3. DESMAYO

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3. DESMAYO

Un rato antes...

Wei WuXian fruncía el ceño molesto. Muy molesto. Extremadamente molesto.

No sólo alguien se había atrevido a despertarlo, sino que alguien había hecho venir un médico hasta el jingshi.

Cuando había escuchado en su duermevela los golpes en la puerta, se había levantado pensando que tal vez fuera de nuevo Lan SiZhui o Lan Jingyi, posiblemente los únicos que consentiría que, en ausencia de Lan WangJi, perturbaran su sueño sin enfurecerlo y entraran en su morada; pero se había encontrado con la sorpresa de ver ante el umbral de su morada a Lan XiChen y a Lan QiRen... y al médico Tao Cai.

Lo que más le había molestado era la presencia del médico. Había estado tentado de no dejarlos pasar. Pero Lan XiChen estaba allí. Su cuñado no se merecía un desplante cuando aquellos últimos tres días había dejado que lo invadiera sin pedir explicaciones y lo estorbara en su reclusión.

Por extraño que pareciera, los tres habían oído perfectamente como el omega gruñía en cuanto Tao Cai había puesto un pie en el jingshi y que su aroma a canela se agriaba considerablemente. Pero Tao Cai había ignorado todas las señales que lanzaba Wei WuXian molesto ante su presencia y lo había acompañado sonriendo hasta su habitación mientras Lan XiChen y Lan QiRen esperaban pacientes.

Wei WuXian había sentido auténticas ganas de echar al médico del jingshi. Unas ganas inmensas. Y cuando se había puesto a auscultarlo y le había pedido que abriera sus ropas, no había podido evitar lanzar una mirada de soslayo hacia Suibian, que permanecía muy cerca de su lecho. Su espada incluso había temblado unos instantes en su vaina al reconocer la llamada de su dueño y se había desenvainado silenciosa tres dedos mientras Tao Cai lo examinaba... hasta que la voz de este último rompió la concentración de Wei WuXian y Suibian volvió a su vaina silenciosa.

-Enhorabuena. Estás embarazado de dos meses.

Wei WuXian miraba tan intensamente a Tao Cai que parecía a punto de echarse sobre su yugular. El médico casi juró que un brillo rojizo empezaba a emerger en sus ojos grises.

-¿Es una broma? –y estalló en carcajadas -. Está bien, no invadiré de nuevo a Zewu-jun, seguro que Lan QiRen te ha dicho que me digas eso... espera... ¿no hay una regla que prohíbe las bromas? –cuestionó.

-Maestro Wei, en siete meses tendrás a tu primer cachorro.

¿Embarazado? Imposible, Lan Zhan y él no habían llegado a...

Sus ojos se abrieron de par en par. Porque sí podía ser.

Su último celo, dos meses atrás. Ni siquiera había ocurrido en los Recesos de la Nube, sino que estaban en una de sus escapadas entre cacería y cacería nocturna, por lo que no había habido ni contención ni mesura. Porque aunque normalmente cuando se acostaban podían armar mucho escándalo, aquel celo había sido ligeramente especial... aunque el adjetivo más adecuado era "salvaje". Todos los días son todos los días se había transformado en tres días de sexo desenfrenado que hubiera escandalizado a la totalidad de los Recesos de la Nube de haberse dado allí. Ni Lan Zhan ni él se habían contenido... porque el alfa también había entrado en celo en aquella ocasión.

Apoyó la mano derecha sobre su frente.

-Uh... -fue todo lo que dejó escapar.

Negó con la cabeza. Tonterías. No podía estar embarazado porque no tenía náuseas y siempre había oído que los omegas tenían náuseas los primeros meses. Sí, de acuerdo, había tenido un celo brutal, pidiéndole repetidamente a su alfa que lo poseyera y lo había anudado. Pero si dormía tanto aquellos días era simplemente porque apenas lo hacía por las noches dando vueltas en una cama solitaria y la cama de Lan XiChen olía bien.

CortesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora