diecinueve

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Mareada puse mis pies descalzos sobre el suelo, el cual estaba frío. Sentí un pequeño estremecimiento por la diferencia de temperatura. Aún sentada sobre la cama intenté estirar con las manos mi camiseta, que se encontraba con alguna que otra arruga debido a haber dormido con ella puesta. Cuando mi cabeza dejó de dar vueltas me puse definitivamente en pie y comencé a andar con paso ligero hacia la cocina. Para mi sorpresa, cuando llegué a la misma no había nadie, tan solo una cafetera italiana sobre la vitrocerámica. Fui a darme la vuelta para buscar a Yoongi en otra habitación cuando de pronto apareció por el marco de la puerta. Parecía tener prisa hasta que sus ojos se encontraron con los míos. En cuanto me vio me sonrió.

—Necesito un café—respondí con la voz ronca.

Yoongi asintió, como si ya supiera que le iba a pedir aquello. Sin decir nada me senté en una de las sillas que había en la cocina mientras que él se quedó apoyado en el marco de la puerta, mirando el techo. Podía escuchar casi como le salía humo por las orejas. Tenía el entrecejo relajado pero sus ojos estaban entrecerrados y ausentes, estaba pensando muy profundamente sobre algo y no parecía querer compartirlo con nadie ya que, cuando sí quería hablar sobre sus preocupaciones, lo decía sin ningún tapujo. 

—¿Te pasa algo?

Fui un poco ingenua pensando que me iba a responder a esa pregunta. Lo único que recibí de su parte fue un movimiento de negación con la cabeza. La cafetera empezó a hacer ruido y eso hizo que Yoongi se moviera hacia la vitrocerámica y la apartara del fuego. Algo nerviosa observé su espalda mientras recogía algunas cosas que tenía por medio de la cocina y suspiré. ¿Acaso él habría tenido los mismos pensamientos que yo? ¿Le había molestado algo? ¿Había hecho algo mal?

—Oye, creo que deberías compartir lo que se te está pasando por la cabeza—dije con un tono suave, intentando parecer mucho más calmada de lo que en realidad estaba.

—No es nada—contestó dándose la vuelta con las dos tazas de café ya servidas—. No te preocupes, en serio. Son tonterías.

Sabiendo que si insistía no iba a servir para nada más que para terminar gritándonos, tomé la taza que acababa dejar frente a mí entre mis manos, con la intención de calentarlas un poco. Yoongi y yo teníamos mucho en común, pero también éramos de lo más diferentes. Cuando yo me encontraba mal, necesitaba que alguien estuviera a mi lado. Cuando él no estaba del todo bien, sin embargo, prefería mantenerse como un lobo solitario y lidiar con sus sentimientos individualmente. Yo no era nadie para cambiar su manera de sentir las cosas, mas al ser todo lo contrario a él, me costaba mucho no insistir. 

—Ayer me lo pasé muy bien—dije cuando ambos estábamos ya sentados, uno frente al otro.

Al ver que no apartaba la mirada del interior de su taza, estiré mi pie hasta alcanzar el suyo. Al notar el contacto dio un pequeño salto en el sitio, miró por debajo de la mesa y soltó una risita al ver mi pie sobre su pie.

—Yo también me lo pasé muy bien, Hyori.

Por fin habló mirándome a los ojos, acto que provocó que por mi cuerpo subiera una energía extraña, agradable que me dio fuerzas para querer hablar sobre lo que me estaba preocupando en ese preciso momento.

—Yoongi, ¿puedo comentarte una cosa?

Asintió en silencio, por lo que proseguí hablando.

—Bueno, llevamos ya un tiempo haciendo... esto. Viéndonos a escondidas, ya sabes, encontrándonos en diferentes lugares con diferentes intenciones. Pienso muy a menudo lo feliz que me hace tenerte en mi vida de esta manera y como parece que hemos vuelto a ser unos adolescentes... ena-.—Corté rápido mi discurso al no saber del todo si estaba escogiendo las palabras adecuadas—. El caso es que, a pesar de que me hace muy feliz estar contigo... Me genera inseguridad no saber qué es esto.

Grey | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora