catorce

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La espera se me estaba haciendo eterna y el techo de aquel pasillo se me estaba cayendo encima. Tras dos días de trabajo sin cesar, Yoongi y yo habíamos terminado de componer aquella canción que comenzamos a escribir desgarrando mis sentimientos, la cual bautizamos como "The truth untold". El título fue idea de Yoongi, es más, cuando terminamos toda la demo y nos sentamos para ponerle un nombre, admitió haberlo pensado desde el momento que me senté a escribir versos a su lado mientras tocaba acordes al azar. No quise preguntarle porqué salió con aquella idea, ya que en el fondo de mi ser era plenamente consciente de la razón por la cual la había pensado.
No pudimos aguantarnos mucho las ganas de presentarle la canción a nuestros jefes por lo que pedimos una reunión antes incluso de terminar la maqueta y tuvimos la gran suerte de terminar justo a tiempo. La reunión era para ambos pero yo preferí quedarme fuera. Al final Yoongi era el nuevo compositor oficial y prefería que hablaran con él. Esa era mi excusa, mas sabía que lo que temía era el rechazo de mi tema.

Estuve esperando más o menos media hora hecha un manojo de nervios y retorciéndome en aquel sitio. No había hablado con ninguno de mis compañeros de que parecía haber recuperado—con ayuda de Yoongi—la inspiración, por una parte porque quería darles una sorpresa y por otra porque había caído un poco en lo que se conoce como "síndrome del impostor". No sentía que aquello fuera obra mía, mi propio trabajo. Me parecía una canción tan bonita y tan bien hecha que era incapaz de convencerme a mí misma de que la había compuesto yo junto a Yoongi.

De pronto la puerta de abrió y salió el susodicho con una sonrisa. Me puse de pie, aún nerviosa pero alegre por ver aquel gesto en la cara de mi compañero, el cual no cambió ni siquiera cuando cerró la puerta detrás de él.

—Di algo...—insistí sin esperar a que tomara aire para hablar.

—Les ha encantado. Mañana mismo empezamos grabar con los demás.

Chillé de la emoción y me lancé sin pensarlo a sus brazos. Él me arropó con ellos. Fue un gesto instintivo pues, a decir verdad, desde que hace dos días le confesé todo lo que sentía no habíamos vuelto a hablar del tema. Lo único que había cambiado era cómo nos tratábamos, parecíamos más tranquilos el uno con el otro, hasta más amigables y ambos dábamos nuestros brazos a torcer en numerosas ocasiones. No había más allá de una relación de compañeros de trabajo y antiguos amigos con cierta confianza y me gustaba, era agradable. Y él no parecía tampoco a disgusto, lo cual me calmaba.
Algo avergonazada me solté rápido del abrazo y le sonreí abiertamente.

—Muchas gracias, Yoongi—dije sintiendo aquello en el corazón.

—No tienes que darme las gracias.—Tras decir aquello, metió las manos en los bolsillos de su sudadera y se encogió de hombros—. Tú has escrito esa letra y al final tú también has aportado a la maqueta con los coros, los arreglos y más...

—No Yoongi, gracias por ayudarme con todo esto—insistí—. No sé hace cuanto que no escribía con tanta soltura y hace mil años que no les satisface lo que estaba haciendo...

—Bueno, mil años... Ni que fueras un puto dinosaurio.

Entre risas le propiné un golpe en el brazo, del cual no se quejó.

—Yoongi, en serio, gracias.

Sonrió de nuevo y estiró su mano entre nuestros cuerpos. Rápido comprendí que quería un apretón de manos, lo cual me pareció de lo más extraño, pero accedí sin pensármelo mucho. Cuando la palma de su mano hizo contacto con la mía sentí como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo, saliente de aquel formal roce. Fingí como pude la sensación, no sin ignorar lo agradable que era el calor que desprendía esa mano que llevaba años sin acariciar. Rompió él la unión, seguramente por el tiempo de cortesía que duran aquellos saludos.

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora