Capítulo 27 - No quiero ni puedo arrancarte ¿Qué hago?.

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Dulce y Poncho llegaron al estudio de grabación y se sentaron en el sillón que se encontraba en un costado.

- ¿Qué hacemos aquí? - Poncho decidió romper el molesto silencio que se había formado desde que salieron del salón.

- Quiero componer - le sonrió forzosamente.

- ¿Ah sí? - frunció el ceño.

Dulce asintió con la cabeza y se levantó para tomar la guitarra. Poncho sólo la observó cuando se sentó enfrente de él.

- Pensé que querías hablar - comentó.

Dulce lo miró un instante y luego bajó la mirada hacia sus dedos que se colocaban en las cuerdas de la guitarra.

- ¿De qué quieres hablar? - preguntó indiferente.

- No sé, tu me trajiste acá. Dímelo tu - respondió Poncho sin dejar de mirarla.

- Yo solo quiero componer - respondió.

- ¿Y qué quieres componer? ¿Cómo quitarte a Christopher de la cabeza? - enarcó una ceja y la miró fijo.

Dulce quedó quieta y lo miró también.

- ¿Qué dices? - frunció el ceño.

- Cuéntame - respondió Poncho.

- ¿Qué quieres que te cuente? - dijo disimulada.

Poncho soltó un suspiro y se rascó la sien.

- Ya dime qué pasó en el salón - dijo.

- Nada - contestó en seco y comenzó a tocar la guitarra.

- ¿Vas a seguir negándolo? - se cruzó de brazos, paciente ante la actitud seca y negativa de Dulce.

- No sé de qué hablas, Poncho - protestó enojada y dejó la guitarra a un costado para cruzarse de brazos también. - De verdad, no sé de qué hablas - remarcó.

- Ven - extendió su mano.

Dulce lo pensó por unos segundos hasta que decidió tomarle la mano. Poncho la trajo para él y la hizo sentar a su lado. Miró a Poncho y éste le envió una mirada de "Sueltalo ya". Dulce se refregó los ojos y se negó a hablar. Confiaba en Poncho pero qué iba a decirle. ¿Lo qué pasó? Claramente, no. ¿Entonces? No sabía ni ella lo que pasaba en su interior para poder explicarlo con palabras.

- No sé qué decirte - exclamó.

- ¡Ya, Dulce! Por favor. ¿Qué carajo pasa entre tu y Christopher? ¿Qué tan complicado es para que no lo puedas decir? - exclamó alterado, no soportaba el silencio de Dulce.

Dulce quedó totalmente sorprendida al reclamo furioso de Poncho. Estaba más que decidido que no iba a contarle nada. No quería ni podía, no era conveniente.

- Discúlpame por gritarte - cerró los ojos, culpable - Sabes que confias en mi, ardilla - acarició la mejilla de Dulce con sus nudillos.

La puerta sonó dos veces y una cabeza se asomó allí.

- ¿Interrumpo? - dijo con suavidad.

Ambos giraron para mirar a quien estaba allí.

- No, Annie. Pasa - le hizo seña con la mano.

Anahi entró cuidadosamente y caminó hasta ellos.

- Sólo venía a avisarles que Christian y Maite acaban de llegar y Pedro también - sonrió.

- ¡Genial, güera! - le tomó la mano agradecido. - Luego hablamos ¿si? - extendió su otra mano hacia Dulce.

Dulce asintió con la cabeza y tomó su mano. Poncho posó un brazo en el hombro de cada una y salieron de allí directo para el salón de ensayos. Cuando llegaron se encontraron con todos y se saludaron.

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