosa, ya que ver cómo el chico jugaba con Holly enternecía cualquier corazón.

—Jin hyung me ha dicho que bajara a pedirte cereales—dijo entonces moviendo las orejas de Holly—. A nosotros se nos han acabado y ni Jimin ni Soyoung quieren ir a comprar más.

Resoplé y me crucé de brazos. No me podía creer que se pelearan por cosas como ir a la compra, a pesar de que era plenamente consciente de que yo sería la primera en negarse a ir a esas horas al supermercado solo para comprar unos míseros cereales.

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora