Cap 38. Presentimientos.

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Desnudos, así se encontraban sobre la gran cama de la habitación. Marco besaba el cuello de Lucía mientras que con su mano derecha frotaba el clitoris de ella, estimulandola para el momento en que la penetrara. Pasaba lentamente sus dedos por entre sus labios vaginales, para luego llegar a su ya hinchado clitoris, y frotarlo y apretarlo suavemente, causando que ella gimiera y se moviera en busca de más.

—¿Te gusta? —le preguntó Marco.

—Umm, si —contestó soltando un gemido.

—Eres tan hermosa —dijo bajando sus labios por su cuello hasta sus senos.

Primero besó por un rato sus senos antes de darle atención a sus pezones, quería darle placer. Podía notar como ella dejaba ver su desesperación por que él no chupaba sus pezones, que ya estaban erguidos por lo exitada que estaba.

—¡Ah! —gimió cuando por fin sintió como los labios de él, apretaban sus montículos erguidos. Despacio fue pasando su lengua por ellos, humedeciendolos con su saliva. Primero los chupaba fuertemente y luego los apretaba con sus dientes. Lucía estaba segura que se vendría en cualquier momento sin necesidad que él la penetrara con su pene.

—Vamos, preciosa. Quiero que te vengas en mis dedos. No te contengas. —le susurró al oído roncamente, para luego lamer y morder el lóbulo de la oreja de ella.

—Umm, no...puedo...mas —gimió Lucía. Sentía que su orgasmo estaba cerca.

Marco recorrió con su lengua el cuello de Lucía hasta llegar a su mandíbula. Saboreo sus labios y lentamente fue introduciendo su lengua nuevamente en la boca de la muchacha. Sentía como ella contraria sus paredes vaginales al rededor de los tres dedos que había metido en su interior. El calor y la humedad que desprendía daban cuenta del buen trabajo que estaba haciendo. Sacó casi del todo sus dedos, y dejándolos unos pocos segundos po fuera volvió a meterlos, haciendo que Lucía gimiera. Siguió metiendo sus dedos con un ritmo constante pero intenso. Veía como Lucía gemia y cerraba sus ojos tratando de contenerse, algo que le era difícil. Con sus dedos húmedos por los fluidos de Lucía, apretó nuevamente el clitoris de Lucía.

—¡Ah! Umm —explotó ella entre sus manos. Su orgasmo había llegado por fin.

La respiración agitada de Lucía era lo único que se escuchaba en la habitación. Ahora era el turno de él. Quería entrar en ella y llenarla por completo, necesitaba hacerla suya, sentir el calor que desprendía de su interior. Ansiaba sentirla contraerse y apretar su gran miembro, eso para él era el cielo.

Empezó a besar el sensible cuerpo de Lucía. Quería recorrerlo por completo con sus labios, dejar marca de él, que se supiera que era del él y de nadie más. Besó gentilmente sus labios, dejando que respirara tranquilamente. Siguió dejando besos en su frente, en la punta de su nariz, y nuevamente en sus labios. Besó su cuello, pasó a su clavícula, llegó a sus senos, los beso con ternura y dedicación.

Bajó a su vientre dejando un camino de húmedos besos. Paró al llegar al monte de venus de Lucía, le dio un suave beso, sopló lentamente sobre el, y viendo como ella volvía a reaccionat a sus toques y acciones, se acomodó entre sus piernas, listo para entrar en ella.

—¿Lista para recibirme? —le preguntó Marco, viéndola fijamente.

—Umm ¿como?

—¿Que si estas lista para que entre en ti? —repitió.

—Ssi. —susurró.

Él soltó una sonrisa de satisfacción ante la respuesta de la muchacha. Acomodó las piernas de Lucía sobre sus hombros, y tomando su miembro, lo movió sobre la hendidura de ella, causando que soltara un leve gemido.

ADN Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora