Sus ojos se abrieron al sentir mi contacto. Me quedé paralizada, la gotas de agua caían por su mentón, tenía un lunar en la barbilla, debajo del labio, era mucho más atractivo de lo que imagina, demasiado atractivo, mis piernas temblaron, su nariz respingada y sus finos labios me cautivaron, el peliplata no se alejó, ni acerco. Solo me miraba con atención. Sus ojos miraban descaradamente mis labios. Instintivamente me acerqué a su boca, quería verla más de cerca, quería tocarla, quería sentirla. Quizás juntarla con mi boca. Podía sentir su aliento sobre mis labios, mi corazón latía desbocado y mi cuerpo se movía involuntariamente. Cuando me di cuenta de la cercanía, me hice para atrás demasiado rápido, trastabille y caí a la arena de sentón, Kakashi se apresuró a tenderme su mano, aunque algo distraído y atontado, yo la acepte, el calor de su mano y la fuerza de su agarre movieron algo dentro de mi,con rapidez entré a mi regadera y me coloqué de manera que no viera al peliplata, de espaldas a él, sabía que mi rostro estaba rojo ¿Qué rayos me pasaba? Mi cuerpo estaba temblando, quité el exceso de arena de mi cuerpo, sin dejar de pensar en lo que acababa de pasar, Kakashi no dijo nada. Cuando terminé cerré el grifo y voltee. El peliplata estaba parado mirándome con atención, las gotas de agua le corrían por el cuerpo, mechones de cabello plateado le caían por fuerza de gravedad al rostro, se había puesto ese pedazo de tela en el rostro, la camisa se le pegaba al cuerpo, mordí mi labio inferior, para evitar hacer algún comentario, sus músculos estaban muy bien definidos, creo que hasta podía ver sus marcadas entradas, la cabeza me daba vueltas, me tendió una toalla, que yo acepté torpemente. Pude notar que veía mi camisa y se sonrojaba un poco, desviando su mirada, cuando revise, mi sostén se transparentaba, apreté la toalla contra mi pecho, me sonroje aún más, Kakashi puso otra toalla extendida en mi cabeza, cubriendo mi campo de visión.
-Puedes ducharte adentro- Exclamó, entramos a la cabaña seguidos de Pakun. Subimos las escaleras, abrió la puerta vecina de mi habitación, era un baño bastante amplio, puso el agua y de inmediato salió caliente haciendo una nube de vapor, saco ropa de un estante-Puedes dormir con esto-dejó un par de prendas sobre mis brazos, me revolvió el cabello-Ahí hay toallas, usa las que necesites-dijo señalando un par de cajones, Asentí, salió del cuarto de baño cerrando la puerta tras de él. Suspiré, feliz de poder respirar con normalidad.
Me deshice de la ropa mojada, que cayó al suelo, mi cuerpo tiritaba de frío, entre a la regadera, encontré todo lo necesario para ducharme, logré deshacerme de la arena que tenía mi cuerpo aunque se me dificultó mucho sacarla de mi cabello, se sentía pegajoso aún después de lavarlo varias veces, solo esperaba que el tinte no se cayera tan rápido, cuando terminé, me enrollé en la toalla y utilicé otra para secar mi cabello. Me impresionó cuando vi que el tinte no se había deformado, seguía como nuevo a pesar de la arena y las agresivas lavadas. Una vez que mi cuerpo estuvo seco, revise las ropas que me había dado, una camisa gris oscura grande sin mangas, al parecer suya y un pantalón a cuadros negros, por el tamaño también suyo, me los puse, me quedaba enorme, no llevaba ropa interior, por lo que me preocupaba que el pantalón se me cayera, lavé con rapidez mi ropa interior tratando de quitarle toda la arena, para mi desgracia el sostén estaba arruinado, las bragas en cambio estaban limpias, aunque tenían agua de mar, las seque lo mejor que pude con una toalla y me las puse, los pantalones eran enormes, amarré el listón que llevaba en el cabello como un cinturón, no se veía tan mal, busque un cepillo de dientes nuevo, los cajones tenían desodorantes y pasta dental, use algo de desodorante y me lavé la boca. No había señal de ningún cepillo, salí de ahí con el cabello aún húmedo y enredado, llevé mis ropas afuera y las dejé en un fregadero al aire libre, volví a entrar, Pakun estaba en una pequeña cama en la sala, ya dormido.
-¡Kakashi!-Lo llamé, el peliplata apareció bajando las escaleras, llevaba una camisa parecida a la mía, y unos pantalones azul oscuro. Me miró de arriba a abajo.
-Es la primera vez que me llamas por mi nombre-exclamó, algunas gotas de su cabello mojaban su camisa. Sonrió, ahora llevaba una máscara negra que cubría su rostro. Su rostro se iluminó al mirarme. Me sentía estupida, con un listón amarrado a mi cadera para evitar que el pantalón se cayera.
-N-no es v-verdad- Mi rostro ardía, su sonrisa se ensanchó. Se acercó a mí. Estaba a un paso de distancia. Mi corazón latía desbocado. Podía oler su colonia a esta distancia. Puso su mano en mi cabello y lo revolvió. Ya se estaba haciendo un gesto común entre el hombre y yo.
-Llamaré a tu padre, para preguntarle cómo va todo-se Alejó de mí, sin notar como mi piel temblaba bajo su caricia.
Me dirigí hacia mi habitación, cerré la puerta, me senté en la orilla de la cama, el dibujo estaba en la almohada, lo tomé. Junto a él estaba un cepillo, supuse que el peliplata lo había dejado para mí, comencé a pasarlo por mi cabello, hasta que estuvo manejable, me hice una trenza y la sujete con una liga, recordé las veces que intente hacer una trenza y fui un fracaso, Ale me enseñó a hacerlas, Ale, debía contarle esto. La puerta de mi habitación se abrió.
-Tu padre estará ocupado, tendrán que quedarse aquí-exclamó el peliplata desde el umbral-Iré por Karla cuando te duermas-yo asentí no muy segura si me agradaba la idea.
-¿Qué es tan importante como para que no podamos volver a casa?-Pregunté, me senté en la cama con las piernas en forma de flor de loto.
-Solo son unos asuntos comunes-dijo restándole importancia.
-Si fueran comunes no tendría que alejarnos de casa-mi ceño se frunció hacia abajo. No me gustaba que tratará de pasar por alto el tema. Algo me ocultaba, algo lo suficientemente grave para no poder ir a casa.