Las primas Lombardo se acercaron a la puerta de la habitación donde suponían que estaba Lucía. Los gemidos las sorprendieron. ¿Podía ser que su prima no era virgen como creían? Pero que más daba, con tal que todo saliera como querían no habría problema que lo disfrutara.
Con unas sonrisas de satisfacción en sus rostros, se fueron del lugar. Estaban tranquilas por que creían que las cosas iban viento en popa.
Mientras tanto, en una de las habitaciones más allá, la cama se hundía por el peso de la pareja que se subía en ella.
El joven se despegó de los labios de Lucía, y percatandose de las ropas húmedas de la chica se separó de ella y la ayudó a pararse. Menos mal era una cama grande, de esta forma lo mojado era poco.
Con urgencia la volteó y le bajó la cremallera del vestido, el cual cayó al suelo unos segundos después. Los pechos de Lucía quedaron expuestos, la poca luz del lugar lograba reflejar la suavidad de su piel. La exitacion que sentia se reflejaba el lo erguido de sus pezones.
Por unos segundos la contempló en ese estado. Se acercó a ella y posó una mano en sus caderas.
-Esto también debemos quitarlo -le dijo a Lucía mientras con un dedo empezaba a bajar sus bragas.
Ella no respondió, tan sólo espero a que él se las bajara un poco más, ya luego la gravedad terminaría el trabajo.
Con una toalla le seco lo más rápido que pudo el cabello y un poco su cuerpo.
Al terminar botó la toalla en algún lugar de la gran habitación. Sus ganas no lo dejaron y rápidamente volvió a besar apasionadamente a Lucía. La danza entre sus lenguas los hacía gemir a medida que la succionaba el uno al otro.
Soltó su boca y la alzó en sus brazos para luego depositarla en la cama. Unos minutos mas y no sería capaz de mantener su autocontrol.
La escena que tenía adelante era perfecta, ella era perfecta. La luz que entraba por la ventana perfilaba sus cuerpos, lo suficiente para permitirles seguir con su apasionado encuentro.
El se subió el la cama y se acomodó sobre ella. Puso ambos brazos a sus lados y la vio directo a su cara, no tenía una imagen muy clara pero aún así la mirada de Lucía lo hipnotizaba.
Empezó a besarla mientras con la mano derecha jugaba con sus pechos. Primero masajeaba suavemente el seno derecho y luego pellizcaba su pezon para pasar al izquierdo.
Decidió que ya había probado bastante de sus labios, así que bajó a sus pechos dejando un camino de besos desde su mejilla, pasando por su cuello y clavícula, hasta por fin llegar a su destino.
Empezó a saborear los hermosos montes de Lucía, a lo que ella reaccionaba gimiendo y arqueando suavemente su espalda.
Mientras besaba y saboreaba uno, su mano estaba en el otro, así atendía los dos al tiempo. Esas sensaciones llenaban a Lucía y hacían que la zona en medio de sus piernas empezará a hormiguear y humedecerse.
-¡Aah! -gimió cuando la mano de su compañero bajó a su centro y la rozó sin aviso alguno.
Mientras seguía jugando con sus pechos decidió mortificar a Lucía rozando su entrada con los dedos.
-¡Aah! -exclamó más fuerte cuando uno de los dedos del joven entró en su zona prohibida.
El empezó a mover su dedo en círculos, tenía que prepararla bien para que al momento de entrar fuera más fácil.
Metía y sacaba, metía y sacaba, al tiempo que iba rozando elcentro secreto de Lucía aumentando su placer. Ya no podía soportar más.
-¡Aah! -gimió cuando otro dedo más la invadió.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...