61. FESTIVAL DE LA LUNA

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 61. FESTIVAL DE LA LUNA

Gusu, treinta y ocho años antes

-¿Dónde está Tao Cai?

-En los puestos de los herbolarios, Qingheng-jun.

El Líder de GusuLan suspiró al oír aquella respuesta. No era ninguna sorpresa. Sus ojos recorrieron el cielo que empezaba a teñirse de colores anaranjados. Empezaba a caer la tarde. Detuvo sus pasos y con ademán elegante, se volvió hacia su espalda.

Entre la multitud que compraba en los puestos del mercado entrevió la figura de su díscolo discípulo mientras regateaba ferozmente con uno de los vendedores.

-Esperaremos -anunció con mucha paciencia.

Sus discípulos asintieron... aunque internamente alguno hubiera asesinado al beta, de ello estaba seguro, por retrasarlos de nuevo.

-Buscad la posada. Hay mucha gente para el festival.

-¡A tus órdenes, Qingheng-jun! -contestaron al unísono dos de los discípulos que se destacaron del resto, saludaron y se alejaron de inmediato.

El Líder de GusuLan negó divertido. Lanzó una mirada comprensiva hacia el resto de su séquito. Estaban cansados después de una cacería nocturna que había sido más complicada de lo que se había previsto originariamente.

Decididamente, merecían una recompensa.

-Divertíos.

Simplemente y la decena de discípulos restantes saludaron ceremonialmente y se alejaron en todas las direcciones posibles.

Suspiró. A él también le apetecía pasear un rato, disfrutar del ambiente festivo que se respiraba en la ciudad, fijarse en las decoraciones de las calles, la alegría de las gentes, los gritos de los niños jugando... en resumen, de la vida mundana, normal y corriente más allá de tres mil reglas que regían en su hogar.

Empezó a caminar entre los puestos del mercado. Si había que hacer tiempo esperando a Tao Cai, al menos lo aprovecharía y curiosearía por el lugar.

En realidad le agradaba profundamente ver como la vida se desarrollaba más allá de conferencias, cacerías nocturnas, debates, problemas con otras Sectas y el funcionamiento y gobierno de su hogar.

Era en esos momentos en los que se sumergía en el día a día del resto de la humanidad cuando Qingheng-jun reforzaba su ferviente deseo de proteger a todas aquellas gentes de las criaturas y espíritus malvados y resentidos que podían acecharlos en cualquier instante y torcer o en el peor de los casos destruir sus vidas.

-... No sé por qué lo consiente tanto...

-... No seas tan duro. Qingheng-jun siente debilidad por Tao Cai porque espera que sea un excelente médico.

-... Dilo bien, siempre esperamos por él. Podríamos haber llegado ya a casa si no se hubiera empecinado en ir hasta el mercado.

-... Vamos, tampoco es malo, ahora podemos curiosear nosotros.

-... pero quiero volver ya. ¡Estoy cansado de la cacería nocturna!

-... ¿Acaso no te has dado cuenta de cuánto estudia? Tiene diecisiete años simplemente y se pasa días enteros memorizando libros sobre medicina. No hace mucho oí a uno de sus compañeros que sus maestros están realmente orgullosos de él.

-... Si nos quedamos sin posada por su culpa...

Qingheng-jun carraspeó.

Los dos discípulos de GusuLan se volvieron con gesto aterrado. El Líder de su Secta, sin perder la sonrisa, esperaba a su espalda... y estaba claro que había escuchado perfectamente sus comentarios. Ambos saludaron con un profunda reverencia.

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