—¿C-cómo? Yo... —Tartamudeó.
—Tranquila, estas más que lista para recibirme, dejamelo a mi, todo irá bien —la tranquilizó.
Ella desvió su vista, se sentía nerviosa, era como estar frente a un depredador, y obvio ella era la presa.
Marco se deleitó nuevamente con el cuerpo de la muchacha, sentía que quería más, se preguntaba cuantas veces tendría que tomarla para cansarse de ella, por más que le daba vueltas no encontraba respuesta, cada noche sentía que era mejor que la otra, a ese paso no la dejaría tan fácil.
Él empezó a quitarse su bóxer mientras veía a Lucía, quien aún se rehusaba a verlo. Tiró su ropa interior, en ese momento solo pensaba en la muchacha que estaba debajo de él y el placer que sentirían, ya estaba decidido, era la indicada, solo era cuestión de tiempo para tener la libertar de disfrutar con ella como se debía.
Entre las miradas que le daba a la joven, se percató que seguía con el anillo, debía quitárselo, y eso hizo, lo cual causó que por fin Lucía se fijará de nuevo en él. Fácilmente sacó el anillo del dedo y lo tiro en la oscuridad de la habitación.
Con su mano izquierda tomó la mandíbula de ella y la sostuvo para que no desviara su rostro, con la derecha agarró su miembro y lo acomodó en la entrada del sexo de Lucía.
—Quiero que no dejes de verme. —le pidió.
—Ahh —gimió Lucía al sentir como el pene de Marco entraba de una sola estocada.
Que estuviera tan húmeda le sirvió a ambos, él se deslizó fácilmente dentro de ella, y la joven no tuvo problema en recibirlo. Lucía se mordía el labio y entrecerraba los ojos, la sensación de sentirse llena por él le causaba un gran placer.
Por fin estaba dentro de ella, el calor que le transmitía junto con el iniciante palpitar del interior de la muchacha lo estaba volviendo loco. Soltó la mandíbula de la mujer y con ambas manos se apoyo en la cama, necesitaba estar cómodo para embestirla con tranquilidad, debía darle una buena noche, ambos debían disfrutar.
—Me voy a mover —le avisó a Lucía, guardó unas milésimas de segundo, le dio un beso en la frente y se empezó a mover.
—Ughh —gimió cuando le dio la primer embestida, —Ahh —gimió cuando le dio la segunda.
Así siguió, embestida tras embestida, en ninguna paró su ritmo, al contrario, podía llegar a aumentarlo en momentos. Esa noche quería tallarse en el interior de Lucía, quería demostrarle que con él había más placer del que ya había sentido, que podía hacer que perdiera el control, incluso que podía hacerla llegar al punto que pidiera más de él, ya ansiaba escucharla suplicando por más, haría que ella se volviera adicta a él, tal y como él lo estaba de ella.
—Vamos nena, un poco más. —le dijo a la muchacha que gemia debajo de él.
Los movimientos de Lucía hacían que jalara de las esposas, se sentía un poco impotente, el instinto le hacía querer tocarlo, aferrarse a su ancha espalda y en medio del extasis dejar marca de sus uñas, pero no podía, ella solo recibía el placer que Marco le daba.
Sus movimientos por fin se realentizaron, pero no fue como Lucía esperaba, había bajado la velocidad por una sola cosa. Él ya estaba por llegaba al orgasmo, pero quería hacer una última cosa antes de venirse. Salió un poco de ella y con un fuerte movimiento de su cadera entró nuevamente en ella, esto hizo que la joven gimiera y sus senos rebotaran, volvio a salir lentamente de ella y repitió el movimiento anterior, entró fuertemente en ella; así lo hizo otras veces más, hasta que el interior de Lucía lo apretó fuerte y él se vino dentro de ella, arrastrando a la joven también al orgasmo. Mientras descargaba su semilla se dejaba caer un poco sobre ella y le besaba los labios.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...