Con rapidez el peliplata me puso debajo de él besándome con rudeza, mordió mis labios y un sonoro gemido escapó de los míos, se colocó entre mis piernas mientras me seguía besando. Con uno de sus dedos bajo mi ropa interior demasiado lento. Mi respiración estaba desbocada.
-¿Estás segura?-pregunto con un tono dulce que me sorprendió.
-Si-exclamé sin más, después de eso el hombre metió su mano entre mis piernas mientras atacaba si cuello con sus besos. Sus dedos no entraron en mi, sino que masajeaban con suma delicadeza un punto que me volvía loca, todo mi cuerpo reaccionaba con su caricia. Jamás había sentido nada igual, aceleró sus movimientos y presionó un poco más. Un pequeño gritillo salió de mi boca de puro placer. No me había dado cuenta que fue su nombre lo que exclamé.
Se separó de aquella zona para hacer suaves círculos en mi entrada, tomé las sabanas con fuerza al sentirlo entrar, sus movimientos eran lentos y precisos, cada uno me hacían apretar más mis manos, subió la intensidad de sus movimientos mientras su lengua pasaba por mi clavícula.Poco antes de llegar al punto máximo detuvo su caricia, lo mire extrañada, quería que continuara.
Pero cuando lo vi acomodarse entre mis piernas y rozo mi entrada mi cuerpo produjo una deliciosa carga eléctrica por mi espalda.
-Condon-dijo él, mi mente estaba muy nublada, quería sentirlo ya dentro de mi.
-Mételo-gemi mientras pasaba las manos por detrás de su cabello y tiraba un poco de él. Bese su mandíbula, sabía que eso lo volvía loco, con una leve pero constante presión comenzó a hacerse paso dentro de mi, soltó varios jadeos y gruñidos que me hicieron olvidar del piquete de dolor que estaba sintiendo, era soportable pero incómodo. Su rostro no se despegaba del mío, sus ojos parecían más negros de lo normal. No se movió, por unos segundos se quedó quieto, cosa que agradecí, comenzó a moverse lentamente, con cada pequeña estocada que él daba, el placer iba incrementando, los sonidos provenientes de mi boca se hicieron rítmicos con la acción y cada vez más altos, tapó mi boca con sus labios, buscando mi lengua con desesperación.
-Rápido-exclamé ahogada en placer, sus ojos se abrieron y pude sentir cómo creció dentro de mi, sus movimientos se volvieron rudos, el mayor extasis inundó la habitación. Una fina capa de sudor nos envolvió. Su mano fue al punto que tocó al inicio con suavidad.
-Kakashi-soltó mi boca como un gemido.
-¿Te gusta princesita?- exclamo en tono grave y entrecortado. Le respondí juntando mi boca con la suya y mordiendo un poco su labio inferior, por lo que aumento la velocidad de sus envestidas. Mi cuerpo se aferraba al suyo, queriendo estar lo más cerca de el posible. Segundos antes que el extasis nos invadiera a ambos nuestros ojos se encontraron, puso su mano sobre mi boca para evitar el grito que subía por mi garganta, su cuerpo se tenso, pude ver los músculos de su abdomen contraerse debajo de mi, el sudor recorría su cuerpo, mi visión se nubló cuando un placer antes desconocido surco desde la punta de mis pies hasta mi nuca, haciéndome temblar. La maravillosa sensación duró varios segundos más. Los dulces segundos se hicieron eternos y lo agradecí. Es ese momento todo era perfecto, anda en el mundo podía perturbar La Paz y felicidad que me invadía.
Volví a la realidad cuando sentí al hombre salir de mi, me sentí fría y sola sin su contacto, pero al momento se recostó abrazándome, su rostro se escondió en mi cuello.
-Fue increíble-exclamo dejando un tierno beso en mi cuello, como respuesta recorrí su espalda con mis dedos, dándole un suave masaje. Me percaté que en su piel estaba plasmado un tatuaje, pero por la posición en la que estábamos no podía verlo bien, se recostó a mi lado sin dejar de verme.
-Estás muy callada-me tape con la sabana, el frío había aumentado con su repentino alejamiento. Puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja-Venga, dime algo chiquilla-presiono.
-No quiero que amanezca. Así es perfecto-mis palabras fueron más reales de lo que me hubiera gustado. De sus pantalones, el hombre sacó un cigarro y lo encendió.
-Ven aquí- abrió sus brazos y me recosté sobre él-mañana será un buen día-beso mi coronilla con ternura-No me separare de ti. Lo mire a los ojos, este hombre tenía el rostro más hermoso de la creación, no sé por qué se empeñaba en ocultarlo tras pedazos de tela. Dio un apretón a mi trasero con su mano libre.
-Heeeeey-exclamé molesta, soltó una carcajada que me hizo estremecer, su ronca voz y su sonrisa me tenían cautivada-pórtate bien-le exigí mientras jalaba sus cachetes con suavidad.
-Te tengo desnuda sobre mi, es imposible-dijo para después volver a dar otro apretón, solo rodé los ojos divertida.
-Te amo-solté, voltee a ver su reacción ante mis palabras, una tierna sonrisa se le escapaba de los labios, antes de contestar le dio la ultima calada a su cigarro.
-Lo sé-exclamo, su sonrisa se ensanchó.
-Qué te pasa?!-le golpee el pecho con poca fuerza-deberías decir que tú también-mi ceño fruncido y mis pucheros no hicieron más que aumentar su diversión.
-También yo-exclamo.
-¡NO!, así no vale, te lo tuve que pedir-le recrimine. Volvió a soltar una risotada mientras dejaba en el cenicero la colilla-Que malo eres-dije para recostarme sobre él, derrotada.
Acercó su boca a mi oído y susurró-Te amo princesita, aunque seas una berrinchuda, eres mi pequeña-el corazón me latía a mil por hora, dejo un beso en mi frente y nos arropó con un cobertor, por algún rato me dediqué a escuchar nuestras respiraciones y lo rítmico que soñaba su corazón, me sentía tranquila y feliz, lo más feliz que había estado nunca, pero eso no duraría para siempre, caí dormida sabiendo que sería la última noche de tranquilidad en mucho tiempo.