El baño estaba vacío. Un sentimiento recorrió su cuerpo mientras recordaba lo que estuvo a punto de hacer con Marco días atrás. Se acercó a un espejo y viendo su rostro, se limpió un poco de delineador que se había corrido. Respiró profundo, y fijando sus ojos en su reflejo, acomodó un mechón que estaba en mal lugar y decidió salir de allí. Solo había ido allí para despejarse un poco.
La textura de lo que pisó, hizo que de inmediato levantará su pie para ver que era. Sin agacharse aún, el brillo plateado de un hermoso anillo llamó su atención.
Lo recogió y poniéndolo a la altura de sus ojos divisó los hermosos y diminutos diamantes que lo decoraban. Por el estilo y según lo que Lucía sabía de joyas, pudo determinar que era muy fino, tanto que sólo podría pertenecer a alguien de las siete Familias, o a alguna de las clase alta.
Lo envolvió en su mano formando un puño, y cuando estuvo en la entrada del lugar, conecto a la chica de hace unos minutos con el anillo, "Quizá fuera su dueña". Lo acomodó en su cadena y sin que nadie lo viera lo guardo.
Bajó los escalones y acercandose a la multitud divisó a Marco junto al centro del Gran grupo de personas que andaban bailando. Se veía sólo, bueno hasta que a los segundos se le acercaron dos mujeres, Kamil, y la otra según vio parecía ser Fleur, su hermana.
Ella tan solo empezó a disfrutar del baile de las personas, no podía negarlo, quería estar ahí. Aunque era una música clásica, y no de la que frecuentaba cuando más joven, sentía una gran afinidad con ella.
Una que otra sonrisa salía de ella cuando el baile se hacía más emocionate o rápido. Aunque en otro momento, esas personas que se encontraban bailando estarían alerta, esa noche se dejaban llevar, y eso le gustaba a Lucía, le parecía que en esa situación dejaban ver su lado más humano.
Movió suavemente su cuerpo, la música la contagiaba a tal punto de acercarse más y más a la pista de baile. Cada nota musical llegaba a sus oídos inundando todo su cuerpo. Ni cuenta se dio cuando llegó cerca a la pista, y un hombre, de unos treinta años quizá, le tendió la mano en señal para invitarla a bailar.
Por un momento lo pensó, pero viendo lo divertido que estaba el lugar, se convenció que un poco de esa euforia le vendría bien. Asintió con su cabeza y siguió al hombre que la llevaba de una mano hacia la pista. Antes de iniciar su baile, hicieron un saludo el uno al otro, un poco ambiguo, pero especial.
Ambos sonrieron y dieron inicio a su baile, era un tanto lento, sus cuerpos se mantenían a una distancia cercana pero produnte para un par de desconocidos. Él sostenía su cadera con una mano, mientras que con la otra toma una de sus manos y guiaba el baile con cada paso, era experto.
Lucía tan solo le siguió, y disfrutó del momento.
Finalizando la canción, sus ojos que tan sólo veían a su pareja de baile y a las personas más cercanas a su posición, se fijaron en esa mirada penetrante que tanto la cautivaba.
Por primer vez en la noche conectaba miradas con Marco. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos desprendían furia, desde lejos podía ver que daba largos tragos al licor en su copa. Con eso Lucía supo que ya no estaría cómoda bailando. "¿Desde cuando la estaba viendo?". Ella desvío su vista y trató de seguir normal.
La canción terminó y Lucía trató de salir por el lado opuesto al que vio a Marco. Se apuró un poco, pero alguien impidió su paso. Ella, que llevaba la vista hacia abajo, levantó su mirada y se encontró con aquel rostro que siempre estaba en su mente cuando pensaba en peligro. Marcó anticipando sus movimientos se habia traslado para esa parte del lugar, sabia que Lucía trataría de escapar.
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ADN Lazos de sangre
عاطفيةLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...