Marco sonrió ante la respuesta de la joven. La deseaba, la había estando deseando todo este tiempo. Pero tenia muchos sentimientos revueltos dentro. Se acercó a ella, con pasos largos y lentos. Recorrió su cuerpo de arriba a bajo, llevaba un vaquero ceñido y una blusa con escote en sus hombros. Le quitó el gorro y las gafas.
-Esto será lo primero -dijo, botandolos a un lado, en el piso.
Con su mano libre, tomó su mentón y levantó la cara de ella para ver mejor su rostro.
-Tan apetecible como siempre -dijo y se apoderó de su boca.
Primero fue un encuentro entre sus labios. Luego fue más profundo y se adentro en su boca, busco su lengua y la saboreo. La ansiaba.
-Umm -jadeo Lucía, cuando terminó el beso.
Marco curvo sus labios en satisfacción a su respuesta. Tomó un sorbo del licor en su copa, al cual solo le había dado una probada. Posó su mano en la parte baja de la cintura de ella y la acercó. Con un beso le paso el licor que había tomado.
Al separar sus labios, un delgado hilo plateado de saliva reflejado por la luz, se desprendió de ambos.
Marco tomó la mitad del licor que le quedaba y le ofreció el resto a Lucía, quien lo aceptó sin oposición. No quiso contenerse más y bruscamente la acercó a él. Con su mano izquierda acercó su cadera a él, haciendo que notará su ereccion y con la derecha la sostuvo por el cuello. No dieron tiempo a la razón y se empezaron a besar, como si de ello dependiera su vida. Ella no dudó en aferrarse y cruzar sus manos detrás de la cabeza de él, enredando sus dedos en su cabello.
Él, bajo sus manos al trasero de Lucía, lo apretó y simultáneamente la hizo enredadar sus piernas en su cintura. Sin dejar de besarse, caminó con ella hasta llegar a una habitación. La habitación que había mandado adecuadar, para su "diversión". Había dejado la puerta entre abierta, así que con el empujón de un pie, entró en ella.
Bajó a Lucía con cuidado. Ella abrió los ojos, pero por más que parpadeó, no vio nada. La habitación estaba oscura, no se podía ver nada.
-Confías en mi ¿Verdad? -le preguntó Marco.
-Si. -le respondió, Lucía.
-Bien. Dejame las cosas a mi, tu solo siente.
Él tomó un pañuelo de seda que llevaba en su bolsillo. Con este tapó los ojos de Lucía. Ella estuvo a punto de tomar la mano de Marco, cuando sintió que empezaba a quitarle la blusa, pero recordó lo que le había dicho. Con la blusa fuera, tomó sus manos y las puso detrás de la espalda de Lucía. El roce del frío metal, y el "click" le indicaron que estaba es posada.
Marco se quitó la camisa que llevaba, la dejó caer al suelo y siguió desistiendo a Lucía. Desabotono sus vaqueros y los bajó lentamente.
-Umm -gimió Lucía cuando sintió que él dejaba un beso sobre su monte de venus. A pesar de las bragas pudo sentir el cálido aliento de él.
El sonrió, y ayudándole a sacar sus pies de estos, se levantó y quedó frente a ella.
-¿Estas lista?
-¿Pará que? -preguntó extrañada.
-Ya veras.
La tomó de los hombros y la hizo dar unos pasos. Besó su hombro y se alejo de ella. Escucho como encendia la luz. Se sintió nerviosa, estaba solo en ropa interior, esposada, y lo peor, a merced de la bestia.
-Uno... -empezó a contar Marco. Ella sintió como ponía sus dedos en la parte de atrás de su cabeza, donde estaba atado el pañuelo- dos...tres -terminó de contar y soltó el pañuelo.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...