🐺CAPÍTULO SIETE🐺

239 57 4
                                    

Mantuve a mi hermoso Omega cobijado entre mis brazos, gran parte de la madrugada, mientras observaba por instantes eternos su rostro perfecto sumido en un suave y plácido ronquido.

Es tan malditamente bello haberlo guardado de esa manera, como una pequeña bolita rellena del más puro amor y con la remera sublimada que le compré pensando solo en verle sin nada abajo, que en vez de elevar mi temperatura corporal; calentó mi corazón. Y lo hizo a tal punto, que casi morí por exceso de enamoramiento al verlo.

Y no puedo evitar sonreír para mis adentros, de modo silencioso, mientras rememoro nuestro regreso en el auto. Aguante gran parte del viaje, sus mohines, sus desplantes ante mis pedidos de cariño mientras manejaba y sus disuadidas de rostro.

Sus hormonas lo tienen quejumbroso y  completamente cambiante en su humor. Es como una pequeña (por su cuerpo) y gran (por su carácter) noria que sube y baja en constante agitación. 

Por momentos se lamentaba entre sollozos el que trabaje en esto, y por otros me esquivaba como lo hizo durante el retorno expidiendo feromonas de irritación. Para luego, de nuevo, sobrevenir en llantos sobre mi torso mientras lo envolvía entre mis brazos en el ínterin que nos acurrucábamos para dormitar, aprovechando para llenarlo de mimos y besos.

Sé que mi labor no es nada llevadero para él, pero no tuve más opción cuando nuestra unión de dos empezó a sumar, empezando por ser tres. Y no fue nada fácil salir adelante con un sueldo básico de seguridad en el local de Nam cuando llegó nuestra primera "intoxicación", aunque estaré eternamente agradecido por su oportunidad  Ya que por él pude verme capaz de más, confiando plenamente en mi capacidad.

Pero sin nunca olvidar que luché con garras y dientes por no caer, por no dudar, por mantenerme sobrio a pesar de mis condenadas ganas de fumarme un maldito porro.

Hasta el extremo de apretarme con demasiada fuerza mis brazos, enterrando las uñas hasta el punto de sangrar, para sustituir el maldito placer de volar por la desidia momentánea del dolor...

Y así, dejar de desear aunque sea un poco...

—¿Falta mucho Jeon? —escucho desde el asiento trasero del vehículo que conduzco sacándome de mi ensoñación.

—No mucho, señora —respondo con una total templanza donde ni siquiera se nota, observando mi reflejo por el retrovisor, que venía perdido en mis pensamientos.

—Mejor, porque ya estoy cansada de tanto viaje... ¿Cómo va la panza? —cuestiona la poderosa Omega que tengo por custodia, encendiendo un cigarro de los finos, de esos fuertes que marean encerrados en el auto mientras rasguño la guantera por encenderme uno.

—Hermosa y saludable, así como mi precioso Omega, señora.

—Me alegro Jeon —contesta secamente y luego de unos segundos.

Y dejo sin dudas a la maldita cuestión que surca en mi cabeza, delimitar mi situación profesional a solo formalidad de cliente y custodio. Sin segundas intenciones a cuesta.

Ya que durante la entrevista de mi asignación a custodio se reveló mi situación sentimental. Porque al tener un Omega en gestación, debía poner en conocimiento tanto a mi superior como al cliente. Y ni así mismo bastó para que la custodiada, a primera de cuentas, requiera más servicios que el ofrecido por mí.

Así que si mi hermoso esposo se enterase de que custodio a una Omega relativamente joven, bella y poderosa. Tengo por sentado que me arranca la cabeza, y no es figurativo.

Pero la paga es excelente y la idea de esto es ahorrar para abandonar más adelante. Aunque no le reconozca de frente a mi pequeño para no tener que aguantarlo exigiendo mi renuncia a cada segundo.

La idea de cantar no me desagrada para nada, aunque sea algunas noches de bar, cumpleaños o despedidas. En una de esas, con eso nos podemos acomodar.

—Hoy, estás mas callado de lo normal —reprocha desde atrás, seguramente, promoviendo pucheros que en nada me afectan. Y tengo conocimiento de ello porque aunque no la vea por el espejo retrovisor, su tono de su voz la delata.

—Como siempre, señora —me limito a contestar mientras realizo maniobras para descender hasta el estacionamiento del ostentoso hotel en donde se hospeda.

Luego, reviso meticulosamente a mis costados antes de descender del vehículo y asegurar mi arma a la cintura.

"Espero no tener que usar nunca un cartucho, porque sino me mata una bala, lo hará de seguro mi rellenito esposo". Medito mientras aseguro el perímetro.

—Listo, puede proceder a bajarse señora —le comento mientras abro la puerta posterior del auto y tomo su pequeña maleta entre mis dedos. Para luego proceder a retirarnos siguiendo sus pasos.

No veo la hora de llamar a mi pequeño doble cachorro, encontrando un espacio entre tanto mi cliente se acomoda en su lujosa habitación.

La maldita sensación de ahogo que conllevo con esta camisa prendida hasta el cuello es frustrante, preferiría mil veces mis ajustadas remeras negras aunque aguante los morritos de mi Omega al atisbar miradas puestas en mi porte.

Es que mi cachorro está de más posesivo y celoso. "Solo mío" cruza reiteradas veces por su cabeza.

Ya en recepción, la Omega da sus datos para obtener la tarjeta magnética de acceso a la habitación tanto de ella, como la mía. Que por supuesto y por cuestiones de seguridad, esta contigua a la suya, sin ninguna otra intención más que velar por su seguridad.

Pero una gran sorpresa me llevo cuando observo que una sola tarjeta es entregada entre sus dedos.

—¿Señora? —cuestiono en un susurro solo para ser percibido por ella, pero sin obtener nada a cambio.

Observo como firma unos papeles esquivando mi llamado hasta que finaliza con su revisión, y antes de emprender camino a la habitación; me acerco nada amistoso a su costado.

—¡Señora! Faltó el acceso a mi habitación ¿Acaso olvidó la reserva? —cuestiono visiblemente enojado, controlando no arrojar por los aires mis malditas feromonas de irritación.

Ella me observa adoptando una mirada ensimismada y segura de sí misma —. No olvide nada Jeon... Tranquilo, tú habitación está dentro de la suite doble que reservé con anticipación. 

Y condenada la hora que opté por cerrar el trato de custodiarla a pesar de sus insinuaciones, creí que siendo tajante ante mis palabras bastaría para delimitar mi territorio.

"¡Con un demonio! Sos un maldito Alfa más allá de ser custodio..." Retumba en mi cabeza exigiéndome accionar. Así que con mi mejor cara de pocos amigos y mi gruesa voz aterradora, le exijo con maestranza.

—Señora, tiene -exactamente- dos segundos para re ubicarnos en dos cuartos separados. Y esto no está a posibilidad de refute, así que le sugiero que se apure si quiere almorzar a tiempo en su reserva y no comer en un puesto callejero por andar dando vueltas hasta encontrar lo que merezco.


















































WOW ALFA, YO QUE TÚ ME VOY BUSCANDO OTRO TRABAJO🤭AUNQUE POR UN LADO LA ENTIENDO A LA OMEGA... ES QUE TERRIBLE BOMBÓN EL CUSTODIO😏

GRACIAS POR LEER, VOTAR Y COMENTAR🥰

LOS AMITO MUCHO❤

♡ "𝑫𝒆𝒗𝒐𝒕𝒐 𝒂 𝒕í" ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora