Cap. 14. Cena En El Hotel Zeus (parte 1)

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No lo conocía "¿Quien era él? ¿Que quería con ella?" era lo que se preguntaba. No tenía ni idea de quien podría ser, jamás lo había visto. 

—Si, soy Lucía Lombardo ¿Puedo ayudarle en algo? 

Ambos se miraron fijamente, ella no sabía que hacía ese hombre en la mansión y menos que intensiones traia consigo. Si era conocido de Carmen debía estar alerta. 

—Mucho gusto, soy Damian. Es un placer conocerla. —la saludo el hombre. 

Ella miraba a Pablo con una expresión interrogativa. 

—Veo que ya se han conocido. —se sumó Carmen quien acababa de salir de la mansión. 

En el patio se encontraban Don Jorge, Carmen, el hombre, Pablo, los guardaespaldas y Lucía. Los empleados del lugar miraban la escena con un poco de curiosidad. 

—Hablemos adentro. No quiero espectáculos. —ordenó Don Jorge. 

Cada quien siguió con su labor, mientras que Don Jorge los llevó hasta su estudio, allí hablarían en privado, al parecer era algo serio. 

—Habíamos quedado de encontrarnos dentro de medio mes. ¿A que se debe esta anticipación? Además que no se me ha avisado. —hablo la cabeza de los Lombardo, en un tono serio y autoritario. 

—Señor yo... —tartamudeo Damián. 

—Yo me tome el atrevimiento de llamarlo. Creí que dos semanas de anticipación no causarían ningun problema. —habló Carmen. 

Don Jorge la miró con furia, la mujer se estaba tomando muchas libertades. 

—Lo siento mucho señor Lombardo. —se disculpó el hombre.

No podía hacer nada, tarde o temprano los presentaría. En realidad el joven no era cercano a Carmen, recién se conocían en persona, su primera comunicación fue por una llamada. 

—¿Quien es él? —preguntó Lucía, quien no entendía lo que pasaba. 

Su abuelo bufó y no dijo nada, parecía estar meditando sus palabras. Por otro lado Carmen sostenía una pequeña y disimulada sonrisa mientras miraba la escena. 

En ese mismo momento en la mansión Olivieri, Valentino entraba apresurado al estudio de Marco con un sobre en sus manos. 

—Señor... 

—¿Que sucede? —le preguntó al verlo entrar así de apresurado. 

—Tenemos problemas —le dijo mientras le entregaba el sobre. 

El hombre lo tomó y de inmediato sacó su contenido. A medida que sus ojos pasaban de linea en línea leyendo, su ceño se iba frunciendo y su rostro se tensaba. 

—¡¿Prometido?! 

Aunque se encontraban en distintos lugares, ambos estaban igual de sorprendidos, jamás tomaron eso como una posibilidad de obstáculo en su negocio. Lucía y Marco sintieron un escalafrio recorrer su cuerpo. 

La muchacha miraba fijamente a los presentes, mientras que en otro estudio, Marcó rompía la copa que tenía en su escritorio aún con un poco de trago en el, sin dejar de maldecir. 

—Lucía... —dijo suavemente su abuelo. 

Ella había dejado de verlos y tenía su vista perdida en algún lugar del estudio. 

—Querida, esto era algo que sucedería tarde que temprano. En este mundo debes ayudar a la familia, siempre se debe anteponer el bienestar de la familia antes que el propio. Lo sabes muy bien. Como claro ejemplo esta tu padre. —habló venenosamente Carmen. 

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