El golpe de las olas en la arena me hizo saber que ya habíamos llegado a su casa, estaboa igual que como la recordaba, aun llevaba puesta la ropa que utilizaba para pintar, el peliplata apagó el motor y bajó del auto, yo lo imité.
La puerta de entrada estaba abierta, así que no utilizamos llave para entrar, la casa estaba reluciente a excepción de un hombre que yacía tirado sobre el sillon.
Un hombre con un parche en el ojo.
-Creí que nos veríamos en tu casa para remodelar una habitación-Exclame confundida, él hombre e el sillón soltó una carcajada.
-No quiero que toques ni un milímetro de mi casa-Sus ojos se oscurecieron con odio. El tenso silencio que acompañó su mirada me indicó que no debía hablar más.
Unos pasos surgieron en las escaleras, anunciando el descenso de alguien, todos volvimos la mirada para encontrarnos con una niña pequeña con un bañador.
-Onichan-gritó la pequeña feliz corriendo a los brazos de Kakashi, quien la cargo-¿Me llevas al mar?-Dijo feliz.
-Ahora estamos ocupados cariño-Exclamó Quiroga-Ve al cuarto, en un rato vamos la playa-.
Los ojos de la pequeña de empañaron.
-Yo la llevaré-Exclamé sin pensar, la mirada de los hombres a piso en mi. Kakashi la desvío al momento.
La pequeña bajo de los brazos del peliplata y se acercó a mi.
-¿Como te llamas?-Me preguntó sonriente-Yo soy Miku-Me abrazó las piernas en un gesto tierno.
-Soy Alexis-Me presenté-¿Quieres salir a jugar?-Ella asintió, tomé su pequeña mano y sin preguntar ni voltear a ver a los hombres salí con la pequeña, el sol aun estaba fuerte, Afortunadamente la ropa que llevaba me favorecía.
Me sente en la arena cerca del mar, mientras la pequeña hacia castillos en la arena. Que fácil sería su vida, sin complicaciones sólo jugando todo el día, aunque sin sus padres.
Me encantaría saber que están discutiendo ahí dentro, eso pensaba cuando, por el rabillo del ojo, puexe notar una figura que se sentaba a mi lado, cuando volví el rostro vi al peliplata descalzo y vistiendo sólo una camisa sin mangas y unos shorts.
Su máscara había desaparecido. Su cabello estaba cubierto por una gorra de béisbol. Sus labios rosados brillaban con el sol.
-Onichan!-Gritó la niña al verlo-¿Puedo enterrarte?-Preguntó feliz
-Después cariño-Le dio un beso en la frente-Busca una concha para papi ¿Si?-La niña asistió y corrió a buscarla.
-¿Eres su padre?-Preguntó una voz femenina incrédula, unos segundos después me di cuenta que la que había hablado había sido yo.-Lo siento-el peliplata sonrió.
-No es mi hija-Me aclaró-Es de Quiroga-Solté un suspiro, estoy segura que Quiroga estaba con un chico en el club.
-Hace un tiempo tuvo una novia-Exclamó explicandome-Como supongo que sabrás, ahora sus gustos cambiaron, pero no el amor por Miku-Mis dudas se disiparon.
-Creo que será mejor que vuelva a casa-El peliplata se tenso.
-Aquí estas más segura-Me explicó
-¿De qué? -Pregunté con tacto mientras acariciaba su brazo, su piel de erizo, sonreí para mis adentros por su reacción. Se tomó un momento pensando en contestarme o no.
-Tu padre se metió con la gente equivocada ante a de que tu navieras, ahora que su negocio a dado frutos, llegar cobradores-Dijo con la mirada en las olas, no podría imaginarme a mi padre de esa manera siempre había sido honesto y amable.
-Dijiste que Karla había sido tu conexión con mi padre-El suspiro, ya no tenía ninguna excusa para no contarme eso.
-Yo servía a su madre cuando te joven en Japón, crecí junto a su familia, mientras aprendía a protegerlos, pero llegó tu padre-Tomó aire-Él y la madre de Karla tuvieron una aventura a espaldas del esposo obviamente, cuando Karla nació el esposo no la reconoció como hoja y fue hechada junto con su madre, desgraciadamente tu padre apenas había conocido a tu madre y ya no tenía interés en la mujer, en todo el proceso ni Quiroga ni yo nos separamos de Karla y su madre, las cuidamos y protegidos junto con más personas leales a ellas, meses antes de tu nacimiento la madre de Karla se suicidó en el motel barato donde se resguardaban, al enterarse de esto tu padre, se quedó con Karla, tu madre la recibió gustosa, Quiroga y yo ya no éramos necesarios, aunque decidimos quedarnos en eso país, tu padre nos había pagado el boleto de avión a todos y le debíamos debíamos vida, nos sacó de la miseria y nos ayudó a independizarnos. Por desgracia tu madre murió en el parto y tu padre se quedó sólo criando a dos niñas pequeñas, de vez en cuando íbamos en su auxilio pero con el pasar de los años simplemente perdimos contacto. Hasta hace unos meses que nos llamó preocupado, sabía que alguien estaba siguiendote. Cuando él están el Japón con la madre de Karla hizo muchos fraudes a Yakuzas, ahora que ya tiene dinero y sus negocios van en aumento en ventas quieren cobrar su parte, y no lo harán civilizadamente... Quieren tomar a su primogénita-Me miró fijamente, yo trague saliva con dificultad-Creo que es todo por hoy-Exclamó al ver como el color había desaparecido de mi rostro.
-¿A-alguien m-me está siguiendo?-Dije con voz temblorosa
-Si, pero ya estoy aquí, nadie te hará nada mientras este a tu lado-acaricio mi cabello con cariño.
-¿Por que Karla te recuerda?-Recordé, sus ojos se abrieron con sorpresa, no esperaba esa pregunta.
-Ella y yo fuimos muy unidos y nunca perdimos contacto ¿Quien crees que la llevaba borracha a casa en las noches en las que se iba de fiesta? Siempre la procure-Exclamó con la mirada soñadora,de seguro recordando algún momento alegre, fruncí el ceño.
-Jamás te vi-inquiri
-Soy bueno ocultandome-Me sonrió.
-Gracias-susurre mientras abrazaba su brazo con fuerza. Dejó un beso en mi coronilla.
-Kakashi!-Gritaron desde la casa al voltearnos vimos a Quiroga en la puerta haciéndonos señales de que fuéramos inmediatamente, esto a pondrá feo.