Cap 28. Volveré.

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—¿Que tal durmieron? —les preguntó el señor Montes.

Marco y Lucía pasaron con dificultad el bocado de desayuno que estaba en sus bocas. Si se veían alterados podrían generar malos pensamientos en el abuelo, así que pasando la comida se mostraron tranquilos.

—Muy bien, abuelo, tan solo hubo uno que otro zancudo que perturbo mi descanso, pero de resto muy bien. —le contestó Lucía.

A Marco se le hizo extraño, en ningún momento sintió zancudos en la habitación, ni el más mínimo zumbido que llegara a alterar su genio. A los segundos de pensar sobre él zancudo cayó en cuenta que nunca los hubo en la habitación, era una forma que Lucia usó para referirse a él sin que sus abuelos se dieran cuenta. Marco tan sólo esbozó una sonrisa ladeada por el tan estructurado insulto que le había lanzado Lucía.

—Pobres zancudos, supongo que no se resistieron al fragante y delicado aroma de su sangre y cayeron rendidos, pero hay que entenderlos, cuando se tiene algo muy tentador adelante es difícil resistirse. —habló provocativo, aprovechando que el anciano estaba saliendo del comedor.

—La próxima vez comprare algo para acabar con ellos —le dijo en forma de una graciosa amenaza, a lo que Marco respondió con una risa.

Después de dejar en orden la cocina, cada cual se fue para su habitación, Marco se dispuso a cambiarse la ropa por la única muda que Valentino le había hecho llegar, constaba de unos jeans, un polo y una chaqueta oscura, le hacía ver como una persona del común, la verdad es que Marco estaba experiando nuevas experiencias, en ese momento no era Marco Olivieri, posible heredero de la familia Olivieri, era tan solo Marco acompañado a Lucía a visitar a sus abuelos.

Nunca había imaginado, ni pensado, que si la mamá de Lucía estuviera viva, probablemente no se habrían conocido. No podía decir que era bueno que las cosas hubieran ido por ese rumbo, estaría mal, pero tampoco podía imaginar que sería si no la conociera, si lo hacía su mente entraba en conflicto, así que sólo se centraba en el presente, debía manejarlo bien para obtener un futuro a su favor.

Unos golpes en la puerta le hicieron dejar sus pensamientos y centrarse en el momento.

—¿Si, quien es? —preguntó desde dentro.

—Soy yo, Lucía.

Rápidamente se terminó de acomodar la ropa, se puso unos zapatos y se acercó a abrir de inmediato.

—¿Necesitas algo? —le dijo al abrir la puerta.

—Si —le contestó firme. —verás, en un rato me reuniré con tía Margareet, y quisiera que volvieras a Grecia, yo me iré a las cinco de la tarde para Bogotá, allí tomaré mi avión de regreso, así que por ello te digo que si quieres puedes irte en un rato, no creo que necesites quedarte más.

Marco no tenía intenciones de irse y dejar a Lucía, no, no lo haría, él había traído su avión privado, así que en el se devolvería, y no lo haría solo, esperaba llevar a Lucía con él, solo debía convenserla.

—Sobre eso no te preocupes, he traído mi avión, así que podemos irnos de regreso en el. —le dijo tranquilamente. —así que tomate tu tiempo, yo te esperare.

—¿Que? No, ya tengo mi tiquete comprado, y supongo que tu tienes trabajo que hacer. —Se negó la muchacha.

—Si es por el tiquete yo te lo pago, así no hay problema, ademas yo tengo mi trabajo planeado, eso sin contar que Valentino es mas que eficiente en lo que hace. —se enorgullecio.

—Marco, si nos ven llegar juntos en tu avión se podrían levantar sospechas.

—Ya te lo he dicho, no te preocupes, las cosas están más que controladas, así que solo enfócate en disfrutar del resto del día, a las once de la noche arranca el avión hacia Grecia, así podrás llegar mañana unas horas antes de la hora del vuelo que habías reservado —le explicó el hombre para convencerla.

ADN Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora