Capítulo 49 - Tengo miedo de que dude en dejarlo.

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Recostada sobre el sofá, Christopher pasaba sobre su nariz un algodón con alcohol, una manera de poder despertarla. Llevaba diez minutos desmayada y no volvía en si. Lentamente los ojos de Dulce se abrieron dando la primera visión de un joven preocupado, asustado que poco a poco su rostro se ablandaba y dejaba ver una tierna sonrisa. Dulce parpadeó varias veces para aclarar su vista e instintivamente posó una mano sobre su frente. La cabeza le latía y pequeñas puntadas generaban malestar.

-¡Mi amor! – exclamó Christopher mientras acariciaba con los nudillos su mejilla pálida.

Débil, sonrió y acarició aquel rostro angelical. – ¿Qué pasó? – susurró.

- Te desmayaste, mi amor. Me asusté mucho – expresó aterrado mirándola, perdiéndose en aquellos ojos débiles y claros.

- Seguro que es por el cansancio – dijo mientras trataba de sentarse pero otra puntada a la cabeza la hicieron desistir.

- Shh… no intentes levantarte – mientras la volvía a recostar con cuidado.

- Estoy bien, bebé – murmuró a la vez que intentaba sentarse en el sofá – Sólo me duele la cabeza – con fuerza, se sentó. Fue disimulada pues la cabeza daba vueltas y no se sentía nada bien.

- Debes ir el médico – acarició su rostro cariñosamente.

Dulce negó con la cabeza – No hay necesidad, este desmayo se debe a que ayer comí algo vencido. Eso es todo. – mintió, no sabía por qué pero no quería que insistiera a que fuera al médico.

-Con más razón, debes ir para revisarte – expresó a la vez que se acomodaba acercándose más a ella. Le tomó el rostro con ambas manos y la miró fijamente – Me muero si te pasa algo, mi amor. Me muero – confesó. Con solo imaginárselo, su corazón se detenía.

Con una sonrisa forzada, dijo – No digas eso, estoy bien. Solo es un malestar – asintió con la cabeza. Mirando a su alrededor, recordó a Rodrigo y enseguida sus ojos se abrieron gigante. - ¡Rodrigo! – exclamó seguido de levantarse pero otra punzada en la cabeza, la tiró nuevamente al sofá. Disimulada, posó su mano sobre su frente tratando de alivianar el dolor pero Christopher no era tonto, sabía que se sentía mal.

-Vamos al médico – exigió levantándose mientras la tomaba por la cintura.

-No, no, no – exclamó a  la vez que se soltaba de él. – Rodrigo ¿Dónde está? –preguntó.

La expresión en su rostro se tornó en seria, apretó sus ojos y soltó un suspiro. – Eso no importa aquí, te sientes mal y debes ir al médico – ordenó mientras se cruzaba de brazos.

-¿Dónde está? Necesito hablar con él – expresó mirándolo fijo.

También cruzados de brazos, la miró y soltó un suspiro. – Se fue – dijo.

- ¿Se fue? ¿A dónde? – frunció el ceño.

-No lo sé – respondió. Otro aire  frustrado expulsó de su boca, metió la mano sobre su bolsillo trasero y de allí sacó un papel arrugado. Sin decir nada, se lo entregó.

Sin entender, lo tomó y miró su contenido. - ¿Qué es? – preguntó.

Pero no obtuvo ninguna respuesta. El papel contenía un número de teléfono con un “Llámame”. Con el ceño fruncido, volvió a mirar a Christopher quien destilaba furia en sus ojos. No entendía por qué y prefirió no preguntar. Estiró su brazo hacia la mesa y tomó el teléfono fijo seguido de marcar los números que indicaban en el papel. Espero unos segundos hasta que la llamada se abrió.

-¿Rodrigo?... – fue lo primero que dijo cuando del otro lado se escuchó una voz. – Sí, estoy bien, sólo fue un desmayo – respondió ante la mirada fija de Christopher. Se acomodó a un costado y continuó con su llamado. – Te he dicho que estoy bien… No te preocupes, me cuidaré… Necesito hablar contigo… Lo sé… ¿En serio?... Bueno, allí estaré… Nos vemos. – colgó.

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