dieciséis

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No me dolía mucho la cabeza cuando desperté, algo que me sorprendió de más, mas el hecho de encontrarme en una cama y en una habitación que no correspondían con las del piso que compartía con mis compañeros tampoco me hizo sentir ningún sobresalto, pues recordaba perfectamente como la noche anterior había terminado en la casa de Yoongi. 

Un pequeño haz de luz se colaba por la ventana junto al canto de algunos pájaros, que se mezclaba con el sonido de alguien manejando vajilla. Supuse sin mucho esfuerzo que ese alguien sería Yoongi trajinando en la cocina. Como si cuerpo pesara mucho más de la cuenta, me desarropé y puse de pie con cuidado, cansada, perezosa. Llevaba puesta una camiseta blanca que me quedaba algo grande y unos pantalones de pijama que debí ajustar anoche con la cuerda de los mismos a mi cintura. Dudé un momento en sí debía o no cambiarme el atuendo, pues me daba mucha vergüenza que Yoongi me viera de esa manera, pero me decanté por quedarme tal y como estaba. 

Con el corazón latiendo rápido en mi pecho por culpa de lo nerviosa que me ponía estar a menos de veinte pasos de encontrarme con el Yoongi hogareño que tanto me recordaba a mi adolescencia, salí de la habitación y arrastré los pies por el pasillo hasta la cocina, donde olía a café. Tuve que asomarme un poco más para ver a Yoongi posado en la encimera, de brazos cruzados y con los ojos cerrados. Parecía cansado.

—¿No has dormido bien?

Al escuchar mi voz Yoongi abrió los ojos al instante. Una vez hecho contacto visual conmigo, frunció los labios y se llevó la mano a la nuca para rascarse la misma. Iba vestido muy parecido a lo que yo llevaba puesto, como si todos sus pijamas fueran iguales. Aquello me hizo gracia, parecíamos las típicas parejas de internet que hacen bailes navideños con pijamas a juego.

—Hace mucho que no duermo bien—murmuró con la voz ronca, seguramente porque aquellas eran las primeras palabras que decía desde que se había despertado—. ¿Quieres café?

Al ver cómo señalaba a una cafetera italiana a sus espaldas asentí. Me iba a venir bien para despejarme, aunque iba a caerme fatal para mi ansiedad. Como siempre que tomaba café, me intenté autoconvencer de que podría controlarlo, aunque no fuera cierto. 

—¿Tú qué tal has dormido? Puedes sentarte si quieres, estás en tu casa.

Haciéndole caso me adentré en la cocina y me senté en una banqueta que se situaba justo frente a él. No nos separaba mucha distancia y me sentí algo ridícula al verme tan por debajo de su campo visual.

—No he dormido mal la verdad, muchas gracias por dejar que me quedara aquí.

La cafetera italiana dejó de hacer ruido, por lo que Yoongi se dio la vuelta y abrió un armario para sacar dos tazas. Vertió el café con cuidado en ambas y luego me tendió una de ellas.

—No me des las gracias. ¿Leche? ¿Azúcar?

—Solo un poco de azúcar.

Tras endulzar mi café para que estuviera a mi gusto, le di un sorbo, algo bastante estúpido por mi parte ya que me quemé la lengua, pero supe disimularlo muy bien.

—Me gusta tu casa—comenté para romper el silencio, que me estaba resultando algo incómodo—. No me imaginaba que fuera a ser tan seria y... masculina.

Ante aquel comentario sonrió para sus adentros, como si fuera una broma.

—¿Insinúas que no soy masculino?

Negué con el ceño fruncido, algo divertida por cómo formuló aquella pregunta, a pesar de que parecía bastante cabreado por culpa de mi comentario. 

—No claro que no... Pero a ver, tampoco tendría nada de malo si no fueras masculino, o sea, la masculinidad está sobrevalorada y es solo un constructo social basado en roles instrumentales que cualquier persona puede adquirir y...

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora