Capítulo 80

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Cap.80: Intento de secuestro... 27/28 Ene. Del 2016... 22:00hrs

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Esa sensación de que algo sucedería le empezaba a fastidiar, llevaba 8 minutos caminando desde su hogar, y ese presentimiento de que pasaría algo malo le atormentaba y agobiaba durante su transcurso de caminata, teniendo esa emoción crecer cada que pasaba al lado de un callejón oscuro su corazón latía desenfrenado y con fuerza descomunal, cómo si su instinto supiera que una cosa estaba por sucederle. Al pasar por otro callejón, fue jalado a este, siendo estampado contra la pared con fuerza, golpeando su cabeza contra aquel muro, lo suficientemente duro como para quedarse aturdido en el acto, sintió la sangre resbalar por parte de su frente y rostro, sintiendo una mano rodear su cuello y asfixiarle, su mirada estuvo desorbitada unos segundos, mirando a ese hombre desconocido, miró a su lado derecho, donde un tubo de hierro pequeño estaba recostado sobre el suelo, como ley de supervivencia pateó al extraño en la pelvis, logrando alejarle los segundos suficientes para ir y coger aquel tubo de hierro. Su "secuestrador" intentó acercarse de nuevo, a lo que giraba rápido aquella arma que había agarrado del suelo, dando algunos ataques para ir alejando a ese hombre, cosa que iba siendo un éxito. En una distracción del mayor le golpeó fuertemente con el hierro en la oreja, dejándole desorientado unos minutos, aprovechando esto para encajarle en la boca del estómago.

Sus ojos se abrieron más de lo normal al escuchar pasos acercarse, sacando el hierro del cuerpo de desconocido y ponerse en posición de ataque, relajándose un poco al ver quien era, Mark Dalaras, psicópata que trabajaba como mercenario y ex informante de la policía nacional, no confiaba del todo en él pero en ese momento se relajó, ser atacado de esa forma de verdad que le había dejado exhausto y a su vez, alterado.

--¿cómo es que sigues aquí, cabrón?--preguntó el Dalaras mirándole con calma.

--no tengo ni puta idea--respondió el ocre algo jadeante--¿qué carajos haces en este lugar? Si sabes que te están buscando por acusación a trata de donceles.

--me vale una mierda lo que digan en la calle.

--eso afecta a Damián y a Mikael, ¿lo sabias verdad?--siseó Stephan, agarrando su bolso que se había caído al suelo, notando como el pelirrojo callaba--deberías de pensar un poco más en ellos, hasta donde me ha quedado claro, si mueres, Mikael será la cabeza de la familia Dalaras pese a su corta edad.

--regresa a casa Stephan, es mejor que no vayas al trabajo hoy--advirtió el mayor, acercándose a este para tocarle el hombro--, si es que no quieres que te secuestren esta noche.

Le miró irse, desaparecer en la oscuridad como siempre lo hacía, quedó ahí parado unos segundos mirando un punto vacío, si lo pensaba claramente, desde hace un par de días se notificaban secuestros a donceles y algunos, muy pocos, hermafroditas varones, no le causaba pavor, había llegado a notar que ese hombre, al cual había asesinado, intentaba sacar algo de su bolsillo. Se acercó al cadáver, revisando los bolsillos de la chaqueta, sacando entre su mano una jeringa, hizo que se botase un poco del líquido, olfateando este con simulación, cubriendo su nariz de inmediato, droga ligado a anestesia, dejó aquella jeringa en la mano del hombre muerto, para luego salir de ese callejón e irse a casa a paso solitario y algo lento, se tambaleaba ligeramente, su cabeza seguía doliendo y provocaba estragos en su pensar y comunicación de su cerebro a su sistema nervioso.

Tras llegar a su hogar, ingresó a este, cerrando la puerta silenciosamente con seguro, dejando su bolso en el sillón tras llegar a la sala, quietándose la camisa de aquel uniforme, quedando con la camiseta debajo de esta, tocó la zona herida en su cabeza, mirando su mano la cual se llenó de su sangre, llegó a incomodarle un poco ese hecho, todo empezó a dar vueltas y su mirada se puso borrosa, escuchó su nombre más no pudo responder, había caído inconsciente al suelo generando un pequeño estruendo.

[...] Al día siguiente. 08:39hrs

Lentamente abrió sus ojos, los cuales ardieron un poco al sentir la luz solar pegar contra su rostro, ¿qué hora era? Cuando su vista se acostumbró al sol, pudo divisar que estaba en el cuarto que compartía con su pareja, recordaba claramente haber quedado inconsciente luego de llegar a casa con ese pequeño desangro que provocó su herida en ese intento de ser secuestrado para quien sabe qué. Tocó su cabeza, la cual yacía vendada, sobre todo la parte lastimada en ella, ese año no iba del todo bien si era sincero, con ese calor que daba desde las 11 de la mañana hasta las 3/4 de la tarde, eso le molestaba demasiado si era honesto. Con cuidado de no marearse y dar un mal paso, se levantó de la cama, al escuchar ruidos en la cocina supuso que Sajiro había decidido faltar al trabajo ese día, solo para poder cuidar d su persona, eso era una de las cosas que más amaba de él.

A paso lento, salió de su cuarto, encaminándose a las escaleras, bajando estas de a poco, sentándose en el primer escalón a subir al siguiente piso, siendo visto por el crio, este con entusiasmo se acercó a su progenitor para abrazarle y aferrarse a su pecho como garrapata, Stephan con gusto le cargó para mimarle un poco y darle cariño maternal, escuchando los paso del azabache acercarse a su persona.

--deberías estar descansando, Stephan--avisó con calma, cosa que llegó a extrañarle.

--no fue una herida grave Sajiro--respondió firme, dejando nuevamente a Edwin en el suelo--, puedo moverme sin causarme dolor de cabeza si soy cuidadoso, ¿entiendes eso?--con la mirada le pidió que le ayudase a levantarse, el azabache suspiró y le extendió la mano.

El ocre agradeció ante la ayuda del mayor, levantándose de su puesto, su cabeza dolía con ligerezas, pero era soportable aquel dolor, Edwin que observaba detalladamente la escena, pidió alimento a su padre, Sajiro suspiró y se encaminó a la cocina, Stephan rio un poco disimuladamente, le agradaba ver al azabache cuidar del más joven de la casa, se había sentido mejor al ver que su relación de padre e hijo iba mejorando con el paso del tiempo. Se encaminó a la ventana, asomándose por esta a mirar la carretera, por donde pasaba uno que otro joven a sus clases, de vez en cuando pasaban los autobuses, carros, motos y bicicletas, era una agradable vista a pesar de todo, llegó a sentir un jalón a su pantalón deportivo, bajando la mirada para ver esos ojos grisáceos que había sacado su hijo, si se ponía a pensar, se parecían bastante a su persona, lo único que querían era que no sacasen su personalidad de adolescente candente, no quería tener encargos de nietos por parte de Amane en cuanto ella cumpliese los 15 o 16 años de edad.

--mamá~--formuló Edwin alzando sus bracitos.

No tuvo más opción que cargar a ese pequeño travieso, encaminándose al comedor para dejarle sobre su silla especial, debido a que todavía no llevaba la altura suficiente para poder comer bien en la mesa. Quedándose al lado de este para evitar que se ahogase con la comida que preparó el azabache, este se sentó a un lado del ocre, observándole con detenimiento, el de largas cabelleras le miró de reojo y le dedicó una pequeña sonrisa como decir "estaré bien, no te preocupes", cosa que llegó a calmarle. Con el paso de los minutos y las horas, había llegado el momento en el que Sajiro fue a buscar a la rubia a la escuela, quedándose a cargo del pequeño Edwin que estaba a gusto con esa decisión, el ocre fue al cuarto de baño, siendo seguido por el cenizo, se miró al espejo y suspiró, mejor hacerse un pequeño corte al cabello, no le costaba nada tenerlo hasta la cintura cuando se lo soltaba, agarró las tijeras, luego vio al más joven, haciendo un gesto pensativo.

--Edwin, súbete al retrete, es para que no te llenes de cabello--el nombrado hizo caso, subiendo al retrete que estaba tapado, para así quedarse sentado allí.

Tras tener asegurado que no se llenaría de pelos, empezó a cortar su larga cabellera de a poco, hasta dejársela a la altura de los hombros, riendo de vez en cuando con las monerías que el más pequeño hacía desde su puesto, y pensar que antes era más pequeño, que fue un bebé, ahora ya era un infante que todavía necesitaba de su atención y la de su padre, vaya exigencia, agradecía que Amane ya entendía las cosas y aceptaba el hecho de que estuvieran un poco más pendientes de Edwin, así no se les complicaba tanto la vida. Luego de haber limpiado el suelo, cargó al crio, para luego ir caminando al cuarto y dejarse caer sobre la cama con el menor a un lado.

--<<Ahora que lo recuerdo... Mark... estás muriendo, cuando tocaste mi hombro... lo supe>>

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¿Cómo os va todo? A mí la inspiración llega y se va, entonces los capítulos tardan en ser concretados para ser publicados. No tengo mucho que deciros, espero que os haya gustado, nos vemos... se les quiere... chao~

Atte.: TheCreeper

Awake/DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora