Un par de cuerpos, envueltos entre finas sábanas blancas, se encontraban en la cama de una de las habitaciones más lujosas de todo el hotel Zeus. El celular que estaba tirado en el suelo, marcaba las ocho de la mañana con cinco minutos.
Tan sólo llevaban unas cinco horas descansando, después de todo el esfuerzo físico que habían tenido en la mayor parte de la noche.
El picor de algunos rayos de sol que se colaban por la ventana, hicieron que la mujer, que estaba abrazada por unos fuertes brazos, frunciera sus ojos y empezará a moverse en su lugar.
Abrió lentamente sus ojos, y recordando los sucesos de la noche anterior, trató de levantarse, pero los brazos que la tenían atrapada no se lo permitieron, al contrario, la apretaron más fuerte, tratándose de acercarla. Volteando su cara quedó frente al rostro de su amante, aquel que no dejó de susurrarle dulces y eroticas palabras durante su acto pasional. En cada embestida y orgasmo, sus suaves y varoniles palabras entraban como una melodia prohibida y adictiva por sus oídos.
Después de unos segundos de contemplación del rostro de aquel hombre, él aflojó su agarre, permitiéndole más libertad a Lucía, quien nuevamente trató de liberarse, con mucho más cuidado que la vez anterior, para que no la sintiera.
Ya sentada en el borde de la cama, hizo el esfuerzo por levantarse, pero su interior aún le incomodaba, su cuerpo hasta ahora se estaba despertando. Su ropa estaba por el suelo, en un lugar su vestido, en otro el pedazo de las bragas y por ahí estarían sus tacones.
La bata estaba lejos, así que solo se cubría los senos, y toda la parte delantera de su cuerpo con una sabana, mientras se decidía en levantar e irse al baño a asearse. Tendría que salir de allí con la misma ropa de la noche y sin bragas.
Ya con su cuerpo mas recuperado, se levantó y dándole una mirada al cuerpo de Marco se dirigió hacia el baño.
El hombre, que estaba despierto desde unos minutos atrás, soltó una sonrisa mientras volteana su cuerpo y se topaba con la vista del techo del lugar, "Mi gatita es escurridiza" pensó.
Se sentó en la cama, y cerró sus ojos tratando de rocordar la noche que había tenido, había sido perfecta, ganas no le faltaban para repetirla. Cada gesto y gemido de Lucía llegaban a su mente, ella encajaba perfecto con él. Por unos segundos se quedó con los ojos cerrados fantaseando, hasta que enderezó mejor su cuerpo y fijó su mirada completamente en la puerta del baño. Era la hora del desayuno.
Quitando las sábanas que estaban sobre su cuerpo, dejó ver su ereccion matutina, era una acción normal en un lugar no tan habitual. Salió de la cama, y sin taparse alguna parte del cuerpo, se dirigió al baño, donde Lucía estaría iniciando su baño.
Detrás de la puerta, la muchacha se encontraba desnuda y arrodillada, metiendo sus manos en la tibia agua de la bañera, pronto estaría lista para que ella entrará. Mientras eso sucedida, tocaba la piel sobre sus senos, se encontraba teñida de pequeños manchones rojizos, que desde otras perspectivas se verían como delicados pétalos de rosas miniatura.
No recordaba en que momento se los había hecho. Al parecer la exitacion de la noche había logrado disminuir su razocinio.
El sonido de la puerta abriéndose la hizo voltearse, allí en la entrada se encontraba Marco, totalmente desnudo. No supo por qué, pero después de haberlo detallado de pies a cabeza, desvío su mirada del musculoso cuerpo.
-¿Le tienes miedo a la piel del León que has matado? -le dijo roncamente.
-¿Acaso fuiste tú la presa? -le respondió, aún sin verlo.
Los pasos del hombre se escucharon en el lugar, y tomando el mentón de la mujer, la hizo verlo a los ojos, para luego esbozar una pícara sonrisa.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...