Capítulo 41 - ¿Habría cambiado algo si te lo hubiera dicho?.

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¿Cómo se seguía? ¿Cómo podía seguir después de lo que pasó? ¿Cómo el mundo puede morirse al instante de tenerlo todo? ¿Qué era lo que más dolía? ¿La decepción o la desconfianza? ¿Cómo se podía amar y odiar a la vez? ¿Cómo todo se tiñó de negro y dejó que el agujero del dolor lo tragara? Estaba herido, destrozado, decepcionado, muerto por dentro. Sentía la presión en su pecho impidiéndole que respirara. Todo por nada. Todo por un rechazo. Todo por el dolor más grande. Sus palabras retumbaban en su cabeza, una y otra vez, como si quisiera dañarlo más de lo que estaba. Una y otra vez - ¡No puedo estar contigo! ¡No puedo arruinar tu vida! ¡No puedo dañar a Rodrigo! ¡No puedo dejarlo! – Sonaba tan irónico ¿dañar a Rodrigo? ¿Y qué estaba haciendo exactamente con él? Si supiera que su vida ya estaba arruinada y acabada ante su rechazo, ante su negativa. A cada frase que se presenciaba en su mente equivalía a infinitas lágrimas cayendo por sus mejillas. Se sentía usado, inútil, iluso, ingenuo, patético. Por primera vez había abierto su corazón, estaba amando como nunca lo había hecho y un huracán de dagas se clavaron en él haciéndolo caer en el agujero más profundo. Un puño cargado de furia, dolor y decepción golpeó pesadamente el colchón frágil debajo de él. Cuando al fin creyó tener lo que le correspondía, todo se desvaneció, se esfumó de sus manos. La decepción que crecía en su interior era cada vez más profunda.

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Sus piernas reaccionaron y corrieron hasta la habitación donde se encontraba la persona que la ayudaría, que le negaría lo que había escuchado, que la despertaría de toda esta pesadilla o… que daría por sentado que todo estaba siendo real, pura realidad. Desesperados sus golpes, las lágrimas abundantes en su rostro, su respiración no podía controlarse. Estaba partida en medio, dolor y odio, pero por ella misma. Nadie respondía. Continuó dando golpecitos a la puerta hasta que una voz ronca y dormida gritó del otro lado. Se detuvo mientras su nariz resonaba tratando de ingresar aire a sus pulmones. Segundos después, que resultaron una eternidad para Dulce, la puerta se abrió y le dio lugar a una rubia adormilada que enseguida abrió sus ojos al encontrarse con una pelirroja… bañada en llanto.

Miró a su compañera y las lágrimas siguieron bajando por el sendero que anteriores dejaron. – Dime que todo es mentira. Por favor, Annie. – dijo en sollozo ahogado mientras negaba con la cabeza.

Asustada al ver a su amiga así, destrozada llorando incansablemente. – ¿Qué pasó, Dul? – susurró.

Tragó saliva y trató como pudo sacar fuerzas para decirlo. – Dime que no es cierto que Christopher terminó con Natalia. – sollozaba desesperada.

Anahi soltó un suspiro y apretó sus ojos. La verdad había sido descubierta y no de la mejor manera. Hizo lo que toda una amiga haría y la estrechó contra ella, tratando de darle fuerzas a la Dulce destruida que tenía en brazos. Se aferró a Anahi y lloró desconsoladamente.

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La noche transcurría con su cielo azul y estrellado, la luna seguía iluminando cada sector de aquella bella ciudad y dos jóvenes sentadas y abrazadas, se sumían a un silencio necesario y consolador. Continuaba llorando mientras Anahi acariciaba suavemente su cabello, por dentro buscaba la manera de hablar, de decir algo. No lograba entender por qué estaba así, después de todo ya sabía la verdad. Y como si Dulce leyera sus pensamientos, se apartó lentamente de ella mientras detenía las lágrimas con el dorso de sus manos.

Sus ojos expresaban tristeza y arrepentimiento, su mirada se sucumbía a una tormenta de dolor. – Lo arruiné todo – murmuró.

Anahi apoyó sus manos sobre el rostro de Dulce y con los pulgares, limpió las huellas que dejaban sus lágrimas. - ¿Qué es lo que pasó, niña? – preguntó.

Bajó la mirada encontrando sus manos entrelazadas. – Renuncié a su amor por no lastimar a nadie y al final… - hizo una pausa y la volvió a mirar. – Todo resultó distinto – susurró y sus ojos volvieron a nublarse de gotas de dolor. – Tú lo sabías ¿verdad? – preguntó.

Volver a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora