Capítulo 31 - ¿Qué iba a hacer?.

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La tarde comenzaba a desaparecerse, poco a poco el sol se escondía dándole lugar a la luna que iluminaba junto con las estrellas en un cielo azul sin siquiera una nube. De tanto llorar, Dulce se había quedado dormida y el canto de los grillos la despertó. Miró a su alrededor refregándose los ojos, un poco desorientada. Por un momento creyó que era un sueño pero la realidad cayó en su tercer parpadeo. Se levantó de allí y caminó hacia su coche, ya se imaginaba nuevamente la desesperación de todos por su desaparición. Como aquella noche, tampoco le importaba. Se subió y antes de partir tomó su celular y revisó las infinitos mensajes y llamadas perdidas por parte de Poncho, Rodrigo, Anahi, Christopher y su madre, Blanca. Borró todos, excepto los de Christopher que comenzó a leerlos.

-Dul, te estoy llamando ¿Por qué no me atiendes?

- Sé que estabas en la clínica, háblame.

- Tengo que hablar contigo ¡CONTESTAME!

- Por favor, Dulce ¿Dónde te has metido?

- Dime dónde estás, necesito hablar contigo.

Soltó un suspiro - Pero yo no... - y negó con la cabeza. No estaba dispuesta a verlo ni mucho menos a hablarle. Aunque el tiempo pasara, el dolor seguía y no sabía hasta cuándo estaría hiriéndola.

Borró los mensajes rápidamente y arrancó el coche. En un abrir y cerrar de ojos, la noche se hizo presente y con ella la cruel realidad. Después de su desahogo en aquel bonito lugar, tendría que enfrentarse a todos pero ahora no, no estaba segura ni lista. Condujo en medio de la niebla de la ruta y se perdió en ella.

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-  Oye, no me has dicho cómo ingresaste a la clínica – preguntó Christopher mientras se sentaba en la cama.

- Déjame decirte que Pedro se ha encargado de que todos los periodistas desaparecieran de la entrada – soltó una risa.

- ¿En serio? – elevó las cejas.

- ¡Claro, bebé! – respondió.

- Pues ya me imaginaba los densos que habrán estado pero... ¿Y… los demás? – preguntó insinuante.

- De Dulce no sé nada, la he llamado y ni siquiera respondió – explicó dibujando una fina línea en sus labios. – Porque quieres saber de ella ¿verdad? – enarcó una ceja y lo miró fijo.

- Claro que no…  Bueno, si quiero saber de ella pero de los demás también, de todos – respondió nervioso.

- Vamos bebé, a mi no me engañas. ¿Ya se han confesado todo? – preguntó con una sonrisa.

- ¿De qué hablas, Annie? – frunció el ceño, disimulando.

Anahi blanqueó los ojos. – Okey, vamos a aclararle las ideas al bebé que parece que no entiende – apretó las mejillas de Christopher – Yo sé que tu y Dulce se quieren y no como amigos exactamente, sino como otra cosa. Tú me entiendes – arqueó las cejas con una sonrisa obvia, razonable.

-¿Tanto se nota? – preguntó tímido.

- ¡Demasiado! – exclamó con una risa. – Se nota de aquí a la China. Y me alegra que asi sea pero ahora dime qué pasó que Dulce se desapareció así como si nada – lo miró seriamente.

- No lo sé. Sé que estuvo aquí en la clínica porque Natalia me lo dijo pero la intenté llamar y no me respondió - explicó preocupado. - Pero ¿cómo te diste cuenta? – preguntó con el ceño fruncido.

- Hasta el más ciego lo puede ver, bebé. No hay que deducir mucho, sus miradas hablan por sí solas. Siempre supe que entre ustedes había algo especial y justamente cuando tú me llamaste para preguntarme si volvería a RBD ¿Qué te dije yo? - elevó las cejas con una sonrisa.

Volver a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora