veinticuatro

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—Tú debes de ser... Shin Hyori, ¿cierto?

Me acababa de sentar en aquella silla y ya tenía ganas de levantarme. Me sentía intrusa, ajena, además que sentía que tenía mil cosas que hacer y esa cita de cuarenta y cinco minutos iba a repercutir notablemente en mi vida. Porque no, me negaba a que mi vida fuera mi salud mental. No me lo quería permitir.

—Y usted es la doctora Yang, ¿no? ¿Yang Soobin?

La mujer que se encontraba sentada al otro lado del escritorio levantó al instante la cabeza, con el entrecejo fruncido. A pesar de ser asiática, tenía el pelo sorprendentemente rizado, seguramente producto de una buena permanente. Parecía joven, como si acabara de empezar a trabajar o fuera una alumna en prácticas. No me inspiraba mucha confianza, la verdad, aunque no tenía claro si era por su edad o porque había terminado yendo a su consulta un poco a regañadientes.

Sí, estaba sentada esperando a ser psicoanalizada más por Yoongi que por mí. Era en parte consciente de que aquello estaba mal, que no podía aferrarme a mi malestar y quedarme estancada, callarme y seguir acostándome cómodamente en la basura de mi mente, pero me costaba horrores admitir que tenía un problema y más de ese calibre. Siempre me había imaginado a las personas que necesitaban un psicólogo como suicidas, personas con familias desestructuradas, adictos a las drogas... O, claro, una pérdida como fue mi caso hace unos años.

A pesar de que mi madre era psicóloga y me enseñaba técnicas de relajación, nunca hablábamos de su trabajo. De hecho, sentía que sus consejos eran más de madre que de una persona experta en psicología. Eso sí, recordaba un episodio muy breve en el que mi madre llegó algo afectada casa y mencionó algo de un suicidio. No tenía ni siquiera siete años y lo escuché a escondidas, lo cual me hizo pensar que era algo muy malo, ya que yo no debía saberlo. Supongo que en ese momento surgió mi aversión al psicólogo y por eso mismo me costó tanto asimilar que me tenía que ayudar uno con el duelo, y en ese momento me sentía de la misma manera.

En resumen, yo no sentía que tuviera ningún motivo para ir a terapia. Me había encontrado mal en otras ocasiones y lo había superado, ¿por qué ahora no? Pero como a Yoongi le pareció muy buena idea, y a mis compañeros y a mi jefe también... Accedí. Un poco por mí, más por ellos y aún más por volver a trabajar ya que desde el día del accidente no me habían dejado ni hablar de la empresa.

—No soy una doctora—respondió—. ¿Me ves cara de psiquiatra?

Ante la pregunta me encogí de hombros. Parecía ofendida y temí haber metido la pata. Al fin y al cabo, yo no tenía ni idea de a qué se dedicada o de lo que trataba su profesión. Yo era cantante (o algo así), no psicóloga.

—Soy psicóloga, no es lo mismo—aclaró revolviendo unas carpetas y tomando un folio en blanco del lado contrario de la mesa, sin mirar—. Sé que vas a odiar esta pregunta, pero, ¿por qué estás aquí?

A lo mejor los psicólogos leían mentes, porque odié la pregunta.

No sabía del todo porqué estaba ahí. Sabía que algo andaba mal, que pensar tanto en morirme, dejar de comer, sobreexplotarme laboralmente y tener ataques de ansiedad no eran mi día a día hace unos años. Pero, ¿por qué estaba ahí? ¿Aquello verdaderamente me preocupaba o lo había asumido como parte de mi vida de adulta?

—Tengo ataques de ansiedad—dije de pronto.

Acto seguido ella apuntó muy rápido algo en aquel folio. Me sentí observada, analizada.

—¿Desde cuando los tienes, Hyori?

Suspiré y noté que los hombros se me destensaban un poco, pues me esperaba un por qué, el cual me aterraba muchísimo al no tener respuesta.

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora