Cap 40. Boda

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                                                                                                                                                   A la mañana siguiente, Lucia despertó con dolor de cabeza. Se había excedido un poco con los tragos, la noche anterior.

—Señorita, aquí esta la aspirina que me pidió. —habló una de las sirvientas de la mansión.

Lucía tomó el vaso y la pastilla, y en un solo trago pasó la pastilla. Había tenido una buena "despedida de soltera" y eso que aún faltaba una semana para su boda. Eso le recordó que en la tarde tendría que verse con la señora Campbell y Carmen. Al parecer ellas querían una opinión por parte de Lucía, sobre los detalles y decoraciones de la boda. Se suponía que ella solo daría su presencia y ya.

—Entre —habló Lucía, alguien estaba golpeando la puerta de su habitación.

—Pero mira en que estado te encuentras. —chilló Carmen.

—¿Que quieres?

—Jumm —resoplo—. Esta tarde ya no tendrás que encontrate con la señora Campbell. Tal y como pediste, arreglaremos las cosas sin tu ayuda. Tan solo preocupate por asistir ese día a la boda. Es lo mínimo.

—Cualquier cosa es mejor que seguir viéndote.

—¡Ja! Ya no escondes tu odio hacia mí.

—Solo no soy hipócrita, como tu. No quiero fingir... Si eso era todo, puedes irte.

—Claro que me voy. Tengo mejores cosas que atender.

—Pues no las retrases. —dijo Lucía, viendo cómo salía de su habitación.

Lucía sintió el cambio de ambiente cuando la mujer salió. Era una alivio no tener que encontrarse con su futura suegra, se sentía mal cada vez que recordaba que estaba usando a su hijo.

Una semana había pasado desde que discutió con Marco, ahora faltaba una semana para casarse, y lo peor aún no había pasado.

No pensó que una semana sin saber de Marco le afectará. Antes no lo había hecho, ¿por qué ahora si? Bien, veinte días más y de seguro sabría algo de él. Luego debía esperar un mes, hasta la reunión Capital, y todo habría terminado. Un nuevo comienzo surgiría en su vida.

El resto de la semana, antes de la boda, Lucía no hizo más que: trabajar, dormir y hablar de Xin sobre cosas vanales. No se metió en la habitación de Carmen a buscar algo de información, no se molesto por impacientar a David en el trabajo, solo dejó que el tiempo pasara y las ansias por el matrimonio la consumirán. Lo único nuevo que hizo, y que sólo paso en tres ocaciones, fue ir a desayunar o almorzar con Damián Campbell, todo para "mejorar su relación".

Era domingo en la mañana, las ocho más o menos. Toda la mansión Lombardo se hayaba de aquí para ya. Sacando las pertenencias de Lucía, dejando solo lo fundamental en su habitación, por si alguna vez iba de visita. Arreglando el desayuno de la familia, quienes tenian que salir temprano; la ceremonia se oficiará en una de las propiedades de los Campbell. Esta estaba ubicada al aire libre, era un lugar muy amplio y con una vista espectacular, los mismos dueños se jactaban de ello.

—Lucía —la llamó su abuelo, después de desayunar—, tu te iras con Carmen, pasaras con ella a el salón de belleza donde te espera la señora Campbell. Yo me iré con David directo a la casa de ellos. Acuérdate que a las dos es la ceremonia.

—Si, lo sé muy bien. —respondió la muchacha.

—De acuerdo —asintió a sus palabras—. ¡David, nos vamos! —llamó a su nieto y se montaron al auto que los estaba esperando.

ADN Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora