Capítulo 43 - ¿Sabes? Te oculté algo... ¡Estoy comprometida!.

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Los juegos de luces de colores danzando al ritmo de David Guetta con “Play Hard” en aquella discoteca lujosa y de los últimos tiempos, los cuatro ingresan moviendo el cuerpo al son de la música. A los costados hay dos escaleras que llevan hacia la zona vip del lugar, mientras que debajo se halla la pista de baile repleta de gente bailando divertidamente. Asombrados por no ser reconocidos, caminaron directo hacia las escaleras donde allí los esperaban los amigos de Maite. Saludando cordialmente, subieron y se sentaron en un sillón en forma de L mientras que en la mesita del centro estaba llena de tragos. Uno de los amigos de Maite, Francisco, les ofreció caipiriñas a cada uno para dar un buen brindis por la gran noche y la bienvenida a Brasil. Enseguida Poncho hizo empatía con una mujer muy bonita que estaba allí con ellos, mientras que Maite, Christian y Anahi estaban fascinados y entretenidos con sus nuevos amigos. Por otro lado, Dulce no podía unirse a ningún lado, estaba tan en la suya que apenas escuchaba lo que hablaban. Su cabeza estaba ocupada tratando de adivinar dónde y qué estaría haciendo Christopher con aquella mujer. Con su caipiriña en mano, se levantó y se apoyó hacia la baranda que daba vista a la pista de baile. Dejándose atrapar por la música, miraba entretenida a la gente que se divertía hasta que una mano en su hombro la sobresaltó.

-Perdón ¿te asusté? – dijo una voz gruesa y seductora.

Volteó y se encontró con un hombre muy atractivo. Alto con un elegante pantalón negro y una camisa gris con algunos botones desabrochados. Con el pelo rebelde rubio, sus ojos verdes brillantes la miraban atentamente mientras que una sonrisa cautivante se dibujaba en sus labios. Dulce tragó saliva ante aquella belleza que observaban sus ojos y parpadeó para normalizarse.

-No… no me asustaste – dijo con una sonrisa nerviosa.

Extendió su mano y – Pablo Giménez – se presentó.

-Dulce María – estrechó la mano. Pablo se acercó más a ella dejándole un beso sentido en una mejilla.

-Mucho gusto, Dulce María – le susurró al oído. - ¿De vacaciones? – le preguntó aun tomando su mano.

Más nerviosa, lo miró y luego bajó la mirada a sus manos tomadas y tímidamente, se soltó. – No, trabajo – contestó sobre su oído.

-¿Ah sí? ¿De qué trabajas? – alzó la voz ya que la música aumentaba más y más.

- Soy cantante – respondió seguido de darle un sorbo a su trago.

- ¿Una súper estrella? – sonrió.

- No tan así ¿Tu? – dijo.

- De vacaciones pero soy empresario – comentó.

- ¿Cuántos años tienes? – dijo sin pensarlo y enseguida se tapó la boca con una mano.

Sin evitarlo, esbozó una sonrisa graciosa y a la vez, muy sexy. - ¿Por qué me lo preguntas? – dijo mirándola fijamente.

-No sé… es que eres muy joven para ser empresario – respondió.

Volvió a sonreír – Te lo digo si me aceptas un trago – propuso seguro.

-Ya tengo uno – dijo alzando su trago.

- No importa, acéptame otro – insistió.

- No sé… - exclamó y se giró para volver a mirar la multitud de gente bailando en la pista pero de repente, algo le llamó la atención. Mejor dicho, alguien. Un hombre y una mujer parados sobre la barra bebiendo. Se acercó un poco más y achinó sus ojos con la manera de ver con más claridad. Y cuando pensó que no era cierto, eran Christopher y su amiga, la rubia. Enseguida la lámpara se prendió y una idea brillante vagó en su mente. Volteó hacia a Pablo, quien la miraba esperando una respuesta. – Si, te acepto un trago pero vamos abajo ¿Sí? – dijo sonriente mientras dejaba a un costado su caipiriña.

Volver a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora