dieciocho

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Creo que aquella tarde fue la primera vez en mi vida que me aburrí haciendo música, aunque nunca lo fuera a admitir en alto ya que respetaba demasiado a la disciplina. Todos mis compañeros intentaron aportar el máximo, teniendo todos a Yoongi como una especie de aprobador de ideas. Puede que estuviéramos perfectamente cinco horas en el estudio sin parar metiendo instrumentos, sonidos, melodías... No se cansaron hasta que grabamos una especie de demo y algún que otro ad lib que se le había encaprichado a Lena y que Yoongi en ningún momento desaprobó. Fue extraño ver como su paciencia se mantenía intacta ya que solía tener la idea de que era tremendamente fácil irritar. Seguramente era cuestión del paso de los años, años que ahora mismo parecían haber pasado demasiado rápido... Quién me iba a decir hacía unos meses que me reencontraría con Yoongi y que ese reencuentro iba a suponer un ultimátum para mi estado mental. Obviamente la ansiedad no se había ido, era ya un rasgo permanente de mi personalidad, pero sí era cierto que sentía que haber llenado de nuevo el vacío que la marcha de Yoongi había supuesto, parecía haberme dado fuerzas suficientes como para por lo menos levantar la cabeza y darme cuenta de que eso que no andaba tan bien no era algo a lo que debía acostumbrarme. 

Estaba Jimin en ese momento grabando un par de versos siguiendo las indicaciones de Namjoon cuando Yoongi se acercó a la esquina en la que yo estaba sentada garabateando en mi cuaderno de partituras un tres por cuatro cualquiera. Mi pierna se movía de arriba a abajo con rapidez desde hace un rato debido a que mi cuerpo me estaba pidiendo un cigarro y Lena ya se había quejado un par de veces de que no paraba de mover el sofá en el que ambas nos encontrábamos sentadas. Justo cuando Yoongi estaba frente a mí, Namjoon llamó a Lena para que entrara a grabar algo. Yoongi aprovechó la situación y se sentó a mi lado.

—¿Baile de san Vito?

Al oír su pregunta jocosa dejé de mover la pierna, solté el cuaderno y le miré con el ceño fruncido.

—¿Tú eres gilipollas?

Yoongi se rió.

—Te recordaba menos malhablada, joder...

Chasqueé la lengua y me incorporé enderezando la espalda. Fui a cerrar el cuaderno pero Yoongi evitó la acción y me lo arrebató de entre mis manos. Echó una ojeada rápido a la página que acababa de comenzar y entonces fue él quién lo cerró y lo dejó en mi regazo.

—¿Quieres ir a cenar algún sitio?

Mis ojos se abrieron como platos. Había susurrado esa frase para que nadie más que yo la escuchara pero, aún así, sentía que la había gritado a los cuatro vientos y se había enterado hasta mi jefe, que estaría en su despacho dos plantas más abajo. Sin embargo, asentí con la cabeza y él se levantó para volver a la mesa de mezclas. No le dio tiempo a llegar cuando Lena y Hobi se despidieron efusivamente pues llegaban tarde a una prueba de vestuario. La situación llevó a los demás a decidir terminar con la sesión de grabación, lo cual me alegró profundamente, aunque no sabía si era por ese aburrimiento inicial o porque ahora sabía que iba irme a cenar con Yoongi. 

Todos juntos recogimos y cerramos el estudio. De camino al ascensor, comentamos un poco lo que cada uno iba a hacer. Al parecer Namjoon y Jin querían ver juntos en el estudio unos arreglos de una canción que habíamos grabado hacía ya unos meses y Jimin quería acompañarlos. Yo inventé que iba a ir a darme una vuelta para relajarme y Yoongi, sorprendido por mi mentira, dijo que simplemente se iría a casa a dormir. De esta forma, Yoongi y yo salimos solos por la puerta de la empresa. Cuando ya estábamos unas manzanas alejados del edificio de Big Hit, me decidí a romper el silencio que existía entre nosotros, a pesar de que este no era para nada incómodo.

—¿A dónde vamos? Yo te estoy siguiendo...

—Tengo el coche aparcado aquí mismo—murmuró sacándose del bolsillo de los pantalones de chándal gris que llevaba puestos unas llaves de automóvil.

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora