—Llegamos señor —le avisó Valentino a su jefe, mientras estacionaba él auto cerca al avión que los llevaría de regreso a Grecia.Estaban en una pista exclusiva para el despegue y aterrizaje de aviónes privados. Estaba acompañado de unos hombres vestidos de negro, cada uno en una posición estratégica para protección del lugar.
—Venga le ayudo —se ofreció Valentino.
—Con cuidado, ayúdame a sacarla del auto. —aceptó el hombre.
Ambos estaban sacando con cuidado a Lucía del auto, ella se había dormido en el transcurso del viaje. Marco no podía hacer mucho, en ese momento su farsa volvía, así que debía actuar como inválido y dejar que un par de sus hombres lo ayudarán a subir al avión; odiaba eso, ya quería moverse tranquilo, pero aún no era el momento. Si todo salía bien para año nuevo estaría caminando perfectamente.
—¿Como estuvo su estadía? —le preguntó Marcello, quién estaba en ese momento allí esperándolo para escoltarlo de regreso. —¿obtuvo la información que necesitaba?
—Bien, a pesar de que no es algo que sea de ayuda inmediata funcionará. Solo es cuestión de tiempo.
El hombre asintió con su cabeza, y guiandolos al interior les ayudó a acomodarse. A Lucía la acomodaron en la cama que tenía el aparato, así podría descansar. Marco se sentó junto a la muchacha mientras que el resto de hombres se acomodaron en sus respectivos lugares en los extremos de las sillas con las que contaba el avión. Valentino se encargo de enviar el auto que habían pedido prestado a un socio minoritario de su empresa con uno de los ayudantes de este; ya con los últimos asuntos arreglados, se dio la orden de despegar.
A la hora del despegue ya habían dejado tierras suramericanas atrás y se adentraban a una parte del gran océano, Marco se relajó después de un rato y concilio el sueño, un poco incómodo pero suficiente para recargar sus pilas.
A las siete de la mañana Lucía se despertó, por unos segundos se sintió desubicada, pero al ver a Marco recordó todo y se relajó. Le dio una vista al interior del lugar, era de un color blanco con toques crema en algunas partes, se veía elegante.
—¿Pudiste descansar? —le preguntó el hombre.
Lucía le respondió moviendo la cabeza de manera afirmativa, había podido dormir tranquila sin ningún problema o molestia; pensar en que ese día sería su último le daba un poco de desagrado, pero que más podía hacer.
—Marco, ¿que hacías en Colombia? —le preguntó sería la muchacha —lo que hiciste pudo ser peligroso, no te lo pregunté antes pero quiero saber.
—Negocios —le respondió.
—¿Negocios?¿En Colombia? Pero...esta bajo el mando de los Lombardo. —analizó Lucía.
—Si, lo se. Tenía asuntos con uno de mis hombres, consiguió información de gran importancia.—¿Muy importante? ¿Y si fue de ayuda? —le habló algo exaltada por la noticia.
—Si es relevante, si fuera completa podria ya en este momento acabar con mi hermano, pero la información de él solo sirve de guía para obtener la que necesitamos, así que debemos enfocar la mayoria de nuestra atención en encontrar lo que nos pide.
—¿Y que es?
Marco no estaba seguro si decirle en ese momento o después lo que sabia, ya que eso la involucraba mucho, y no por ser socia de Marco, sino por que su padre, incluso su madre estaba metidos en eso, ella estaba relacionada de manera muy directa.
—Luego te lo digo, mejor vamos a comer algo. —le dijo desviando de tema. —le diré a Valentino que nos la pase. —le dijo mientras se acomodaba para llamarlo.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...