—Pa...ra —le pedía Lucía.El tan solo seguía moviendo sus labios y lengua para no dejarla protestar.
—¡Que pares? —le dijo la chica empujandolo fuertemente, para safarse de él.
Él la vio fijamente a los ojos, ella lo volvía loco.
—Que ¿ya te enamoraste de tu prometido? —le dijo en tono provocativo.
Ella no le respondió, tan solo le mantenía la mirada. El ascensor ya estaba abriendo sus puertas cuando él la jaló y caminaron rápidamente hacia una de las puertas del fondo, la cual abrió fácilmente.
Lucía no pensaba en otra cosa que no fuera el peligro del momento. ¿Que pasaría si alguien los veia? Además ¿cómo hizo para deshacerse de su silla de ruedas sin que lo vieran? Cada cosa hacia que Lucía formulará distintas hipótesis.
Detrás de Lucía sonó la puerta cuando Marcó la cerró y aseguró para que nadie entrará. Ella se volteó para mirarlo y exigirle por lo que acaba de hacer. Pero sólo obtuvo un suave empujón contra una pared, donde empezó nuevamente a besarla.
Ella no quería ceder, trató de no seguirle el beso, pero su subconsciente la traicionó, cuando menos pensó cedió. El le respondió tomando sus muñecas con sus manos, y levantando sus brazos sobre su cabeza con una mano, mientras que con la otra la tomaba por su espalda baja y la acercaba a él.
Su húmeda batalla de lenguas inició, y como siempre, trataron de ver quien dominaba, pero ninguno cedió.
Sus besos cambian de ritmo, aveces eran acelerados y apasionados, como si no existirá un mañana; otras veces eran más lentos y sensitivos, con un leve mordisco antes de separarse para respirar.
Después de un rato, soltó sus muñecas, y lo primero que hizo fue acunar su cara con sus grandes y fuertes manos. Movía sus dos dedos pulgares en las mejillas de ella, sin permitir que desviara su vista. Soltando su agarre, dejó caer sus brazos a los lados de su cuerpo, para luego tomar las manos de ella y cruzarlas por atrás de su cuello, ella se aferro a su cuello, así que él bajó nuevamente sus manos y tomándola por la cintura la acercó lo más que pudo, haciéndole notar su ya inquieto acompañante de toda la vida.
Sus besos no cesaban, cada caricia, cada toque los quemaba y aumentaba su pasión. Él agarró su trasero, y lo apretó para luego seguir hasta sus muslos y parar allí.
La forma en la que la acarició y apretó, le indicó el siguiente paso, y enredando sus piernas en la cintura de Marco se sujetó fuertemente de él.
Mientras el la sostenia con las manos en su trasero, ella revolvia con sus dedos, el corto cabello del hombre, no separaron sus besos ni un segundo hasta llegar al sofa. Marco se sentó, y cuidadosamente la acomodó sobre su regazo, con cada pierna de la muchacha a un lado suyo, aprisionandolo. Ambos cortaron su beso y fijaron la mirada el uno en el otro, ella lo miraba desde arriba, sus respiraciones eran aceleradas lo que hacia que el pecho de cada uno subiera y bajara.
En ese momento, ella tenia sus manos sosteniendose de los hombros de él, quien empezó a hacer movimientos por debajo del vestido de la chica, frotando sus muslos, para pasar luego a su trasero y apretarlo, viendo como Lucia se extremesia y daba leves gemidos.
Verla con los ojos cerrados y la cabeza hacia atras, aumentaba sus deseos y le daba mas euforia.
No tenia pensado llegar a mas, pero las cosas no siempre salen como se quiere. Una respuesta seria lo que definiera el momento.Asi que poniendo una mano en la parte trasera de su cabeza, la jaló hasta que su boca quedo cerca de su oido.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...