23. CINTA
Las estrellas titilaban en la noche. Una suave brisa empezó a soplar cargada del suave aroma que adoraba y que lo embriagaba: flor de loto. Ahora, en aquel momento, colmado con una respuesta que nunca hubiera esperado aunque hubiera anhelado desde hacía años, su corazón se estremecía de forma incontrolada. Tragó saliva varias veces mientras los dos se miraban cara a cara sintiéndose incapaz de articular palabra.
¿Había escuchado bien?
-¿Los... cumplo? –preguntó con la voz estremecida cuando consiguió hablar.
-¡Maldita sea, ya me parezco al idiota de Wei WuXian! –exclamó sin más Jiang Cheng en uno de sus estallidos que le eran propios -. ¿Se puede saber qué demonios tenéis los Jades Gemelos de Lan que conseguís que los Orgullosos Gemelos de Yunmeng Jiang digamos cosas como esa? –añadió dándole la espalda de repente.
Lan XiChen contempló como los hombros de Jiang Cheng se estremecían con un ligero temblor. El aroma a flor de Loto seguía rodeándolo, sin ni una sola mota agria. Al contrario, se intensificaba a medida que pasaba el tiempo. Una sonrisa sincera curvó sus labios.
-¡Ahora sólo falta que me ponga a gritar desvergonzado diciendo Lan XiChen, mírame!
-No hace falta que lo grites si no lo deseas, llevo años mirándote; pero si lo haces, no dudes que toda mi atención estará sobre ti.
Jiang Cheng se había vuelto simplemente por una razón: las calles de Ciudad de Heping, aún oscuras, estaban lo suficientemente iluminadas con farolillos que colgaban aquí y allí de las fachadas de las casas como para que Lan XiChen pudiera darse cuenta de lo enrojecidas que debía tener las mejillas después de todo lo que había oído.
Porque el calor que estaba sintiendo no era producto del vino de la cena. Era consecuencia de aquellas palabras tan profundas que acababa de oír. Y aquello era una auténtica locura. Años y años encerrando su corazón en una coraza y en un instante, dejaba caer aquellas palabras que muchas mujeres y omegas hubieran deseado escuchar ni más ni menos que ante Lan XiChen.
Cumples los suficientes.
-Jiang Wanyin.
Lo llamó con dulzura. Con un tono que nunca había escuchado que nadie lo hubiera utilizado para nombrarlo. Era diferente a cómo lo llamaba su hermana en vida. O cómo lo hacía el idiota de Wei WuXian cuando antaño quería consolarlo cuando recibía alguna reprimenda de su madre o escuchaba alguna discusión de sus padres que le afectara siendo unos niños.
Era un tono cálido. Acogedor. Envolvente. Un tono en el que podía perderse. Embriagarse. Pero que estaba descubriendo a pasos agigantados que sólo deseaba para sí, que no quería compartir.
-Jiang Cheng.
-¿Cómo? –cuestionó el Primer Jade.
-Tú... puedes... llamarme Jiang Cheng.
El aroma de sándalo y vainilla lo envolvió en una nube. Se sumergió en él cerrando los ojos y con un corazón desbocado que amenazaba con reventar su pecho y escaparse con vida propia.
-Jiang Cheng.
La voz de Lan XiChen pronunciando por primera vez su nombre de nacimiento arrancó un respingo de sus labios. El susurro de las ropas del Primer Jade al moverse llegó a sus oídos alto y claro. Porque cualquier cosa que proviniera de él la captaba magnificada.
-Jiang Cheng –volvió a llamarlo.
¿Acaso había algún otro cultivador que pudiera compararse con el Primer Jade? Y en su mente, se respondía a sí mismo: Ninguno. Nadie podía igualarlo en amabilidad, cortesía, afabilidad, cercanía. Nadie podía igualar su belleza cálida. Ni siquiera Lan WangJi, tan hermoso como él pero estoico y frío para cualquiera que no fuera Wei WuXian y si acaso, Lan SiZhui. Nadie podía igualar a sus ojos su elegancia, su majestuosidad, su personalidad. Nadie podía igualar su fuerza y perseverancia para proteger a su Secta y ayudar al resto como Líder de GusuLan o como protegía a su familia, como por ejemplo cuando había permitido a Lan WangJi ocultar a Wei WuXian en los Recesos de la Nube herido por Jin Ling tras desenmascararse en la anterior Conferencia de Cultivación promocionada por Jin GuangYao en Lanling un año atrás.
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Cortesía
FanfictionLa inesperada presencia de Lan XiChen en una Conferencia de Cultivación en Lanling Jin junto a su hermano Lan WangJi y la ausencia de Wei WuXian en la misma, hacen que Jiang Cheng, el orgulloso líder de Yunmeng Jiang, se pregunte qué oculta GusuLan.